Capítulo 41: Desesperación

1.4K 250 8
                                    

Bell

No podía hacer algo que no fuera mirar la hora y morderme las uñas, y cuando intentaba evitarlo, segundos después me percataba de que me encontraba haciéndolo de nuevo. Sentía tantos nervios, pero más que nada sentía miedo. Había estado tranquila hasta que mi madre tomó aquella postura de despedida que no me gustaba nada.

Shane me había hablado sobre cómo había notado que los pacientes que creían que morirían, que entraban con esa carga negativa al quirófano, en la mayoría de los casos fallecían. Por supuesto, eso fue mucho antes de que mi madre fuese internada.

Las palabras de Shane vinieron a mi mente.

"Ten fe"

Nunca lo había hecho. No desde que era niña al menos. No desde que comencé a cuestionar las iglesias. Nunca más había pisado una, y mucho menos había pensado en Dios más que para una frase cotidiana donde sólo era mencionado.

Era difícil, no creer en nada más que lo que veía, porque en una situación como aquella, de extrema desesperación, no sabía a quién acudir que aliviara el dolor. A mi mente vino el recuerdo de que en la iglesia había una capilla y mientras vagaba en mis pensamientos caminé hasta esta.

Estaba tan oscura como todas y yo me sentía fuera de lugar. ¿Qué se suponía que debía hacer? Imitando alguna película, caminé hasta los asientos y me arrodillé delante. Era muy incómodo aquello y pensé en levantarme e irme, pero una vez más las palabras de Shane vinieron a mi mente como si él estuviera a mi lado pronunciándolas.

"Ten fe"

Cerré los ojos e inhalé profundamente. Al abrirlos todo se veía más claro. Pero eso duró segundos porque mis ojos se llenaron de lágrimas nublándome la visión.

—Yo —comencé a hablar sin saber qué palabras usar—... sé que nunca creí en nada de esto —susurré observando a mi alrededor— Pero..., Dios, si estás ahí, si existes y me escuchas, necesito tu ayuda. Por favor.

"—No quiero perder a mi madre. Sé el inmenso dolor que es perder a un padre. No quiero pasar por eso de nuevo, y mucho menos quiero que Lottie lo haga. Por favor, se tiene que quedar conmigo. Todavía la necesitamos acá. Ella siempre fue creyente y le dijo a Lottie que se convertiría en nuestro ángel, pero eso no puede pasar. No cuando tiene tanto por lo que vivir. No de esta forma. No quiero que siga sufriendo. Por favor —pedí sollozando y sintiendo las lágrimas empaparme el rostro.

"— ¿Alguien me escucha? —pregunté esperando una señal. Una voz, la de mi madre, o más bien el recuerdo de esta, vino a mi mente.

"Dios siempre escucha."

Sin poder evitarlo sollocé con más fuerzas. Desearía no tener noción del tiempo. No ser capaz de sentir como cada segundo transcurría con una dolorosa lentitud que me impacientaba mientras las preguntas me bombardeaban.

¿Qué estaría sucediendo en la cirugía? ¿Qué estaría ocurriendo en su mente? Pero la más importante, ¿sería aquel día el último en el que vería a mi madre con vida? ¿Sería capaz de recordar con el tiempo su voz, su sonrisa o su mirada? La manera en que me reprendía cuando le llevaba la contraria, la manera en que me consolaba cuando entristecía, como me aconsejaba para que no me equivocara, como me felicitaba cuando conseguía el éxito. Todo venía a mi mente con una fuerza que me derrumbaba. Quería recostarme, dormir o desmayarme, dejar de sentir aquel dolor frente a la incertidumbre que me asfixiaba.

Sabía que ocurriría algún día. Siempre lo supe. Todos sabemos que nuestros padres eventualmente mueren, pero nunca creí que mi madre sería consumida por el cáncer. Nunca creí que sería cuando yo tan solo tuviera veinte años. Había tenido meses para prepararme, para despedirme, pero nunca estaría lista, ni con todo el tiempo del mundo, para dejarla ir. Para vivir sin ella.

"—Por favor —susurré apoyando la cabeza sobre mis manos unidas—. Doy lo que sea —dije de repente volviendo a levantar la vista—. No bailo nunca más en la vida si eso hace que ella se quede conmigo. Por favor. No voy a usar nunca zapatillas de ballet. No voy a presentarme a la audición. No voy a escuchar música por voluntad propia. No voy a... —ya no sabía qué más prometer. Qué más dar que significara un sacrificio. Había escuchado que frente a un sacrificio ocurría un milagro, y ese era el milagro que yo quería, que necesitaba y por el cual sacrificaría todo. Quería que mi madre se mantuviera a mi lado.

No escuchaba ninguna señal, ni la veía, ni la sentía. Solo escuchaba mi respiración agitaba entre tanto silencio. Solo veía la imagen de cristo en la cruz, de manera borrosa. Solo sentía las lágrimas, la sal de estas en mis labios, y el enojo creciente dentro de mí.

"—Ya veo por qué no creo en toda esta mierda —susurré sin sentirme inhibida por maldecir en una capilla. Pensé que mi madre me retaría y apreté lo labios conteniendo el sollozo desolador que deseaba escapar por mi garganta.

"—Esto es pura basura —una vez más el mismo pensamiento sobre mi madre. Una vez más un sollozo—. No hay nadie haya arriba, y si existes Dios, te odio. Te odio por hacerme vivir esto. Te odio por arrebatarme primero a mi padre y ahora a mi madre. Te odio por hacerme sufrir. Te odio por hacerme pasar por esto. Te odio. Te odio —sollocé—. Te odio.

Me aferré con todas mis fuerzas con miedo a caer en el precipicio frente al que me encontraba.

"—Te odio —repetí dejándome llevar por los sentimientos.

Escuché pasos en la capilla, acercándose, y quería recomponerme para quien fuese, pero tan solo no podía. No podía fingir más. No podía evitar demostrar cómo me sentía realmente.

—Bell —susurró una voz femenina.

Levanté los ojos esperanzada y al verla intenté sonreír antes de comenzar a llorar con todas mis fuerzas. Se sentó en el banco y me atrajo para que me acurrucara entre sus brazos.

Kara parecía no saber qué decir, y eso estaba bien para mí. El silencio. Ya había escuchado demasiados consuelos, y aunque los apreciaba, en aquel momento solo había una cosa que quería escuchar. Lo demás, no importaba.


Hola amores, tengo que confesarles que escribiendo este capítulo lloré muchísimo y me sentí muy identificada. Antes no creía en dios, y sé lo desesperante que es cuando se necesita un milagro y los ateos no sabemos a quien pedírselo. Espero haber podido transmitir todos esos sentimientos en este capítulo.

Ojala les haya gustado y el próximo será el capítulo de la cirugía.

Con amor, Sabrina♥

Con amor, Sabrina♥

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Noches eternas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora