Capítulo 31: Llamada

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Shane no entendió qué me sucedía cuando me encontró con una mueca triste y sin muchas ganas de hablar. Solo le pedí que nos fuéramos de ahí, y recién cuando estuvimos en su dormitorio fui capaz de contarle todo. Lloré durante un largo rato y Shane había tenido que consolarme. Él me hizo creer que todo estaría bien. Me convenció de que podría ser el momento de dejar atrás aquel horrible trabajo e intentar olvidar.

Con sus palabras, me hizo sentir motivada otra vez. Sentía que conseguiría el trabajo en Nueva York y podría pagar con ese dinero el tratamiento de mi madre. Podría finalmente disfrutar de lo que tanto me gustaba y bailar por placer propio y no para aumentar el deseo sexual de otros.

Después de llorar durante casi media hora, pasé una mano por mi rostro secando el rastro de lágrimas y suspiré. Shane me acarició la espalda y me dedicó una pequeña sonrisa y no pude hacer otra cosa que devolvérsela. Acaricié su cabello y besé sus labios.

—Te amo —susurré con sinceridad y su sonrisa se amplió ante mis palabras.

—Yo también te amo, y no puedo esperar a que vivamos juntos —confesó haciéndome reír antes de besarlo, esa vez con más ganas.

Estaba sentada sobre sus piernas y podía sentir el calor que él emanaba. Su piel ardía con cada segundo que pasaba y comenzaba a notar que la mía también. Sus manos se deslizaron por la piel de mi espalda y no pude evitar temblar antes de obligarlo a sacarse la remera, y aunque eso hizo que me dejara de acariciar por unos segundos, luego lo hizo con más avidez, sabiendo lo que quería.

Acaricié sus manos y su espalda lentamente y él liberó una bocanada de aire contra mis labios. Mordí su labio inferior con deseo y él me besó con una pasión tan arrolladora que aceleró los latidos de mi corazón y me hizo estremecer.

Si tuviera que definir a Shane con una palabra, elegiría pasión. Era su forma de vivir, de sentir, de pensar, y cada vez que estábamos juntos me la transmitía con tanta intensidad como él debía de vivirla.

No quería estar nunca lejos de él y con ese pensamiento me acomodé mejor en su regazo con mis piernas a ambos lados de su cadera. Él me pegó más a sí mismo con una mano en mi espalda y luego las deslizó hacia arriba, arremolinando la tela de mi ropa y sacándola toda junta. Dejándome solo en ropa interior y el jean.

Me saqué el sostén porque me molestaba y pronto sus manos cubrieron mis pechos masajeándolos y haciéndome gemir. Dejé caer mi cabeza hacia atrás y Shane aprovechó para besar mi cuello.

Desabroché su pantalón y lo acaricié de la forma más íntima que existía. Su expresión de deseo y lujuria hizo que me mordiera el labio inferior sintiendo que me volvía liquido en anticipación a lo que pasaría. Y luego de varias caricias más y de besos húmedos, hicimos el amor tan pasionalmente que si estaba triste por algo, Shane me hizo olvidarlo.

No me fue difícil dormir esa noche, y estaba tan agotada que me sumí en un sueño muy profundo. Fue por eso que me sobresalté tanto cuando mi celular comenzó a sonar en el medio de la madrugada.

Abrí los ojos confundida y la luz que indicaba que estaba recibiendo una llamada me cegó por unos segundos antes de que respondiera con voz adormilada.

— ¿Hola? —pregunté sintiendo a Shane removerse y comenzar a despertarse. Esperaba que por lo menos fuese una emergencia para ser llamada a las cuatro de la mañana, pero no sabía que luego me arrepentiría de aquel deseo.

—Hola Bell, soy George —saludó y me despabilé por completo sentándome en la cama. Sentí mi corazón acelerarse en cuestión de segundos y un nudo instalarse en mi garganta.

— ¿Quién es? —cuestionó Shane con voz ronca en medio de un bostezo. Con su mano hacia caricias en mi espalda, pero no había forma de que el me hiciera sentir mejor porque yo ya sabía lo que esa llamada significaba.

—Tu madre me llamó porque se sentía mal. La traje de urgencias a la clínica.

«Por favor no digas que murió. Por favor no digas que murió»rogué para mis adentros.

George siguió hablando pero yo me sentía demasiado aturdida como para entender sus palabras. No podía reaccionar. No podía responder. Ni a él, ni a Shane, quien insistía en saber qué había pasado. Estaba helada y sentía mis oídos pitar.

Una de las manos de Shane me tomó por la cintura sosteniéndome contra su cuerpo de costado, y tomó el celular de mis manos para poder hablar con George. Besó mi cabellera y me hacía caricias para que me tranquilizara, pero esa vez sabía que no lo iba a lograr. No había forma de que me tranquilizara luego de enterarme que mi madre había sido internara y de que el momento de perderla cada vez era más cercano y real.

Cuando era niña, tan solo cinco años, recordaba despertarme cada día llorando desconsoladamente hasta que mis padres aparecieran, y solo entonces el llanto cesaba. Me despertaba de aquella manera por la pesadilla recurrente que tenía, la misma que tienen todos los niños y niñas a cierta edad; que sus padres mueran.

Sentí que esa pesadilla se hacía realidad el día en que mi padre falleció, pero mi madre me consoló y yo sabía que todavía la tenía a ella. Creí que sería así por muchísimo tiempo más, pero estaba equivocada.


Hola amores, QUE CAPÍTULO. Por un lado la escena +18 de Shanell (Super Hot) y por otro ese final tan triste. ¿Que opinan? Mucha intensidad en pocas palabras, pero espero que les haya gustado.

Con amor, Sabrina♥

Con amor, Sabrina♥

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Noches eternas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora