No sabía en qué momento había logrado conciliar el sueño pero desperté aquella mañana con un inmenso dolor en el cuello y en los hombros debido a la mala postura y a la incomodidad con la que había dormido.
Me estiré reprimiendo quejidos ya que mi madre continuaba durmiendo. Observé la hora en el reloj del muro, eran pasadas las cinco. La última vez que la enfermera había revisado a mi madre era a las cuatro, y sabía que volvería para las seis.
Me puse de pie y caminé hacia la ventana observando a través de esta. El sol brillaba en lo alto del cielo y tuve que cerrar los ojos y pestañear repetidas veces ante la intensidad de la luz.
Bostecé y caminé hasta mi bolso donde busqué una pastilla de menta y luego me dirigí a buscar algo de comer. Esperaría que mi madre despertara para ver cómo se sentía y luego buscaría a Lottie para llevarla al colegio. Quizás podría aprovechar y buscar algunas pertenencias en mi casa. Especialmente un cargador para el celular porque ya no quería tener que continuar usando el de Shane.
Podría aprovechar y buscar un almohadón para dormir más cómoda, porque tenía la esperanza de que la cirugía de mi madre de aquella tarde saliera bien y de esa manera yo tuviera que continuar durmiendo en la incómoda silla a su lado. No había nada que deseara más.
Continué mi camino hasta la máquina expendedora sin saber qué comer. Nada me gustaba, pero mi estómago rugía pidiendo alimento, después de todo la noche anterior había decidido no comer debido a la ansiedad y los nervios que la cirugía me provocaba. Por un segundo imaginé lo emocionada que estaría Lottie por comprar en una máquina expendedora, al igual que cualquier niño, y reí en mi interior.
— ¿Qué haces mirando fijamente a la máquina? ¿Ya enloqueciste? —preguntó una voz masculina muy familiar con cierto tono de burla. Volteé y ahí se encontraba Shane con una inmensa sonrisa como siempre. Su mirada demostraba cansancio debido a la cirugía que había tenido y una línea rojiza, la misma de siempre, contorneaba sus ojos, pero sus labios mostraban la misma sonrisa hermosa que aceleraba mi corazón.
—No sé qué comer —expliqué. Él se acercó y creí que me besaría saludándome, pero solo por molestarme se inclinó y comenzó a presionar los botones, estando a escasos centímetros de mí, pero sin demostrar si tenía las mismas ganas de besarme que yo sentía.
—Problema solucionado —susurró acercándose finalmente y besándome. Sonreí acariciando su mejilla. Shane presionó una última vez sus labios sobre los míos y se alejó acariciando mi cabellera, observándome.
— ¿Cómo fue tu cirugía? —de verdad quería saber y temía escuchar la respuesta, pero cuando él sonrió me sentí mucho más tranquila.
—Increíble. Pudimos hacer el trasplante de corazón sin complicaciones y es el primer trasplante que hago por mí mismo. Ahora solo hay que esperar a cómo responde su cuerpo —su felicidad era genuina y me la transmitía con mucha facilidad.
—Eso es... no, no es increíble. Es completamente creíble que tú seas tan buen cirujano con lo mucho que te esfuerzas —Él negó con la cabeza como si se sintiera avergonzado de que lo estuviera alagando.
—Tú dices eso porque eres mi novia.
—Alguien te tiene que decir esas mentiras —me encogí de hombros molestándolo.
Él entrecerró los ojos antes de empujarme suavemente con una mano en la cadera y tomas las galletas que había elegido comprar. Me las extendió y cuando las tomé se acercó rápidamente a besarme. Nos estábamos conteniendo. Era evidente. Mientras yo hablaba él me había estado mirando la boca y lo mismo había hecho yo, pero no podía besarlo tanto como quería porque eso no era apropiado para un hospital.
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Noches eternas | COMPLETA
RomanceBell bailaba en ropa interior por dinero. Shane había perdido a un paciente en una cirugía. Una mala noche los llevó a reencontrarse y antes de que se dieran cuenta, estaban compartiendo sus noches eternas. ¡Atención! Esta novela contiene escenas s...