Capítulo 3: Confianza

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Finalmente, y luego de que Shane mantuviera su mirada de cachorro por varios segundos, decidí aceptar su propuesta. Sin embargo, primero me dediqué a volver a lucir como una chica normal y dejar de ser esa fantasía sexual.

Me mantenía mirando mi reflejo y eliminando los brillos de mi rostro con un poco de crema cuando una de mis compañeras de trabajo se acercó. Su nombre era Jeanine, tenía casi treinta y tres años, y era unos centímetros más alta que yo. Era una mujer muy agradable que siempre me había aconsejado y protegido desde el día en que llegué, porque en ese lugar cuando una chica era nueva todos los espectadores querían probarla, y ser vista como un pedazo de carne fresca era horrible.

Su sonrisa ocasionó la mía, aunque con el tiempo había aprendido que cada una de estas mujeres se volvía más apagada con cada encuentro sexual que cosechaba. No era como si por ser su trabajo lograran desconectar sus mentes de sus cuerpos, y era sabido que muchas veces los hombres las creían objetos, o las veían como insensibles mientras usaban sus cuerpos. Era una experiencia que deseaba nunca vivir, pero me conocía a mí misma y sabía que las situaciones extremas me llevaban a tomar decisiones extremas.

Nunca pensé que tendría un trabajo como aquel, y nunca pensé que entendería tanto a alguien como Jeanine. Solía ser de las personas que creían que esto era un trabajo y que las mujeres decidían ocuparlo, e incluso lo pensé al inicio, pero cada una de las mujeres que conocí me hizo abrir los ojos a la realidad y ver que nadie quisiera estar en sus zapatos.

— ¿Ese hombre con el que te vas a ir es un cliente? —preguntó con preocupación.

—No, es un viejo amigo —expliqué, terminando de desmaquillarme y guardando todo en donde era su lugar. Me vi sorprendida cuando con cariño ella tomó mis manos para que observara sus hermosos ojos verdes claros, algo que a muchos hombres les encantaba, y era un rasgo que la llevaba a tener más clientela. Además de su cuerpo voluptuoso.

— ¿Por qué seguís acá Bell? Tienes suerte de ser una bailarina y no tener relaciones sexuales, pero honestamente cuánto tiempo crees que va a durar eso. En algún momento va a llegar una nueva bailarina y vas a tener que hacer el mismo trabajo que todas. Deberías estudiar. Buscar un trabajo que no te destruya —aconsejó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sentí un nudo instalarse en mi garganta, porque en el fondo sabía que ella tenía razón, pero incluso aunque buscara, no lograba encontrar un trabajo que me diera el dinero que necesitaba, y tampoco disponía de tanto tiempo ya que a medida que mi madre empeoraba era yo quien se hacía cargo de mi hermana Lottie y de los quehaceres domésticos.

Múltiples veces, Jeanine me había dicho que le recordaba mucho a cuando ella comenzó teniendo mi misma edad. La diferencia era que ella tenía trillizos de tan solo meses, que debía criar y mantener, e incluso cuando todos la motivaron a que fuera madre a pesar de que su novio la había abandonado al saber la noticia, cuando los bebés nacieron nadie la ayudó y todos pensaban que era una mala madre. Una chica de diecinueve años que estaba sola cuidando a tres bebés porque la convencieron de hacerlo, y aun así se creían con el derecho de criticarla.

Cuando se encontraba desorientada sobre qué camino seguir, y los bebés no paraban de crecer, decidió hacer este trabajo. Con los años se le fue haciendo más difícil conseguir un mejor trabajo, después de todo no había podido terminar el instituto porque fue cuando quedó embarazada.

—Ya sabes lo complicado que es conseguir un trabajo... cada día la tasa de desempleo es más grande, y el tratamiento de mi madre y la comida de cada día no cae del cielo —recordé y sentí el nudo instalarse en mi garganta.

—Lo sé, yo sé todo eso también, dulzura. Trabajo acá y aun así sigo buscando un escape que le de comida a mis hijos, pero tú eres mejor que yo. No cometas mis mismos errores, y haz todo lo posible para nunca tener sexo por dinero, una vez que lo haces, nunca vuelves a ser la misma —garantizó con la mirada perdida, y podía ver cuánto dolor había en sus ojos, como si estuviera recordando cada vez que lo hizo.

Noches eternas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora