Capítulo 26: Separaciones

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Estaba tan cansada que mi cuerpo entero se había relajado en cuestión de segundos cuando me acosté en mi cómoda cama siendo abrazada por Shane y su complaciente calor corporal.

Habíamos comido juntos solo con la compañía de mi madre ya que Lottie estaba pasando la noche en la casa de George, y yo lo había invitado a Shane a que se quedara a dormir. Al día siguiente yo no trabajaba y él tampoco porque era su día libre, así que decidimos mirar una película. O más bien él lo ofreció y yo acepté, y sabiendo que me quedaría dormida por la mitad lo dejé que eligiera una de hace décadas que en mi opinión sería aburrida, pero que él quería ver hacía tiempo y no había tenido ocasión hasta ese momento.

Como había predicho comencé a adormilarme diez minutos después de que la película iniciara, pero de un momento al otro todo cambió ya que mi actitud lo hizo. Comencé a escuchar la fuerte tos de mi madre que no cesaba y congelé el momento sintiendo el terror correr por mis venas, porque ese sonido era el recordatorio de que su enfermedad era más poderosa cada día y temía que un día acabaría con ella.

Sin siquiera pensarlo, me alejé de Shane y corrí a sacar el seguro de la puerta para ir a ver a mi madre. La encontré sentada en su cama sosteniéndose el pecho mientras tosía con fuerza.

Shane apareció detrás de mí con un vaso de agua que le ofreció. Ella sorbió para luego comenzar a toser nuevamente salpicando gotitas de sangre sobre la blanca sábana de su cama. Las miré a estas con horror e impotencia.

Esperé pacientemente a que el ataque finalizara para preguntarle: — ¿Te sientes mal?

—Me duele un poco el pecho, pero no se preocupen y vayan a dormir.

— ¿Te duele el pecho? —cuestioné alarmada sintiendo horror ante sus palabras.

—Sí, no te espantes. Para quienes tenemos cáncer —tosió de nuevo—, es normal este síntoma —finalizó antes de hacer una mueca de dolor al querer acomodarse mejor sobre la almohada.

— ¿Te pasó antes?

—Si —dijo con tanta seguridad que me hacía dudar.

—No mientas.

—No tan fuerte como ahora, pero voy a estar bien.

—Sí, vas a estar bien porque te llevaré ya mismo al hospital —declaré poniéndome de pie y saliendo del cuarto siendo seguida por Shane.

Antes de que pudiera decir lo que fuera él habló: —Yo las llevo al hospital.

—No es necesario, pido un taxi y...

—No, quiero saber cómo está tu mamá y no te quiero dejar sola —me cortó. Besé sus labios en agradecimiento, sintiéndome afortunada de tenerlo a mi lado, antes de entrar otra vez al cuarto para buscar ropa para mi madre, deseando que de alguna forma mágica ella se curara repentinamente y al llegar al hospital nos dijeran que no tenía nada, aunque eso fuera imposible.

***

Uno de los médicos de guardia, a quien Shane conocía y me aseguró que era uno de los mejores que podía ver a mi madre a esas horas de la madrugada, nos explicó que aquello era normal, justo como mi madre había advertido. Sin embargo, fue un buen momento para que se hiciera un chequeo y yo me quedara más tranquila.

— ¿Te sientes mal todavía? —le pregunté mientras caminábamos atravesando las puertas de salida. La noche estaba comenzando a entrar en la madrugada por lo que no había nadie en la entrada del hospital excepto por nosotros.

Mi madre sostenía mi mano contra su abdomen, y en ese momento la llevó a sus labios depositando un beso y girándose para verme de frente.

—No, mi amor, me siento mejor. Solo necesito descansar. ¿Tú estás más calmada? —asentí con la cabeza.

Noches eternas | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora