–¿En serio? –Bea comenzó a reírse de forma muy sonora– ¿Ojalá se te destiña toda la ropa? ¿A la creativa publicista no se le ocurrió algo mejor? Normal que no te hayan renovado.
Giré mi cuerpo unos noventa grados casi de forma instintiva, para clavarle a mi supuesta amiga unos ojos desafiantes, que apenas acababan de creerse lo que había dicho.
–Lo siento, lo siento, era una broma, de mal gusto lo reconozco, pero una broma –se lanzó a abrazarme.
–¿Vais a pasar o no? Porque hay más gente esperando –por fin el hombre de seguridad nos dirigió la palabra, aunque con una tonalidad áspera y fría.
Cuando me quise dar cuenta ya estaba dentro del lugar. Bea se había encargado de arrastrarme a la fuerza hasta allí. La bofetada de calor concentrado en el ambiente mezclada con el sudor de cientos de organismos expulsando alcohol por cada poro, parecía que impregnaba mi piel con una fina capa de esa misma humedad. Agarradas de la mano nos sumergimos en el barullo y entonces la sensación de agobio por el excesivo aforo se apoderó de mí, bailaban a nuestro alrededor con la racionalidad casi perdida sin importarles chocar entre ellos. Las luces de colores y aquellos esporádicos flashes de tonalidad blanquecina fundiéndose con el humo provocaban un efecto abrumador, dilatando las pupilas y logrando alterar la percepción de la realidad e incluso la simple y aprendida acción de incorporar aire a los pulmones. El volumen de la canción electrónica que sonaba en ese momento en los altavoces retumbaba en el espacio, haciendo vibrar mis pies y sintiendo cada golpe dentro del cuerpo como si el corazón se hubiera acelerado y golpeara fuerte contra mi pecho.
Después de unos minutos, buscando y empujándonos con jóvenes para pasar, conseguimos encontrar un hueco casi en una de las esquinas. Bea comenzó a bailar con el ritmo de la música y trató de animarme para que la acompañara, aunque no me apeteciera sus intenciones eran buenas, lo fueron desde el principio, así que esforzándome fingí una sonrisa.
–¿Escuchas? –observé sus labios moviéndose.
–¿Qué? –grité acercándome a ella.
–¿Qué si escuchas la canción que suena ahora?
–¿Y quién no? Joder, está tan alta que lo extraño sería no oírla.
–Pues es suya.
–¿Suya? –repetí aquel posesivo como si pretendiera hallar una explicación en el propio pronombre.
–Del chico de antes.
–¿Cómo?
–Que la canción que está sonando, es del tipo al que te quedaste con ganas de dar una bofetada.
–¿Por qué? –mis ojos se abrieron en exceso a pesar de las incómodas luces.
–Y yo que sé –rio desvergonzada– propiedad intelectual se llama, él la hizo, por tanto, suyos son los derechos.
–¿Se puede saber quién coño es?
–Uno de los DJs más prestigiosos
–¿De Madrid?
–Claro que sí –guardó silencio un instante– ahora en serio, cariño ¿pero tú en qué realidad de mierda vives? De Madrid dice... del mundo, amore mío, ese chaval tiene más dinero, poder y reputación que el noventa y dos coma setenta y tres por ciento de los mortales juntos –reímos por el extraño porcentaje que se acababa de inventar.
–¿Estamos hablando del chico de negro?
–Ese mismo.
–¿Del de la gorra?
–¿Carol, me estás vacilando?
Nota mental: al llegar a casa consultar Google. "DJ gótico" , no, demasiado pretencioso hasta para mí. "DJ que viste de negro siempre" , no, no guarda sentido, Carolina, igual es una marca de identidad de ellos. "DJ joven y guapo", no, ni siquiera me fijé si lo era ¿Lo era? Olvídalo, Carolina. "DJ español con más dinero que el noventa y dos como setenta y tres por ciento de los mortales", no. ¿Realmente esas son tus mejores búsquedas Carolina? Increíble, al final Bea tendrá razón y estás en decadencia. "Top ten DJs in the world" YEAH, apúntame una victoria, conciencia.
Carolina un punto VS Conciencia cero puntos.
PD: Pinchar en imágenes para comprobar si es guapo.
–O sea que el imbécil triunfa mezclando ruidos al azar –casi era una afirmación para mí misma, sin embargo, la pronuncié en alto.
–Conozco a gente que si te escucha referirte a la música electrónica como ruidos, estarías restando años a tu esperanza de vida.
–Ignorancia supongo, porque para empezar a eso no se le debe considerar música, no hay un trasfondo de valor detrás.
–Que tú no les des ese valor o no seas capaz de verlo no significa que no exista.
–Pero, por ejemplo, Melendi...
–¿Melendi, qué? –me interrumpió precipitadamente– Melendi tiene su público y tiene sus detractores, que no son pocos sinceramente.
–Pues a eso iba, hay un contenido para juzgar y decantarte. Hay una letra, un mensaje sobre la realidad, un ritmo, una melodía, una fusión, hay un artista para repasar su evolución en cuanto a infinidad de elementos.
–Sí, sí... –sus ojos llevaban unos segundos fijos en algo que no era yo– repaso el que le está dando a tu culo tu amigo, el hacedor de ruidos.
–¿Qué? –me moví para pegar mi espalda a la pared, esperando una explicación e intentando descubrir de qué hablaba.
–Que está ahí arriba en el reservado y lleva un rato mirando hacia aquí.
–Es un gilipollas.
–Ummmm... sí, un gilipollas excesivamente guapo.
–¿Entonces es guapo? –pregunté curiosa– o sea no –sacudí la cabeza– no me importa, ya ves tú.

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Lo Inesperado
Fiksi RemajaCarolina es una joven de 25 años, decidida y con una personalidad arrolladora. Desde la adolescencia no se sintió identificada con los chicos de su edad, lo que hizo de ella una persona independiente, con pocas amistades y sin pareja. Su vida gira e...