Tragué duramente saliva volviendo a concentrarme en el plato. Después de pagar le propuse ir a tomar una copa y luego, regresaríamos caminando, ya que no estábamos lejos. Recordamos momentos del viaje, nos reímos, compartíamos consciente o inconscientemente más detalles de nuestras vidas, es decir, estábamos cómodos y además, nos divertíamos juntos.
–Me gustaría saber tu opinión sobre...
–¿Sobre qué, Alan?
–Sobre lo del otro día en mi casa.
–Creo que ambos pensamos igual sobre el tema, así que no te preocupes. Disfrutar sin ataduras, al final, era lo que buscábamos los dos.
–¿Fue un error para ti?
–No, para nada lo considero un error. Somos adultos y estábamos en plenas facultades para decidir. Aunque eso no quita la realidad de que nunca se repetirá, porque simplemente fue un rollo de una noche –su mirada estaba perdida en algún punto de la pared– Alan ¿Me escuchas?
–Ehhh... sí.
–¿Te encuentras bien?
–Sí ¿Nos podemos ir ya? Estoy cansado y tu vuelo sale temprano.
Se creó un ambiente silencioso durante el camino de regreso, eso sí, Alan se propuso acompañarme hasta la puerta de la habitación.
–Buenas noches, Carolina. Gracias por la cena.
Lo agarré del brazo y tiré de él consiguiendo que nuestros cuerpos chocaran. Acaricié entonces su nariz con la mía, mientras sonreía al lado de su boca, para acabar sellando sus labios con los míos.
A las diez y media de la mañana estábamos ya en el aeropuerto. Lo cierto es que no quería volver a la realidad, la burbuja que Alan había formado para ambos era muy atractiva. Delante de mí, estaba el chico de ropa oscura y gorra negra que se coló en la discoteca, estaba sonriendo como casi siempre durante el viaje. Ese chico me había enfadado, me había hecho reír, me había sorprendido, me había hecho hablar de mí y al mismo tiempo, me había ofrecido conocerlo a él.
–Alan.
–¿Y esa cara, Carolina? ¿Te pasa algo?
–No me apetece irme todavía.
–¿Cómo?
–Me quedaré contigo.
–¿De verdad es lo que quieres?
–De verdad.
–Esta tarde sale mi vuelo a Bruselas, mañana actúo allí. Pero claro que puedes venir conmigo. Es más, me encantaría, quitando aproximadamente dos horas, el resto del tiempo seré todo tuyo.
A las tres despegó el avión dirección a Bélgica. Había una parte de mí que estaba segura de lo que estaba haciendo, mientras otra directamente se dedicaba a hacerme vudú por inepta. Sobre las cinco, llegamos. Ahora sí, quinta y ultimísima parada: Bruselas. Después de dejar nuestras cosas dimos un paseo por el centro y acabamos sentados en una terraza poco transitada, por ese motivo era perfecta para nosotros.
–Así que mañana actúas.
–Sí, en un festival. Es el festival más grande del mundo, también el más internacional. Cualquier DJ sueña con subirse a ese escenario.
–Y tú eres uno de los mejores, así que no podías faltar.
–No sé si lo seré o no, pero por vivir aquello merece la pena todo.
–Supongo que un DJ de prestigio, con cierto atractivo; y en un festival multitudinario lleno de chicas y de chicas hasta arriba de sustancias, será un caramelito.
–Posibilidades hay, aceptarlas o no es decisión de cada uno. Al final, ten en cuenta que la adrenalina se dispara encima del escenario y al terminar la actuación no desaparece por arte de magia. Así que cada individuo es un mundo y le hace frente en base a lo que piense o priorice.
–¿Y en tu caso?
–Yo no suelo buscar seguir la fiesta, ni incorporar sustancias para mantener la adrenalina. Al revés, quiero sacarla fuera y por eso a veces recurro al sexo, sí.
–¿Con fans?
–No siempre, pero tampoco es algo que tenga como rutina aprendida, se da más en grandes citas como el Tomorrowland de mañana. Aun así, eso no significa que en esta ocasión lo vaya a hacer.
–No debes darle explicaciones a nadie, y menos a mí. Eres libre para hacer lo que quieras.
Carolina ¿Acaso estás celosa al imaginarlo con otra? Porque es exactamente lo que parece. Querida conciencia ¿Acaso estás diciendo últimamente muchas tonterías? Porque es exactamente lo que parece. ¿Y si tenía razón? ¿Y si me molestaba esa idea? Por supuesto que me molesta, totalmente comprensible y no guarda relación alguna con los sentimientos. La explicación es clara, me he quedado para pasar tiempo con él, así que sólo faltaba que él se dedicara a perderlo haciendo cualquier cosa, con cualquiera, en cualquier sitio.
Por la noche salimos a tomar algo con unos amigos de Alan. De camino al bar mi teléfono sonó, era un número desconocido, aun así respondí.
–¿Sí?
–Carolina, soy Nacho. Perdón por buscar tu número en los datos de la empresa para llamarte, pero necesitaba escucharte... –carraspeó– escucharte decir que estás bien. No puedo evitar sentirme culpable de alguna manera.
–No eres culpable de nada, así que no te sientas mal. Y gracias, gracias de verdad por preocuparte.
–¿Estás ocupada? Se oye mucho ruido de coches.
–Es porque estoy en la calle, tranquilo.
–¿Pensaste y decidiste ya sobre tu futuro?
–Lo cierto es que sí lo hice. Pero de eso si quieres, prefiero que hablemos otro día con más calma.
–Por supuesto ¿Sigues en Madrid?
–Pues ahora mismo no, Nacho. Estoy en un breve viaje a modo terapia –Alan me agarró por la cintura pegándome a su cuerpo.
–Lo entiendo, lo primero era alejarse de aquí.
–¿Tú cómo estás? –ahora decidió que era buena idea besarme el cuello.
–Bien, aunque siempre mejorable.
–Espero no haberte causado problemas en la empresa –intenté no reírme de las cosquillas que me estaba ocasionando con sus labios.
–De existir problemas no serían por tu culpa –Alan buscaba quitarme el móvil.
–Oye, Nacho, debo colgar ¿vale? Ya hablaremos, buenas...
Antes de terminar la despedida Alan se había apoderado de mi teléfono y colgado justo delante de mis ojos.

ESTÁS LEYENDO
Lo Inesperado
Teen FictionCarolina es una joven de 25 años, decidida y con una personalidad arrolladora. Desde la adolescencia no se sintió identificada con los chicos de su edad, lo que hizo de ella una persona independiente, con pocas amistades y sin pareja. Su vida gira e...