Me dirigí a la casa de Nacho. Como había ido de forma frecuente últimamente, el portero del edificio ya me conocía de vista, así que me abrió antes de que yo llamara. Subí en ascensor hasta el ático; y entonces toqué la puerta. Al no recibir respuesta, estaba a punto de marcharme, pero justo antes de girarme para volver sobre mis pasos, apareció una mujer mayor.
–Buenas tardes, señora ¿Está Nacho? –pregunté amablemente.
–No, salió hace un rato. Dijo que no tardaría. Si quiere puede esperarlo dentro.
Acepté la invitación, porque igual si me iba, no volvía por arrepentimiento. Vi a la mujer de un lado a otro limpiando el piso, hasta que terminó en la cocina para empezar a preparar la comida.
–Señorita ¿Se quedará a comer con Nacho?
–Ehh... vale, sí –me decidí a hacerlo, quizá así hablaríamos mejor– voy a ir un momento al servicio.
Apenas salí del salón, sonó el teléfono de la casa. Al regresar del baño, escuchaba a la mujer todavía muy entretenida con la conversación. Me parece que aprovechaba los ratos sola trabajando para ponerse al día de la vida de sus amigas y familiares. Una de las puertas del pasillo, que siempre solía estar cerrada, sorprendentemente, hoy estaba entreabierta.
Carolina, no. La última vez que pensaste, que era buena idea meterse en la piel de Sherlock, acabaste humillantemente descubierta por un niño. Ya estoy viendo el próximo desenlace a modo de titular, humillantemente descubierta por la señora del servicio. Todavía me estaba riendo de mí misma cuando me vi dentro. Un despacho de aburrido aspecto, así que no iba a encontrar nada extraño: carpetas y libros en las estanterías, un tocadiscos antiguo con su correspondiente colección de clásicos en vinilo, un ambiente muy sobrio hasta infundía cierto temor.
Me acerqué a la ventana, que estaba tras el escritorio, con la persiana muy bajada para intentar descubrir así, qué vistas tenía. Al girarme para regresar, encontré alguna foto sobre la mesa. Aparté un poco la silla y al aproximarme más para coger los marcos, un golpe retumbó en la sala. ¡Joder! Me había dado con la esquina de un cajón, que estaba sin cerrar del todo, y justo en la espinilla. Me aguanté el grito ahogado en dolor, para evitar que aquella mujer me oyera. Miraba el cajón y con la mano sellando mis labios me daban ganas de darle una patada ¿A quién se le ocurre dejarlo así? ¿Era una trampa anti–investigadoras privadas o qué? ¡Qué daño!
Me agaché para levantarme el pantalón y comprobar mi pierna, cuando en ese cajón, había algo que captó toda mi atención, casi hasta conseguir que relegara el daño a un tercer plano. Una foto... la foto... tuve una reminiscencia de aquella noche en casa de Alan. Foto antigua, él a la izquierda, su madre agarrándolo y un borde recortado donde faltaba parte de la imagen. Saqué el portafotos del cajón. Era ella, la madre de Alan. ¡Maldita sea! Era la misma foto, pero el borde recortado era el contrario, Alan no estaba en esa foto, sino que otro niño más alto aparecía al lado de la mujer de pelo rizado.
Caí de golpe sobre la silla sin entender nada de lo que estaba viendo ¿Quién era en verdad ella? ¿El otro niño era Nacho? ¿Se conocían de pequeños? No, no, Carolina, no empieces a divagar. Me llevé la foto. No iba a estarme callada haciendo suposiciones. Nacho me iba a escuchar lo que vine a decirle y por supuesto, me iba a dar una explicación sobre aquello, aunque tuviera que inventarme una excusa creíble de porqué estaba en su despacho y mirando sus cajones.
Salí del piso sin que la señora se diera cuenta, pero no porque yo intentara ser silenciosa sino porque ella seguía demasiado concentrada en el teléfono. Al pasar junto a la portería, aquel hombre llamó mi atención.
–Joven.
–¿Sí?
–Siento no haberla informado, se me pasó por completo. Vi a Nacho salir esta mañana, él iba a la empresa de su padre.
ESTÁS LEYENDO
Lo Inesperado
Teen FictionCarolina es una joven de 25 años, decidida y con una personalidad arrolladora. Desde la adolescencia no se sintió identificada con los chicos de su edad, lo que hizo de ella una persona independiente, con pocas amistades y sin pareja. Su vida gira e...