Lo siguiente que recuerdo es despertarme molesta con los rayos de luz, que entraban a través de la gran cristalera. Al abrir los ojos me encontré a aquel chico dormido, demasiado cerca y pegado, con una mano sobre mi cintura. ¿Qué hiciste Carolina? ¿Qué hiciste?
Intenté mantener la calma en un encarnizado debate con mi conciencia. Pensemos racionalmente, Carolina. ¿Ahora sí? Es lo que llevo diciéndote toda la noche. Busquemos el lado bueno de lo que sucedió. ¿Acaso hay lado bueno? Yo sólo veo inconvenientes y un hombre compartiendo cama contigo, además, creo que desnudo, porque la ropa está en el suelo todavía. ¿Dónde está la parte positiva? Carolina, no la hay. El orgasmo mereció la pena, no hay que ser tan negativos. ¿A qué le echarás la culpa para justificar tu insensatez? ¿Al inexistente alcohol en vena? Dime. Lo cierto, es que se me había ocurrido al jet lag, pero igual suena demasiado cómico. Mira, expón ya tu punto de vista sobre la situación, querida. Las neuronas se mueren por escucharte...
Me acosté con Alan. Bien, lo primero es reconocer y poner palabras claras a lo que aconteció. Tuve sexo con Alan, sexo intenso. Basta Carolina, no hace falta entrar en detalles tampoco, no estamos valorando el polvo sino los problemas post–polvo. A eso iba, joder, no me dejas ni hablar. Lo que pasó anoche nos sirvió para relajarnos, no significa nada más, no volverá a suceder, ambos queríamos lo mismo y ahí termina la historia, no hay de qué preocuparse porque es como el resto de rollos de unas horas.
Yo creo que hay dos puntos importantes, que te saltas a la ligera y que son los perfectos indicios de un gran contratiempo. ¿Cuáles? A ver. Durmió contigo, nunca has dormido con tus rollos de unas horas. Cierto, la verdad es que no esperaba que siguiera aquí, pero también es cierto, que el largo viaje cansa mucho y el sueño le vencería. Sí, el viaje al paraíso os cansa... pongámosle que tienes razón y el chico estaba cansado ¿Te habrás dado cuenta que el polvo no ha sido igual que con los otros? Había otra serie de detalles cómplices en escena. Se llama Alan, pero sí, él será por naturaleza más tierno y además, nos conocíamos de unos cuantos días ya, así que eso es jugar con ventaja. No hay razones para alarmarse, creo que somos iguales en ese aspecto, no buscamos nada, se disfrutó y a seguir con la vida, no creo que sea tan tonto de enamorarse de alguien que no te da motivos para ello, definitivamente no lo es.
Necesitaba ir al servicio me moví con cuidado para no despertarlo, sin embargo, parece que no fui lo suficiente sigilosa.
–Buenos días –me agarró la mano mirándome con los ojos entreabiertos– ¿Qué tal dormiste?
–Bien, bien ¿Tú?
–Como hacía mucho tiempo.
Al salir de la ducha empecé a escuchar jaleo en el piso de abajo, parecía que Alan no estaba solo ahora. A los pocos minutos unos golpes en la puerta de mi habitación me hicieron sobresaltar.
–Carolina ¿Estás vestida? ¿Podemos pasar?
–Sí
Un momento... ¿Podemos? La puerta se abrió, dando paso a un niño de unos ocho años y a una chica que no sé si llegaría a la mayoría de edad, detrás de ellos entró Alan.
–Lo siento por entrometernos así, pero insistían en verte... él es Dylan y ella, Penélope.
–¿Y son? –pregunté desconcertada.
–Mis hermanos.
Me sorprendí con la respuesta, los dos se acercaron entonces a saludarme.
–Por lo caprichoso que eres, pensaba que eras hijo único. Parece que me equivoqué... –mi voz adquirió un tono de sátira.
–Lo hiciste, como siempre también te digo –rio.
–Así que familia numerosa ¿Sois tres o queda alguno más por aparecer en casa?
–Yo sólo tengo dos hermanos –contestó seguro de sí mismo.
El pequeño parecía muy tímido y ella, ella es la que pidió conocer a la chica que se había atrevido a insultar y vacilar a su hermano, como si eso fuera un acontecimiento histórico, insólito e imposible de repetirse.
Se quedaron todo el día con nosotros. Lo agradecí por si acaso Alan tenía intenciones de hablar de lo de anoche, no es un tema que me apetezca tocar una vez que se cerró y se cambió de libro. Los tres eran muy diferentes entre ellos pero se querían mucho, esa es la conclusión que obtuve de estar largas horas bajo el mismo techo. Incluso Alan era uno de esos hermanos mayores que se preocupaba, protegía, jugaba y disfrutaba sinceramente, de pasar tiempo todos juntos. Supongo que las largas ausencias les hacen estar más unidos después.
Por la tarde nos encontrábamos viendo una película los cuatro en las butacas de la sala de cine, porque sí, después de ver su mansión, me fascinó que tuviera de todo lo imaginable y también de todo lo nunca imaginable. De repente, uno de los jóvenes que siempre va con él, entró en la sala procurando no molestar. Sus hermanos no desviaron su atención de la pantalla, pero yo sí. El semblante serio de su rostro, que podía distinguir en la casi oscuridad, no era muy amigable, hizo un leve movimiento de cabeza para que Alan saliera. Quizá ese misterio que se traían entre manos era más emocionante que la historia que estaban proyectando, sólo había una forma de comprobarlo. Vale, Sherlock. Lo único que te faltaba... ir de detective.
Caminé por los pasillos cercanos, tampoco quería alejarme y perderme en aquella casa. Estaba a punto de regresar al no encontrarlos, viéndome obligada a cerrar mi corta investigación, cuando en la última puerta del pasillo oí una voz masculina. Pegué mi espalda a la pared como en las películas, paré justo al lado de esa sala, creo recordar de nuestra visita matinal, que era su estudio de grabación.
–¿Se puede saber qué cojones quiere ahora? ¿Para qué llamó?
–Fue claro, Alan. Quiere hablar contigo.
–¿Le dijiste que yo no?
–Por supuesto.
–Tal como siempre... –rio forzosamente– hasta que no logra sus objetivos pisando a quien sea necesario en el trayecto, no para. Sin embargo, esta vez no será así, esta vez su objetivo está truncado desde el principio.
–¿Y si vuelve a llamar?
–En ese caso, yo mismo le mandaré a la mierda.
–Alan ¿Eres consciente de que vuestro último contacto fue cuando pasó lo de...?
–No me lo recuerdes Adriak, por favor –le interrumpió.
–Lo siento, hermano. Pero parece que todo se reavivó de nuevo.
–Lo sé, lleva jodiéndome la vida tantos años. Es hora de que yo se la joda a él.

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Lo Inesperado
Teen FictionCarolina es una joven de 25 años, decidida y con una personalidad arrolladora. Desde la adolescencia no se sintió identificada con los chicos de su edad, lo que hizo de ella una persona independiente, con pocas amistades y sin pareja. Su vida gira e...