c i n c u e n t a y s i e t e

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—... gracias por tu compra, que no tengas un mal día —habla alex y luego de que el cliente sale de la tienda deja salir un gran suspiro de cansancio, que quién sabe de dónde sacó.

esta vez el local se encuentra silencioso, a excepción de cuando alex habla con los clientes o cuando éstos hablan entre sí, aunque en este día en particular no ha habido tanta gente de lo habitual, pero eso a alex no le preocupa ni un poco.

su mirada se posa en rubén, que después de dejarle un día solo en el trabajo, regresó para seguir comportándose como el hijo de puta que alex dice que es, y si antes apenas le decía tres palabras, ahora prácticamente está ignorandole desde que llegó. y exactamente es eso lo que más le preocupa y le molesta, sobre todo.

y claro, él no piensa ver cómo el rubio ni siquiera voltea a verlo y está ahí con una cara más mierda de lo normal.

—hey, tú, ¿por qué actúas como un niño inmaduro? —suelta alex para llamar la atención del otro chico.

—¿eh? —rubén al fin voltea a verle—, ¿inmaduro? tú fuiste el primero en no hablarme.

—¿que yo dices? porque estaba enojado, muy enojado, ahora ya se me pasó un poco y no puedo seguir así, viendo cómo te comportas; ignorandome y... ¡ni siquiera me mirabas antes! no es justo que sigas enojado sólo porque te dije tus verdades.

—no estoy enojado, nunca me ha gustado hablar con nadie.

—eso es verdad, pero... ¿no estás enojado?

—no... supongo.

—yo sí —se cruza de brazos y voltea el rostro—; porque me dejaste solo ayer, ¿por qué no viniste? tu no-, el chico que siempre viene tampoco vino, hubiera sido triste para él decirle que no estabas aquí y que vino para nada.

—como sea —se vuelve a dar la vuelta y continúa con lo que antes hacía.

—igual te digo que si te hablé primero no fue para pedirte disculpas o algo así, no me arrepiento de lo que dije, pero ya no estemos enojados, ¿vale? —aclara.

—vale —dice despacio y después de eso, ambos chicos se concentran cada quien en su trabajo.

más tarde, es rubén quien ahora está en el puesto de alex; así que aprovecha para sentarse en la silla que hay en el recibidor.

escucha unos ruidos que seguramente los provoca alex, y lo confirma segundos después cuando el de menor estatura sale con algo en manos.

—iré a poner esta cosa allá afuera... ¿qué cojones? —murmura el pelinegro mirando el cartel entre sus manos.

rubén no ve la necesidad de responder y continúa haciendo nada, en específico.

mira su teléfono por un segundo y luego se arrepiente, no es que haya visto algo, sino lo contrario; no hay nada en él, nada de lo que está esperando desde antes de irse a dormir.

él estuvo pensando que samuel le mandaría mensaje reclamando su sudadera con otros cuantos mensajes fuera del tema y todas esas cosas que dice, pero nunca sucedió, tampoco ha aparecido en la tienda, como ya es costumbre. no está ansioso por verlo, lo que pasa es que no quiere quedarse con una prenda que no es suya, según él.

deja el móvil al lado y se ordena a sí mismo no volver a tocarlo y dejar de darle tanta importancia a una simple sudadera.

y lo único bueno, para rubén, es que no ha sentido a sus supuestos fantasmas; así que el único que le está jodiendo la vida es alex, pero lo soporta. aún le parece extraño que ese sentimiento de ser vigilado aveces está y aveces no, como si los fantasmas se tomaran días libres. pero los fantasmas no se cansan, ¿o sí?

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