game store ;; rubegetta

ｖ ｅ ｉ ｎ ｔ ｉ ｎ ｕ ｅ ｖ ｅ

—mira, mira, este—el más pequeño le muestra a su amigo el móvil.

—¿qué? —le pregunta rubén.

—espera—alex le cambia la canción, haciendo que suene moves like jagger de maroon 5—, esto; exorcismos.

—¿exorcismos? ¿por qué? —mira extrañado al menor.

—agh—rueda los ojos—; ¿no dijiste que tus fantasmas volvieron? nunca quieres mi ayuda, rubén.

—no son fantasmas.

—¿entonces qué son? ¿algún proyecto del gobierno o qué?

—no, no sé qué es. quizás sí sean fantasmas, pero no es necesario un exorcismo.

—quizás no—alex guarda su teléfono—, ¿te has puesto ha pensar que puede ser alguien? no sé, algún pretendiente tuyo.

—¿cómo? —cuestiona el rubio.

—agh, tú no eres tonto, eres lo que le sigue—niega con la cabeza—, puede que tengas a alguien observandote y no sea un espíritu chocarrero.

—¿estás diciendo que tengo a una persona acosadora? —dice rubén.

—bravo, bravo—alex aplaude exageradamente—, al fin has entendido algo.

—no lo creo—niega el otro.

—¿cómo que no?

—es algo muy ridículo, nunca he visto a alguien que...

—no, porque aparte de tonto eres ciego. ¿cuánto tardaste en darte cuenta que le gustas a akira, eh? exacto, un siglo, y fue porque yo te lo dije.

—¿es akira? —pregunta rubén, haciendo una mueca.

—no, no es ella o no sé, no sé quién sea y... —el menor da un largo respiro—, ¿en serio no te interesa nadie?

—no—niega.

—¿ni un chico ni una chica? —rubén vuelve a negar—, tú tienes cara de que te van los chicos.

—que no.

—venga, rubius, hemos sido amigos desde que éramos unos críos, sabes que yo siempre te voy a entender.

—no sé de qué me hablas.

—mira, dejando a un lado lo otro—alex se acerca a su amigo—, sé que para ti las personas y el estar fuera de casa son una mierda, pero yo te entiendo y lo haré siempre. y aunque seas un hijo de puta casi siempre, también eres mi amigo, rubius.

—ni se te ocurra darme un abrazo, que te pego, alex—le dice rubén, ablandando su mirada.

él siente que no se merece a alex, realmente nadie se lo merece, pero él siempre va a estar para todos, sobre todo para el rubio.

—es que sí quiero, rubius—chilla alex—, ¿por qué el rubius chiquito sí se dejaba?

—porque literalmente me obligabas, sino me dejaba me amenazabas con romper uno de mis dibujos—recuerda el más alto.

—oh, es verdad—ríe—, por cierto, ¿has estado dibujando?

—sí, estoy a mitad de un dibujo, no sé qué vaya a salir.

—quiero verlo, cuando lo termines, claro.

—vale.

—y tam... —alex no logra terminar porque un cliente llega a la tienda—, ¡hola, bienvenida!

rubén se va hacia otro lado, pensando en cómo alex siempre trae energía y habla tan alegre, cuando él parece un muerto andante.

definitivamente, alex es lo mejor que le ha pasado, aunque no lo admita, porque además de ser su único amigo, es también al único que le enseña sus dibujos. al único que ha dejado quedarse en su vida.