v e i n t i c u a t r o

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en el "by games" se escucha eternal youth de rude, una melodía algo calmada para los chicos que están dentro del lugar.

—¿y este?

—no.

—¿y este?

—no.

—¿y este otro?

—tampoco.

—pero, ¿este sí?

rubén da un respiro hondo y voltea ver al chico que tiene al lado.

—¿qué es lo que quieres? —le pregunta.

—recomendaciones de videojuegos y... hablar contigo—susurra lo último.

—eh, no lo sé, sólo estás señalando videojuegos al azar sin siquiera voltear a verlos—dice el rubio.

—ah.

samuel se queda callado, dejando pensar a rubén, ¿de verdad le gustaba a ese chico? ¿o sólo es una mala broma de su amigo?

obviamente no puede preguntarle, aunque sí es capaz, pero tiene que aguantarse. tampoco siente que es necesario saberlo, prefiere no confirmarlo y no hacer este momento mucho peor.

se escuchan pasos ir hacia ellos y voltean a su izquierda.

—hola—saluda willy, achinando mucho más sus ojos—. voy a bailar.

sin más el chico se va, dejando nuevamente solos a los otros dos, sacándole una sonrisa divertida a samuel y una mueca a rubén. existe cada cliente.

—oye, ¿conoces a la chica de la cafetería de allá? —samuel rompe el silencio.

—no, ni siquiera me hables de ella—rubén bufa.

—¿entonces no te gusta? —no se da cuenta de lo que dice hasta que el rubio le mira extrañado.

—¡no! ¡nunca! —casi grita.

a samuel se le sale una pequeña sonrisita, sin que el rubio se dé cuenta.

punto para mí, piensa samuel.

él se queda pensando en que ahora tiene más oportunidad con rubén o algo así. mientras que rubén se queda mirando hacia un punto de la tienda, ignorando la sonrisa boba del otro.

—¿por qué eres tan guapo? —susurra samuel.

—¿qué? —rubén le mira.

—nada.

rubén vuelve a mirar hacia su derecha, ahora pensando que siempre que se dice que será un día mejor pasa todo lo contrario. trata de acostumbrarse a ello, pero no puede.

digamos que a lo que él está acostumbrado es a ser un antisocial amargado que se encierra en su habitación sin hacer nada en concreto, pero como dice que la vida le odia, ahora está tratando con personas todos los días.

—¿me pasas tu número? —suelta derrepente samuel.

—¿eh? —rubén le mira.

para rubén todo iba de malas en peor, y es que ni siquiera se sabe su número, ¿para qué aprenderselo si no habla con nadie?

¿acaso está pensando en pasarle su número?

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