50

2.2K 157 123
                                    

(50)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(50)








UNA OBLIGACIÓN










2 de octubre.


María.

Todavía no me acostumbraba a salir a todos lados con barbijo y menos creía que era lindo ingresar a un bar con ello, pero era lo que me tocaba, nos tocaba. Guadalupe me había dicho que venga y últimamente desde que abrieron los bares por lo menos una vez a la semana me hacía salir para que me despejé y la verdad se lo agradecía muchísimo.

Gracias a ella y a Joaquín yo estaba mucho mejor, ya no lloraba, aunque las ganas de antes no volvieron creería que volverían pronto, la herida estaba sanando. Se anunciaba casi dos meses de que terminé con Valentín y suponía que para el tercer mes me iría a importar un poco menos que antes todo esto.

Camino entre las mesas tratando de ubicar a Guada cuando sé que es la única que podría estar agitando la mano como loca, me extraña un poco verla con dos chicos. A uno lo conocía por ser su interés amoroso de la facultad, Juan se llamaba y al otro rubio no lo conocía pero aún si me acerco con una sonrisa falsa.

—¡Llegaste! —casi que grita para levantarse a darme un abrazo.

La aceptó solo porque la amo aunque no puedo parar de pensar en que armó cita de cuatro.

—Te voy a presentar a Juan, ya lo conocías.

El morocho me sonríe para levantar su mano y asiento.

—Si, claro, lo conozco.

—Y él es su amigo Augusto.

Dejó de mirar a mi amiga para mirar ahora al rubio, quién me sonríe mostrando que tiene una sonrisa impecable de teclas y color Colgate, aparte era bastante bien en todo lo que restaba de físico. Lo saludo igual que a Juan y me siento a lado de mi amiga, lugar que estaba vacío.

No hablamos sobre lo que está pasando porque no es momento y porque se notaría. Sin embargo, charló con Augusto como amigos, me pregunta mis cosas y yo la suya resulta que también estudiaba para contador en claro, la facu de mi amiga, la UADE. Vive en Palermo y es hijo único, en realidad si no me lo decía lo sabría igual, tenía toda la pinta.

No parece muy prepotente ni sobrador parece humilde y me extraña teniendo toda la pinta de serlo aunque ahí aprendo nuevamente que la frase de no juzgar por su portada tiene razón.

El único momento dónde nos quedamos solas es antes de irnos. Los dos flacos se van al baño mientras nosotras nos tomamos el último trago de cerveza, no lo aguanto y lo suelto una vez que los dos chicos están lo suficientemente lejos.

tercer piso | wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora