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MALU
María se había mudado finalmente el fin de semana como Joaquín se lo propuso, al ser un día libre para sus dos amigos cercanos no tuvieron problema con la ayuda. A pesar que tuvieron que subir y bajar las escaleras varias veces entre quejándose porque todavía no arreglaban el ascensor y soltando carcajadas por comentarios inútiles en el camino.
La mayoría de los inquilinos que estuvieron esa siesta en el edificio, ya sea por verlos o escucharlos supieron que una mudanza se llevaba a cabo, como también se dió cuenta Valentín.
Sabía que no podía ser otra persona más que la chica, el conserje era muy charlatán y le contaba todo los detalles de lo que pasaba en el edificio solo por ver que Oliva era algo hablador y simplemente que por el hecho de ser hombre le caía mejor y también porque sabía a qué se dedicaba. No sé habían cruzado desde la revelación en plena escalera, pero sabía que se volverían cruzar de alguna u otra forma ahora vivirían en el mismo lugar aunque ella no estuviera en el mismo piso.
Y lo más importante, era que él sabía que se volverían a cruzar o hablarse era porque quería saber cómo se llamaba y porque ella de alguna forma había actuado extraña o ajena ¿No lo conocía? ¿No sabía quién era? Si era así, quería conocerla más.
A veces que lo conozcan y solo se acerquen por una foto o un beso solo por ser quién era lo dejaba pensando si lo trataría igual sin ser alguien y la verdad era que no, así que en ese momento de su vida a Valentín le costaba conocer a chicas que lo traten sin ser especial y sabía que la chica del tercer piso era lo que buscaba.
Era jueves por la noche, más específicamente las una y media de la mañana y él se encontraba tomando aire en el balcón mientras se fumaba uno con la idea de irse a dormir después, tenía un pie apoyado sobre la reja del barandal observando la calle vacía pensando en muchas cosas. Sin embargo el silencio que invadía esa cuadra fue desapareciendo de apoco cuando a lo lejos comenzó a escuchar música, seguramente de algún auto. Hasta que se acercaba más y más a una velocidad mayor, hasta que se freno justo en frente del edificio.
Valentín observo que era una camioneta negra, la música venía de adentro. Del asiento de atrás bajo una chica dejando salir con ella la música y carcajadas.
—¡Si, si, ya les dije que si! —escuchó perfectamente Oliva. Soltó el humo hacía afuera y trato de identificar mejor a la mujer.
Era la chica del tercer piso.
Podía ver qué la camioneta lo manejaba un tipo, pero desde esa altura no distinguía los rasgos de la cara. Noto como su nueva vecina del edificio cruzaba la calle si ni siquiera mirar, negó con su cabeza y entendió que ella solía hacer mucho eso de seguido y que aquella noche que casi la atropelló cuando iba en el auto con sus amigos no fue algo alejado del todo.
