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DESGRACIA



Pasé media hora, sin mentir, sentada contra en la puerta llorando hasta que decidí que era hora de dejar de ocultar mi desastre como si fuera una nena de diez años y levantarme ver, revisar mis opciones y saber que haría.

Desde los 15 años era, literalmente, independiente de toda acción. Mamá nunca fue una madre como debería serlo, pero pero pero por lo menos no me había abandonado como mi papá, igual ella dejó de prestarme atención cuando tuvo a su segundo hijo, Lautaro, mi hermano que ahora tenía seis y era lo único que ataba a mi mamá.

Comencé a trabajar desde chica, cumplido los quince años primero en un maxi kiosko y así fui rotando mientras que con esa plata la gastaba básicamente en mis cosas, que mamá no me daba cosas que tenía que tener un alumno normal que iba a la secundaria, con esos trabajo pude comprar y obtener en sexto la chomba y buzo como todos los egresados de mi curso porque si dependiera de mamá nunca lo hubiera conseguido.

Mi papá, como ya dije, nos abandonó, no solo a mí sino a mamá cuando cumplí los cuatro años y nunca supe nada más de él. Hasta que reapareció hace unos años deseandome unos feliz dieciocho cuando yo estaba cumpliendo diecinueve años en realidad, ni siquiera realmente sabía mi edad pero no me quejé solo porque apareció dejándome la clave de una caja de ahorro que supuestamente era solo para mí con unos 30 mil pesos, solo por esa cifra, no le grité y deje que hable con mamá.

Con esa plata pensé hacer muchas cosas pero hice lo que cualquiera haría a mi edad; mandarse a mudar de su casa.

Conseguí este departamento, si es que se le podía decir departamento porque solo tenía una habitación chica, el baño y un espacio dónde tenía que ser mi comedor-sala, no fue difícil porque estaba pelada así que lo que traje fue solo mi cama y una televisión que fue lo único que me dejó traer mamá que no era mío. Y eso, ponele, que fue hace un año y medio, así que en ese entonces cuando papá apareció estaba trabajando como ayudante de una abuela mayor con las cosas de su casa, me pagaba bien, así que tenía algo ahorrado y con lo que ahorré me compré una heladerita, papá apareció un año después enterándose que solo comía cosas que se fundían en dos días porque no tenía cocina y también me compro una cocina, después desapareció... Y ahí se fue todo, literalmente, a la mierda mi vida.

Perdí el trabajo con la abuela porque la desgracia me perseguía: falleció. Hace cinco meses conseguí un laburo como ayudante en una peluquería de cajera con la ayuda de mi amiga Guada, pero obviamente ya me despidieron ayer porque haberme quedado dormida varias veces este último mes y llegué, tarde, o a veces ni iba. Y agregando, que debía tres meses de alquiler que eran unos cinco mil pesos por mes, más cable y demás. Mi vida se derrumbó y casi, casi, que estuve tentada en llamar al que se decía llamar padre para que me preste plata, pero no quise rebajarme así que así era como Jorgito, el encargado de los deportes, me pedía que me vaya.

tercer piso | wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora