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CONFIANZA






Al no verlo más en su balcón me levanto de mi comodidad para definitivamente poner más agua porque yo ya me tomé un termo entero sola.

Cargo agua en la pava eléctrica que tenía, pero que obviamente se fundió el apagado automático o no asi que tenía que mirarlo cuando el agua hierva para apagar porque sino seguía, en ese momento escucho unos golpecitos en la puerta y me da gracia por la forma en que tocó.

No sé porque... No habíamos hablado mucho ni tuvimos oportunidad pero sentía que este pibe era todo un personaje.

Cuando ya abrí la puerta me acuerdo que me olvidé de cambiarme de ropa, así era yo, quería que los demás me den buena impresión y yo nunca demostraba lo mismo, juas.

—¿Querés que vaya por algo? —pregunta mirándome, no puedo decir nada porque el vuelve a cuestionar y ahí entiendo—. ¿Facturas o galletita o algo?

—¿Vos querés? —cuestiono viéndolo. El se encoge de hombros, entonces me río—. Si vos querés anda, yo no suelo comer nada con el mate.

Valentín se ríe y niega, entonces le abro la puerta para dejarlo pasar mientras el murmura un «permiso».

—¿Tomas amargo o dulce? —levanto la voz desde mi cocina.

Cargo el agua el termo y segundos después escuchó su respuesta.

—Como quieras.

No por dios, no quiero uno que me diga siempre como quieras sino alguien que decida por mi.

Igualmente, estaba tomando amargo así que él tomaría igual por no decidir. Cambio la yerba al mate mientras comienzo a pensar de que mierda iremos a hablar, aunque también pensaba eso cuando fuimos a aquella plaza y pasamos un lindo rato.

Valentín ayuda a mover el otro puf que tenía en el centro de la parte de sala al ver que yo estaba ocupada con el termo y mate. Nos acomodamos y se produce un silencio incómodo, no de nuevo decía, sin querer se me escapa un suspiro y solo por casualidad giro mi cabeza viéndolo que me estaba observando con una sonrisa apretada.

¿Se estaba riendo de mí? Seguro.

—¿Qué? —lo encaró, el se ríe más y me hace fruncir el ceño y niega, así que me hago la que no me importa—. Bueno, dale.

—¿No te jodí no? —cuestiona después de que le pase el primer mate, niego. Me entra la curiosidad.

—¿Desde cuándo más o menos me estabas mirando?

Le parece re gracioso eso porque deja de chupar la bombilla para ponerse a pensar.

—Y unos diez minutos... —se pone sincero y vuelve a tomar el mate hasta hacer ruido y pasarme—. ¿En qué pensas tanto? ¿Problemas?

tercer piso | wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora