69- Deberes familiares

2.9K 415 122
                                    

Azali ingresó a la suite y caminó hacia la sala del desayuno y observó que todo estaba en silencio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Azali ingresó a la suite y caminó hacia la sala del desayuno y observó que todo estaba en silencio. Ni siquiera haría el intento de husmear en la habitación de Bastian. Después de una semana, lo más probable e higiénico era que le prendieran fuego. Se acercó a la de Danisa y la puerta estaba entreabierta como siempre.

Una pregunta cruzó por la cabeza de Azali. ¿Danisa era realmente así de descuidada o lo hacía a propósito? Cualquiera fuera la respuesta, era una tortura para Azali, una tortura que lo había llevado a una pícara adicción. Movió la puerta muy despacio, la idea era que la bella durmiente continuara en sueños y entonces allí estaba, decorando el colchón con su impresionante cuerpo. Dormía con una almohada entre las piernas, más de una vez él quiso ser esa almohada.

Rozar la piel exquisita del interior de sus firmes muslos y luego estaba el pequeño camisón color vino que contrastaba con su piel pálida. Un bretel colgaba dejando que parte de su pezón escapara. Azali pensó que el bastardo que haya tenido el gusto de besar esas pequeñas cerezas era un idiota por apartarse. El teléfono vibró en su bolsillo y rápidamente respondió.

― Débora.

― Aza.

― ¿Sí?

Era extraño, en el tiempo que llevaba ahí su exesposa nunca lo había llamado, era él quien se comunicaba siempre.

― ¿Cómo estás?

― Bien ¿y tú?

― No lo sé...

Azali le dio una última mirada a Danisa y se alejó de la puerta para no despertarla.

― ¿Qué sucede?

― Nunca te ha pasado que te acostumbras tanto a alguien que lo ignoras y sólo cuando lo pierdes, adviertes su enorme valor.

― Es posible — respondió sin titubeos.

― Necesito que vuelvas a casa, amor —. Azali frunció el ceño.

― ¿Para qué?

― ¿Para qué? Soy tu esposa.

― Dejaste bastante claro que no querías nada conmigo ese día en el que te llamé y te interrumpí en tu cita.

― Fue un error ¿tú no los cometes?

― Todo el tiempo, sin embargo, a ti nunca te vi de ese modo.

― ¿Cómo una mujer necesitada de afecto? Porque eso es lo que soy, lo he sido durante mucho tiempo.

― Nunca me lo dijiste.

― Azali ¿es que estabas ciego?

― Llegaba de las misiones, tú me recibías con un abrazo, un beso, hacíamos el amor, pasábamos tiempo juntos y con nuestros hijos. Hasta el día que me pediste el divorcio jamás hablaste claro. Reconozco mi falta de empatía, pero tú también tuviste responsabilidad.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora