68- Letargo

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Una semana después...

Duermo entre las aguas, mi sangre las tiñe de rojo, las flores lloran. Ni siquiera los fantasmas se apiadarán de mi alma. No hay lugar para mí en su mundo, no hay lugar en este tampoco. He sido mancillada, nadie podrá amarme, viviré entre mundos por el resto de mis días, sólo me queda rogar al buen espíritu de las aguas que me cuide y me traiga calma.

Eres el causante de mi dolor, no escaparás de mi tormento, estamos juntos en esto, no puedes librarte. Tu corazón es mío, tu amor es mío, destruiré a quien te ame, lo condenaré a mi suerte.

Ven a mí, estoy esperándote, Alan...

Brandon despertó con un enorme dolor en el pecho, como si estuviera a punto de sufrir un infarto, las ganas de llorar como si hubiera perdido a su amor para siempre. Escuchó el sonido de la ducha y, aun así, la tranquilidad no regresó. Dio un salto de la cama y caminó hacia el baño en donde estaba su novio. La silueta entre el vapor que se percibía a través del vidrio de la mampara tranquilizó su espíritu.

Lo había olvidado.

El secuestro, la desesperación, la pasión y el amor irrefrenable del reencuentro, la mini luna de miel de una semana lo habían hecho olvidar y pasar por alto la verdad. No sería feliz, le arrebatarían todo lo que amara porque un hijo de puta de su familia le había destruido la vida a una pobre muchacha aborigen.

Esa era a la conclusión que había llegado después de escuchar su voz, de la imagen nítida y la secuencia de película en su sueño.

"Alan".

Lo había nombrado, ahora tenía el nombre del responsable de su martirio. La mujer hermosa lloraba, ahogándose en un río majestuoso decorado con flores blancas, el repudio y el desdén de la gente de su comunidad que se encontraba en la orilla del río, la visión de una tribu despidiéndola y más allá, entre los árboles, un hombre entrado en años cuyas lágrimas caían sin control. Tristeza e ira bramando en sus orbes oscuros como la noche. Tenían un par de piezas sueltas, es todo lo que poseía de un pasado ancestral desconocido, su hermana había muerto, al igual que sus padres, un par de tíos vivos del lado de la familia de su padre, que había visitado una sola vez cuando tenía 10 años. En realidad, todo era un supuesto, a ciencia cierta, tampoco sabía si ellos estaban con vida todavía.

Antes de que Bastian advirtiera su presencia volvió al dormitorio para buscar su ropa. Marcó el número tan rápido como pudo.

― ¡Y hasta que al fin apareces!

― Hayden...

― Sí, ya sé, has estado acurrucado con tu amorcito. Me alegro de que todo haya salido como lo planeaste.

― Escucha — interrumpió todo el palabrerío de Hayden — una mujer en el río.

― ¿Eh?

― La vi ¡mierda! — gritó desesperado — nunca me había permitido verla hasta ahora, su poder sobre mí se intensifica. Incluso me llamó Alan.

Caminó de un lado a otro, cuando Bastian salió del baño se quedó perplejo ante el estado de desesperación del tipo. Se dirigió hacia él e intentó preguntar lo que sucedía.

― Por favor, quédate aquí...

― ¿Dónde vas?

No respondió. Salió de la habitación y caminó por el pasillo con el celular pegado a su oreja.

― ¿Podrías calmarte?

― ¿Es que no lo entiendes?

― Lo que entiendo es que todo el mundo pensará que estás chiflado si no te tranquilizas.

― ¿Y cómo sabes que no lo estoy?

― Primera muestra de cordura, todavía puedes disociar la realidad de la fantasía.

― No sé si eso es tan así...

Se detuvo en medio de las escaleras y se sentó sobre los escalones para continuar hablando.

― Hayden, estoy perdido.

― Ok, cuéntame un poco.

Brandon relató el sueño de una forma tan perfecta, cada detalle, una fotografía de una ceremonia de sacrificio. Hayden escuchaba con atención, buscando alguna vinculación.

― ¿Quién es Alan?

― Yo qué sé. Un tatarabuelo, tal vez, un tío lejano, no lo sé, hay demasiadas posibilidades.

― ¿Familiares de tu familia paterna vivos?

― 2 tíos... creo...

― Bien, enfoquémonos en eso y olvidemos lo de la familia de tu madre, por ahora. Tienes que hablar con ellos.

― Soy un desconocido para mi familia.

― ¿Quieres proteger a Bastian?

― Ni siquiera deberías preguntar.

― Entonces, en vez de estar poniendo excusas, deberías estar pensando en volar a dónde ellos se encuentren.

― No, me dijo que estaba cerca, que fuera hacia ella.

― Brandon, no es un enemigo convencional, no organizarás un equipo de rescate o eliminarás un objetivo. Olvídate de la estrategia.

― Hayden, ¿te escuchas? — el hombre sonrió y negó.

― Sí, me parece que estoy más loco que tú, aun así, tú eres un hombre de guerra, no un manojo de nervios. Eso queda para la gente común. Estás entrenado para las situaciones límites, bueno, noticia de último minuto, ¡estás en una! Así que, te aconsejo que te calmes y hables con tu gente y le cuentes los pasos a seguir.

― Prometiste acompañarme.

― Por supuesto, la oferta sigue en pie, iré junto a mi esposo quien está más intrigado con todo esto que yo. Incluso si cambiamos el destino original. Sólo dime, ¿dónde comenzaríamos?

― Empezaremos en Essex.

― Genial, Gran Bretaña ¡allá vamos!

Brandon asintió y, después de unos minutos más de charla cortó la comunicación. Continuó sentando en las escaleras, cerró los ojos y golpeó suavemente el celular contra su frente.

Quien fuera el puto Alan lo odiaba, lo detestaba, aborrecía que lo pusiera al borde de la racionalidad y la cordura. Le partía el alma tener que abandonar de nuevo lo único de valor con lo que contaba en su vida, pero, Bastian era inocente, y si debía entregar su vida para protegerlo iba a hacerlo sin pensarlo.

Bastian era fuerte, mucho más que él. Si Brandon moría, le dolería seguramente, pero, podría continuar. El caso de Brandon era diferente, ya no tenía fuerzas para seguir. Había perdido demasiada gente, había matado a otras tantas y en este mundo, en donde casi todo lo hacía mal, había encontrado un tesoro, como un alma que pasaba siglos de letargo y convergía con un ser sublime. La misma dimensión, el mismo espacio, 2 seres que no estaban destinados a encontrarse, pero, lo hicieron, desafiando leyes, prejuicios, dolores y ahí estaban.

Brandon observó la foto en el celular y la acarició con el pulgar.

"Cada vez que te veo dormir a mi lado pienso ¿qué no haría para protegerte? ¿qué más estaría dispuesto a dar si pudiera evitarte al menos un dolor de todos los que sufrirás a lo largo de tu vida?"

Dio un suspiro y apretó el celular con su mano. Era hora de terminar esto.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora