3- Placer en primera mano

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La espalda de Damián dio de lleno en el colchón cuando Martin lo empujó para luego sentarse a horcajadas sobre él

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La espalda de Damián dio de lleno en el colchón cuando Martin lo empujó para luego sentarse a horcajadas sobre él.

― Damián Blake Driesen, ¿te gusta cómo suena?

Musitó al oído del médico quien cerró los ojos para disfrutar las caricias de su esposo.

― Me encanta, como todo lo tuyo.

Martín se sentó en sus muslos y de un tirón abrió la camisa blanca, los botones volando a todas partes. Damián no dijo nada, de hecho, nunca decía nada y se dejaba llevar por los deseos de su amor.

Se movió en círculos sobre las caderas, sintiendo como el miembro palpitante, poco a poco, se estaba endureciendo. Damián se incorporó, sentándose en la cama y tomó la abertura de la camisa de Martin rompiéndola del mismo modo que la suya.

Martin se mordió el labio cuando la boca carnosa se enganchó a su pezón izquierdo y succionó. Eran su debilidad, Damián sabía que sólo con eso, su esposo se ponía erecto. Lo estiró con sus dientes y Martin se contrajo en una mezcla de placer y dolor dando un gemido.

Le arrancó la camisa y deslizó sus manos por la espalda tonificada, al tiempo que Martin besaba su cuello y volvía perderse en su boca.

― He preparado algunas cosas para esta noche, ¿te animas?

Damián asintió, salpicando besos por el pecho y llevando su boca hacia el otro pezón. A esta altura, Martin sólo quería que lo follara como él sabía, sin embargo, quería entregar algo más a ese encuentro. Damián siempre daba todo en el sexo, bueno, Martin quería recompensarlo, darle placer de primera mano.

― Espera...

Se humedeció los labios y dejó un beso corto en los labios moviéndose de ese cómodo lugar.

― Quítate el pantalón y el bóxer.

Damián frunció el ceño y luego sonrió, lo haría, no es que tuviera un inconveniente con eso. Se deshizo de las molestas prendas y se sentó en la cama, esperando a su esposo quien regresó con una pequeña bolsa plateada.

― Es para ti...

Los ojos negros se abrieron con sorpresa, Martin se sentó a su lado, expectante. El médico abrió la bolsa sólo para encontrarse con un lubricante extra-duración sabor frutilla y una prenda que era la más loca combinación entre una zunga brasileña y un hilo dental. Del mismo color que la bolsa, con pequeños estrases en las orillas. Toda una monada, sin duda.

― ¿Esto es para mí? —. Martin asintió con felicidad —. Amor... es...

― ¿Es qué?

― ¿Le has visto el tamaño?

― Eso no importa, te quedará genial.

― No voy a entrar ahí.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora