27- Injusticias

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El clima dentro de la camioneta era tan lúgubre que Sharik y Kaz apenas se miraban, ¿cómo decirle que lo entendía? ¿de qué forma explicarle que debía ser fuerte para su familia? ¿Qué nada te vence a menos que tú lo permitas?

Kaz no era muy creyente, había presenciado tantos horrores que le erizarían el vello de la piel a cualquier ser humano, no obstante, relegó a un segundo plano los ecos de la oscuridad en su persona, los deseos de terminar con su propia vida y se concentró en el ser humano que llevaba a su lado y que de vez en cuando se limpiaba las lágrimas.

― Ya hombre, va a estar bien, deja de llorar.

― Es sólo un niño, Sr. Kazinsky... no merece...

― Para con eso, la vida no se trata de merecimiento, a la vida no le importa si eres un niño o si eres un viejo, la vida te pone pruebas y debes ser capaz de soportarlas, te impone un ritmo letal que debes seguir y aprender a bailar con él.

― Eso es demasiado, he tratado de ser fuerte, pero...

― Ya estás cansado.

Interrumpió con fastidio el hombre, deteniéndose en la puerta del hospital para que Sharik descendiera del vehículo.

― ¿Te das cuenta de que esto no para cuando tú quieres sino cuando la vida lo desea? ¡Acepta la puta realidad! No puedes cambiar tu destino y mucho menos el de tu hermano así que, ahórrame el disgusto y cambia esa cara porque definitivamente prefiero verte con tu risilla tonta. Tu hermano te necesita fuerte, si no puedes serlo por ti, al menos hazlo por él.

Sharik estaba enfocado en la calle, en el pavimento que, poco a poco, empezaba a mojarse por una fina lluvia, las luces del vehículo reflejaban las gotitas cayendo sobre los faros y el capó.

― Gracias por traerme, en verdad, esto es muy importante para mí, Sr. Kazinsky.

― La puta madre, deja de llamarme así, nadie me dice así, dime Kaz ¿tanto te cuesta?

― Lo lamento — el muchacho agarró la manija de la puerta — supongo que en algún momento me acostumbraré.

― Sí claro — el hombre puso los ojos en blanco y le quitó el seguro a las puertas —. Vete ya, te deben estar esperando...

Sharik asintió y por primera vez después de la triste noticia dibujó una sonrisa. Kaz tragó saliva y volvió a enfocarse en el vidrio delantero que ahora comenzaba a cubrirse con miles de gotas que caían a mansalva.

El muchacho bajó del auto y corrió hacia la entrada del hospital. Kaz dio un suspiro y se dio la cabeza contra el volante.

¿Qué carajo estaba haciendo? ¿Se estaba ablandando? ¿Y encima con un tipo?

Dios, si sus compañeros lo vieran, ya podía escuchar las burlas garrafales de Alexander y Azali, incluso de Brandon. Aunque, el hecho de presenciar como una persona llena de luz era absorbida por la oscuridad lo consternó.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora