14- Te amo, y que el mundo arda si es preciso

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Brandon tenía demasiadas actividades pendientes, pilas de cosas, ¿por qué carajo era incapaz de mover un músculo?

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Brandon tenía demasiadas actividades pendientes, pilas de cosas, ¿por qué carajo era incapaz de mover un músculo?

Apenas había logrado levantarse de la cama, estaba tan enfermo, sin embargo, no era una dolencia física sino del alma. Como si tuviera una gran fisura desde la cual supuraba la vida misma.

"Hice lo correcto, lo hice".

Se lo había repetido tantas veces, entonces, ¿si era lo correcto porqué se sentía tan doloroso y equivocado? Recordó a ese muchacho alejándose, con sus pies tocando la arena, su pantalón de vestir doblado a la rodilla y los zapatos de diseñador en la mano.

"Mi pequeño duque inglés".

Su piel se erizó y se colmó de un calor intenso, sus manos hormigueaban y su corazón zumbaba, apenas respirando.

Un ataque de pánico, hacía tantos años que no sufría uno. El miedo lo invadió de repente, ganas de llorar y gritar y debía salir de ahí antes de volverse loco. De pronto, las explosiones estaban en su cabeza, Mike gritando a su lado y su hermana en el piso, parte de su cuerpo calcinado, sus ojos perdiendo el color, poco a poco.

Cayó de rodillas y afirmó las palmas de las manos sobre sus muslos, respiró profundo, intentando calmarse, volviendo a la realidad, a su presente.

"Ya pasó, ya pasó".

El problema es que los temblores seguían ahí y estaba a punto de colapsar, se movió a la puerta con velocidad y la abrió sólo para encontrar a su ángel, a su demonio, a su condena y redención con sus enormes orbes azules sobre él.

― Charles.

― Amor.

Lo abrazó con toda su fuerza, lo aprisionó y ambos cayeron de rodillas ahí en la puerta. Bastian lo contuvo, sin saber qué sucedía, el motivo por el cual su hombre poderoso estaba destruido.

― Lo he intentado, Bastian, no puedo, no puedo.

― ¿Qué? ¿Qué es lo que no puedes?

― Olvidar...

― ¿Qué deseas olvidar?

― El dolor, amor mío, sigue ahí... y no me deja vivir.

Bastian volvió a abrazarlo y recorrió con sus manos la musculosa espalda desnuda hasta el trasero perfecto sólo cubierto con un bóxer.

― Estoy aquí, Charles, confía en mí.

― No puedo vivir sin ti...

― Yo tampoco.

El muchacho comenzó a dejar besos húmedos sobre su cuello y arrastró su lengua por la mandíbula temblorosa hasta sus labios. Lo besó tanto, lo sostuvo allí, donde cualquiera podía verlos. Nada era importante.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora