18- El hombre detrás de la rudeza

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Azali se levantó y siguió su estricta rutina

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Azali se levantó y siguió su estricta rutina. Arriba a las 5 de la mañana, dos horas de entrenamiento, un desayuno suculento con su familia. El hombre observó a su esposa y a sus dos pequeños hijos. Tenía una familia linda, y un matrimonio que era como un gran florero que en un tiempo había tenido belleza extraordinaria, y ahora pequeñas fisuras comenzaban a resquebrajarlo.

Azali sabía que era gran responsable de que eso sucediera, era incapaz de vivir en normalidad y eso lo carcomía. Por eso, siempre regresaba a la batalla, un soldado eterno, la denominación de su amigo Kaz había sido certera cuando se separó de su esposa.

― Iré a Brasil en dos días — la sonrisa de Débora se desvaneció.

― ¿Qué?

― Un nuevo trabajo...

El ambiente que se había mantenido afable se tornó pesado, ¿por qué carajo tenía que ser así?

― ¿Te vas de nuevo?

― Deb, ya hablamos de esto.

― ¿Sí? ¿Cuántas veces Azali? 100, 200 ¿y cuantas veces has pensado en nuestra preocupación? En lo mucho que te necesitamos.

La mujer dio un último trago al café antes de ponerse de pie, los niños los observaron por un segundo.

― Mis amores, si terminaron, vayan a jugar.

Los chicos asintieron y abandonaron el comedor, la mujer se puso frente a ese hombre que intentaba mantener a flote una carga demasiado pesada.

― Yo también los necesito.

― Está claro que no tanto.

― No puedo decirle no a Brandon, es mi socio, es nuestro negocio y le debemos mucho.

― ¿Qué le debes? La oportunidad que te dio de ganar dinero ya la has pagado con creces. Siempre se trata del buen Brandon ¿Qué hay de mí y de tus hijos?

― Los amo. Sabes que es así.

― Yo lo único que veo es que la balanza está llena y siempre la inclinas a favor de tus amigos. De Brandon y del imbécil de Brad Kazinsky o de quien sea de ese grupo.

― ¿Por qué hablas así de Kaz?

― Es la verdad, abandonar a su familia por seguir con esa vida llena de muerte y desolación.

― ¿Tienes idea de las cosas que tuvo que pasar para tornarse en esa clase de hombre?

― No, y, por cierto, tampoco me interesa una historieta triste.

― Historieta triste, Dios, a veces eres tan... perra...

La morena se arregló el pelo y se encogió de hombros, hablaba con sinceridad, tenía total indiferencia por los compañeros de su esposo.

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora