"El amor todo lo puede... Ya no estoy tan seguro de eso, es difícil creerlo cuando miro tus ojos y sé que te estoy perdiendo".
Bastian Driesen es un joven de 18 años que jamás se ha enamorado. Es bello, inteligente y tiene a todas las mujeres babean...
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― ¿Estarás con nosotros en la cena de despedida? Partimos de nuevo a Sudáfrica.
Brandon dejó la Tablet y asintió a su amigo Kaz.
― Creo que sí. Todo depende del estado de Bastian.
― Sigue durmiendo...
― Lo ha hecho por más de 24 horas. Damián me dijo que es normal así que, me he quedado tranquilo.
― ¿Lo has dejado solo?
― No. Martín y Damián están con él.
― Fue una misión exitosa.
― Sí, podría decirse.
― ¿Podría decirse?
Indagó curioso el rubio, las respuestas a medias no eran una característica en Brandon.
― Tengo a mi novio con un trauma que apenas sostiene. Podría decirte que la misión ha sido fantástica, sin embargo, hasta ahora, nunca me he preocupado por el día después de las víctimas, nunca pensé en el dolor de su familia y los años de terapia y tristeza.
― Y ahora lo estás viviendo en carne propia.
Kaz se sentó en el comedor de la sala y apoyó sus codos en la mesa. Un gran televisor estaba encendido mostrando las últimas noticias del mundo mientras Brandon estaba en el sofá. Después de vatios años de esquivar el tema, Brandon supo que era el momento de preguntar.
― ¿Cómo fue?
― ¿Qué cosa?
― ¿Perder a Harry?
Kaz negó y un nudo se formó en el estómago.
― Tú estuviste ahí...
― No lo viví como tú. No estaba en tu grupo ese día.
Kaz se puso de pie y caminó hacia los enormes ventanales que daban al jardín y a la piscina en donde Mario, Baltimore y Paolo nadaban
― Era demasiado joven, creyó demasiadas historias de superhéroes
Fue uno de los episodios más cruentos que habían tenido que pasar en Kandahar, una enorme tormenta de arena y los talibanes apareciendo como fantasmas.
― Nunca hablaste con nadie —. Kaz se encogió de hombros.
― ¿Qué podría decir que los demás no supieran? ¿A alguien le importaba acaso? Hubo muchas bajas ese día
― Pero ninguno de ellos era tu medio hermano de 20 años.
El silencio llenó la sala esparciéndose como pólvora, ese olor tan característico con el que llevaban años familiarizados.
