"El amor todo lo puede... Ya no estoy tan seguro de eso, es difícil creerlo cuando miro tus ojos y sé que te estoy perdiendo".
Bastian Driesen es un joven de 18 años que jamás se ha enamorado. Es bello, inteligente y tiene a todas las mujeres babean...
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"Mandaremos a ese hombre a rendirle cuentas a Dios por sus pecados"
Pensé en la frase de mi Capitán a partir de ese instante, ¿qué ocurriría cuando muriera y estuviera frente al Creador? ¿alcanzaría a mirarlo a los ojos después de años de adulterio?
No obstante, ese era el problema, no le temía a Dios, no cuando estaba en sus brazos que siempre eran seguros. Fue a mi habitación una semana después de nuestro regreso y me hizo suyo de todas las formas posibles. Lo hicimos en la cama, contra la pared, en la ducha, no hubo superficie en donde no derramáramos nuestros fluidos.
― ¿Por qué te mientes a ti mismo cariño? No vas a dejarme, nunca has tenido lo suficiente para eso.
Me sostuve de la pared con mis piernas temblando al tiempo que Patrick embestía dentro mí, llevando el placer a un nuevo nivel. El orgasmo me golpeó de tal modo que todo mi cuerpo se sacudió. No tenía perdón, me había fallado a mí mismo, y eso era algo que me carcomía de rabia.
Había tomado el riesgo de llegar a mi cuarto, y sin duda me sorprendió. No era propio de alguien tan controlador, de un ser que parecía de hielo frente al mundo.
― Mañana partiré a Ohio.
― Es bueno que al menos lo digas.
Di un gran suspiro y me coloqué los bóxers de espaldas a ese hombre que se ponía el calzado.
― No te pongas como una mariposita tierna, Charles, no te queda.
― Eres un imbécil.
― Un imbécil que te hizo venir 4 veces.
― ¡Me vale mierda que lo hubieras hecho 20! ¡Te amo Patrick!, esa es la verdad, no puedo vivir lejos de ti, ya no quiero esto...
Se puso de pie y apoyó sus manos en la cintura, negó varias veces y chaqueó la lengua, su mirada recriminatoria sobre mí.
― ¿Qué edad crees que tengo Charles? ¡Tengo casi el doble de tu edad, y encima eres un hombre!
― Dejemos de mentir...
― ¿Qué?
Frunció el ceño y su mirada fue del asombro a algo parecido al disgusto.
― ¿Dejar nuestras vidas por esto?
― ¿Y por qué no?
― Eres un idiota inmaduro, eso es lo que eres...
Agarró su chaqueta y caminó hacia la puerta de la habitación, yo lo seguí cuando del otro lado encontramos a su esposa. Debo admitir que la escena me provocó risa por mucho tiempo, la cara de la bruja y el estupor mientras nos sentenciaba con su mirada.
