1- Después de todo... el amor...

6.5K 545 92
                                    


Lautaro dio un suspiro y buscó entra las sábanas a su esposo quien no estaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lautaro dio un suspiro y buscó entra las sábanas a su esposo quien no estaba. Era extraño, Chase tenía sueño pesado y era difícil que algo lo despertara una vez que entraba en esa especie de letargo.

Se puso de pie y buscó su bata para después caminar por el pasillo hacia la cocina, en donde tampoco lo encontró. Habían comprado la casa hacía sólo unos meses. Si bien era poco el tiempo que pasaban en Sudáfrica les gustaba algo de tranquilidad, en contraposición al bullicio del hotel, aunque todo era incomparable al silencio encantador de la Patagonia argentina. Echó un vistazo por los grandes ventanales hacia afuera sin resultado. Frunció el ceño y se dirigió a la habitación de huéspedes en donde la puerta estaba entreabierta. Se acercó dando pasitos apenas audibles y encontró a Chase sentado en el sofá frente a la cama observando a Diego, el hijo de Damián, quien dormía apaciblemente. Había tristeza en el rostro del hombre y Lautaro entendió el motivo.

La idea era que el niño se quedara con Emiliano y Mike esa noche después de la celebración de la boda de Damián. Sin embargo, desde un primer momento cuando lo conocieron en Buenos Aires habían empatizado tanto que de inmediato quiso irse con ellos en vez de sus tíos.

Lautaro abrió lentamente la puerta y Chase se giró hacia él, haciéndose a un lado en el sofá blanco para que Lautaro tomara asiento a su lado.

― No sabía dónde te habías metido.

― Lo lamento, fui a la cocina y me lo encontré allí. Había ido por un vaso de agua. Luego, lo acompañé y esperé a que se durmiera.

El muchacho asintió con una sonrisa tímida y entrecruzó los dedos de su mano con la de su esposo, colocándola en su regazo.

― ¿Qué piensas?

― Nada.

― Chase...

Le dio una mirada de reprensión, Chase no tenía donde ir con sus mentiras, Lautaro lo conocía mejor que nadie.

― Tendría su edad ahora.

― Sí, es verdad.

― Nunca... pensé en él de nuevo hasta hoy, como si tu amor lo hubiera borrado de mi memoria, pero, ahora...

Esa fatídica tarde en donde Melisa, su exmujer decidió atacar a Lautaro y en su huida fue abatida por la policía. Tenía 5 meses de embarazo cuando sucedió. Melisa le quitó a su hijo y por poco le arrebata a Lautaro.

― Su sonrisa, sus manitos, ¿crees que se habría parecido a mí o a ella?

Lautaro se encontró sin palabras que atenuaran el dolor, habían postergado esa charla por 6 años. No es que Lautaro esquivara hablar de ello, sino que simplemente se sentía incapaz de herir a Chase volviendo al tema.

― Sería hermoso y bueno, eso es lo importante.

Acarició los dedos cálidos con suavidad, tratando de dar consuelo sobre una cuestión irreversible.

― Nunca pensé en tener un hijo después de él, tú sabes, soy tan egoísta compartiendo tu amor con alguien...

― Lo sé, yo también lo soy, somos demasiado compatibles en eso.

Ambos rieron bajito y Lautaro afirmó su cabeza sobre el hombro de Chase.

― Pienso que un hijo nos quedaría bien, amor.

― ¿Estás seguro?

Lautaro tenía 25 años, era demasiado joven en opinión de Chase para muchas cosas, a veces, ni siquiera era capaz de cuidar de sí mismo, consideraba injusto pedirle que tomara semejante responsabilidad.

― Me gustaría tener un hijo contigo, ¿esa es la respuesta que buscas?

― Pero...

― Ya — interrumpió la verborragia de Chase —. He tenido esa idea en la mente desde siempre, creo que seríamos buenos padres.

Chase acarició la suave mejilla, era increíble que el vello continuara siendo casi inexistente, sin importar los años. Lautaro continuaba teniendo los mismos ojos verdes seductores y soñadores que lo habían enamorado.

― Adoro tus manos en mí.

Chase sonrió y lo besó con dulzura y calma, había aprendido a disfrutar el contacto con su esposo. Ya no sólo eran ráfagas de lujuria que los envolvían y los apresaban, había algo más profundo, que llevaba a que sus almas se conectaran incluso sin hablarse.

Un simple gesto, y los dos comprendían todo de cada uno.

― Está bien...

Los ojos verdes se abrieron con sorpresa, cielos, eso había sido muy rápido. Chase jamás tomaba decisiones precipitadas, que se lanzara al vacío en esto sin tener todas las variables era increíble.

― Tendremos un niño, me gustaría que fuera un vientre de alquiler, y...

― ¿Qué?

― Quiero que tenga tus genes Lautaro.

Era la cuestión fundamental aquí, tener un hijo implicaba obviamente la fecundación de un óvulo con un espermatozoide. Esto significaba que sólo uno de ellos podría ser padre, biológicamente hablando.

― ¿Por qué yo?

Chase entrecerró los ojos y sus dedos acariciaron el largo cabello negro de Lautaro.

― Quiero que tenga tus ojos.

Esos orbes cuyo color jamás se cansaría de contemplar, el verde de un bosque profundo en el que uno podía internarse sin temores y quedarse a vivir allí.

Lautaro asintió e hizo una mueca similar a una sonrisa.

― ¿Estás de acuerdo?

― Por supuesto, de todos modos, será nuestro hijo.

Nuestro hijo, fue inevitable para Chase que ese vocablo no le sacara lágrimas, esas que durante mucho tiempo había guardado. Tenía una nueva posibilidad de ser padre, su maravilloso esposo se la estaba dando, con plena sinceridad, sin reservas, transparente como era su Lautaro, como siempre había sido con él desde que decidieron unir sus vidas.

― ¿Te has preguntado qué seríamos sin el amor después de todo?

― Seres sin una gota de luz, de eso estoy seguro...

AMAZONIA S.B.O Libro 9 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora