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Pov Makoto Naegi.

Sábado.

Mi frente rebosaba de sudor, mi respiración era muy agitada, sentía que en cualquier momento caería muerto. Destapé la botella de agua que tenía en la mano y le di un trago.

—¿Naegi?

Giré detrás de mí y las vi, Asahina y Oogami me miraban confundidas, trotando sobre el mismo lugar. A diferencia de mí, ellas se veían totalmente frescas.

—Ho... Hola...

—¿Qué haces en la plaza? Son las seis de la mañana.

—Ejercicio...

Sus ojos se abrieron y al fin dejaron de ejercitar las piernas. Se les veía confundidas a la vez que sorprendidas, no las culpo, yo no soy del tipo de chico que estaría ejercitando, la única razón por la que lo hago es porque Jin me lo pidió.

—¿Tú? ¿Por qué?

—Alguien me dijo que debía hacerme más fuerte y aprender a pelear.

—¿Tú? —preguntó Oogami con confusión.

—Tú no eres del tipo de chico que pelea. Eres pequeño, lindo y tierno —explicó Asahina levantando tres dedos.

—¿Gracias? ¿Y ustedes que hacen aquí? —pregunté.

—Sakura y yo siempre entrenamos a esta hora. ¿Te nos unes? Podemos bajarle un poco el nivel para que nos sigas el paso.

—Gracias, pero creo que sólo las retrasaría. Sigan sin mí.

—Hm, no. Vamos, es más divertido con más gente, ¿verdad, Sakura?

La luchadora asintió, para acto seguido ponerse de rodillas frente a mí y comenzar a apretar mis costados, piernas y brazos.

—¿O-Oogami?

—Tu fuerza corresponde a la de un estudiante común y corriente, debemos trabajar.

—¿Eh?

—Vamos.

Sin dejarme siquiera negarme, Oogami y Asahina comenzaron a trotar sobre el sitio en el que estaban paradas y me hicieron una señal con la cabeza para que las siguiera. Así fue como estuve más de una hora y media corriendo por toda la escuela junto a ellas. Cuando terminamos, sentía que mi corazón iba a explotar y que en cualquier momento vomitaría, ellas en cambio, se veían tan bien como cuando empezamos.

—¿Y quieres ganar musculo para Kyouko? —preguntó Asahina.

Los tres estábamos sentados en una de las bancas de la plaza, me gustaría decir que mi cara enrojeció, pero ya llevaba un rato roja por el calor que sentía.

—¿Qué? No. ¿Ella quiere que gane musculo? —pregunté preocupado.

—No, no, no. Ella es feliz con cómo estás ahora, bueno, al menos a ninguna de nosotras nos molesta.

—¿Eh?

—¡Digo, que no se quejo de ti con ninguna de nosotras! A eso me refiero.

—¿Por qué el repentino interés en fortalecerte? —cuestionó Oogami, dando un trago a su bebida con proteína.

—El padre de Kyouko me lo pidió. Dijo que debería ejercitarme y aprender a pelear en caso de necesitarlo.

—¿El director?

—¿Se los dijo?

—Sí, bueno, sólo nos dijo que su padre era el director, pero no nos contó acerca de esto.

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora