Pov Byakuya Togami.
Bostecé, dejé mi libro de tapa marrón sobre la mesa de madera de mi habitación y miré mi reloj, apenas eran las dos de la tarde. Anteayer había ido a visitar a la apostadora y hoy lo haría de nuevo, ya que justamente hoy todos los chicos estaban ocupados con sus propios asuntos.
Salí de mi recamara y bajé las escaleras, Aloysius dejó lo que estaba haciendo en cuanto me vio.
—¿Va a salir, señor?
—Sí.
—¿A dónde?
—A la escuela, otra vez.
Él asintió, abrió la puerta y me dejó pasar. Minutos después estábamos una vez más frente a los terrenos de la escuela, me bajé y me despedí de él, adentrándome en los terrenos de Kibougamine. Me tomó un par de minutos, pero llegué a la residencia femenina, pero una vez allí no pude evitar comenzar a preguntarme si debí comprar helado otra vez, aunque las interrogantes se detuvieron cuando vi a alguien parada frente a la puerta de la apostadora.
Ella tenía los puños apretados y la mirada fija en la puerta, pero no se movía en lo absoluto, parecía estar debatiéndose si debía tocar o no. Tal vez fuese porque pensaba que estaba sola, pero su rostro no reflejaba la neutralidad de siempre, sino preocupación y dudas. Quise reírme de ella, pero su rostro se endureció cuando se dio cuenta de mi presencia.
—Kirigiri.
—¿Qué haces aquí?
—Estaba aburrido y pensé que la apostadora estaría sola, ¿las otras están dentro?
—No, Asahina y Oogami están con sus familias y Fukawa en una cita con Komaru.
—Entiendo, ¿y qué esperas? Toca la puerta.
—Lo haré cuando te largues.
No tiene el valor para tocar la puerta aún, aunque viendo cómo están las cosas, quizás lo mejor de momento sea que no se vean. Mi mirada terminó cayendo en las bolsas que sostenía en sus manos, una era plástica y la otra de papel amarronado. Frunció el ceño al ver que yo no me movía, pero decidí hablar, Makoto siempre quiso unir a la clase y yo sólo quiero lo mejor para el grupo, me guste o no, me he encariñado de la clase 78, algunos me agradan más que otros, pero aun así las cosas no serían iguales si uno faltase.
—No creo que debas verla ahora.
—¿Tú qué...?
—Lo último que necesita ahora es verte a ti o a Makoto, dale más tiempo. Entiendo que estés preocupada por ella, pero por duro que suene, ahora mismo cualquiera es mejor para consolarla que ustedes dos.
Ella frunció el ceño, pero no dijo nada, sabía que yo estaba en lo correcto. Ella quería arreglarse con Celes, pero no estaba preparada para encararla y Celes no estaba lista para verla, aunque no dudo que la apostadora también quiera ver a su amiga.
—Dale esto al menos... Dile que se lo compraste tú o algo, yo no estuve aquí...
Sin decir más, ella suspiró y me entregó aquella bolsa plástica y la bolsa de papel, por lo cual me permití ver su contenido. En la bolsa plástica había un gran pote de helado, un juego de ajedrez y unas cuantas películas, las cuales simplemente con ver las portadas me daba cuenta de que serían de vampiros.
En la bolsa de papel, simplemente había gyoza y salsas para acompañarlo.
Cuando levanté la vista, ella ya se estaba yendo. ¿Me preocupa la detective? No, ese es trabajo de Makoto. Dejé que pasara un tiempo y al fin toqué el timbre, minutos después la puerta se abrió, revelando a una apostadora de mirada cansada y un tanto desaliñada.
—¿Tú otra vez? ¿Te echaron de tu casa o qué?
—Hazte a un lado.
Una vez más, me hice paso en su apartamento, dejando las bolsas en la mesa de madera. Ella cerró la puerta, pero se cruzó de brazos al estar frente a mí.
—¿Qué haces aquí? ¿Y qué te he dicho acerca de entrar así en el hogar de una chica?
—Respondiendo a tu primera pregunta, estaba aburrido y todos los demás estaban ocupados. Y respecto a la segunda, no recuerdo, estaba más pendiente de la horrible película de vampiros que de tus regaños. Mira las bolsas.
Ella frunció el ceño y se apretó el entrecejo, pero terminó por suspirar y abrir las bolsas, descubriendo sus contenidos. Lo primero que hizo fue una mueca, mirándome con rareza.
—¿Por qué gyoza?
—Pasé por un lugar con mi mayordomo y decidimos comprar algunos.
—¿Y las películas de vampiros?
—Pedí recomendaciones.
—¿Y el juego de ajedrez?
—No sabía si tenías uno aquí.
Hice una mueca bastante notable, incluso apreté los dientes, no por algo que ella hubiese dicho o hecho, sino porque estaba sintiendo como un jodido animal clavaba sus garras y dientes en una de mis piernas. Ella, al ver eso, se tomó todo el tiempo del mundo para agacharse a cargar el felino, quien se volvió manso al estar en brazos de su dueña, pero que no dudó en gruñirme al verme.
—Gato de mierd...
—Deja tranquilo a Grand.
—¡Pero si fue él quien...!
—Pon cualquier película, voy a llevarlo a dormir.
Apreté los puños y los dientes, ella simplemente me ignoró y llevó al animalejo al dormitorio, cerrando la puerta detrás de ella. Tomé la primera de las películas sin siquiera fijarme en el titulo y la puse en el reproductor, para luego sentarme en el sofá con los brazos cruzados.
Maldito gato.
Minutos después, Celes volvió, trajo cubiertos y unos platos, sirviéndonos el gyoza. Esas cosas tenían un olor asqueroso y eran grasientas, pero el sabor era medianamente decente, así que lo dejé pasar por esta vez.
(...)
La película no era sumamente interesante, pero era suficiente para distraerme, creo que ya llevamos una hora viéndola. No soy fan de las películas de vampiro, sinceramente no sé qué es lo que la apostadora ve en dicho género, aunque tampoco entiendo su afán de vestirse del modo en que lo hace.
—Esto... te lo dio Kyouko, ¿verdad?
No respondí, sólo traté de disimular mi sorpresa, ¿cómo se enteró? ¿Escuchó todo a través de la puerta acaso? Al girar mi cabeza, me encontré con que ella sostenía una hoja de papel en manos mientras la miraba con una pequeña sonrisa. No tardé en atar cabos, la detective le había escrito una nota y se olvidó de sacarla antes de entregarme las bolsas, era increíble lo estúpida que podía ser en ocasiones.
Desde aquí veía que el contenido de la carta era un tanto largo, pero por simple muestra de... ¿respeto? No lo sé, simplemente decidí que lo mejor era que yo no leyese su contenido. A los segundos escuché el sonido de papel siendo aplastado, por lo cual me giré para verla, encontrando que ella presionaba la hoja contra su pecho mientras apretaba los labios, lagrimas comenzaban a formarse en sus ojos.
No dije nada, únicamente me levanté del sofá, abrí la puerta de su cuarto y entré. Una obesa bola de pelos estaba durmiendo en su cama, pero no dudé en levantarlo, provocando que se despertara, me gruñera y empezara a morder una de mis manos. Si sigue así voy a matar a este maldito gato. Dejé a ese animal encima de su regazo y el bicho no tardó en calmarse, viendo a su dueña con, ¿preocupación? ¿Un gato puede preocuparse? No lo sé, pero se acercó a su dueña y puso sus patas delanteras en la susodicha, como si estuviera abrazándola.
Yo simplemente llevé mi mano ilesa a su cabeza, dándole una que otra palmada.
—Vuelves a entrar a mi cuarto y te mato —sollozó.
—Sí, sí, lo que digas.
Escrito el 12/1/2021
Editado el 13/6/2023
Publicado el 24/6/2023
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Nuestro tiempo (Naegiri)
FanfictionTercera temporada de "Yo la Protegeré" Faltan casi cuatro meses para la llegada de febrero, en esa fecha Naegi y Kirigiri deberán ir a Ciudad Towa, pero de momento disfrutarán sus pequeñas "vacaciones". Nada de Enoshima ni de desesperación, sólo ell...