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Pov Makoto Naegi.

Martes.

Tras despertarme, busqué un poco de ropa en el ropero y salí del departamento, fuera de la residencia femenina me esperaban Asahina y Oogami, listas para nuestro entrenamiento. Levanté mi mano en señal de saludo y ellas hicieron lo mismo.

Como siempre, me costaba mantenerles el paso, incluso si ellas iban más lentas de lo que deberían.

—Chicas —les llamé mientras corríamos.

—¿Qué?

—Kyouko, Fukawa y yo pasaremos el día con Komaru, ¿quieren unírsenos? Por cierto, lamento lo de...

—Tranquilo, no hay problema —me interrumpió Oogami—. Iremos.

—Aunque debiste de haberle dicho a tu hermana aquello, no es raro que reaccionase así.

—Lo sé —suspiré, sintiéndome un tanto culpable aún.

—¿Y ya empezaron a practicar para la obra? —nos preguntó Asahina.

—He leído unas páginas del guion, pero nada más —respondió Oogami.

—Yo ni he abierto el guion... —respondí.

—Tienes hasta el jueves para leer algo, recuerda que ese día empezaremos a ensayar.

Asentí. Hoy apenas era martes. Tenía que leerme al menos algunas páginas del guion, así sabría cómo tengo que actuar y no improvisaría todo en el momento. Tomé una bocanada de aire y suspiré.

La hora pasó relativamente rápido, pero como siempre, terminé sudoroso y cansado. Me despedí de ambas deportistas y fui al departamento. Al entrar lo primero que vi fue a mi hermosa novia poniendo la mesa.

—La ropa está en el baño, date una ducha.

Asentí ante la orden de mi novia y fui rápidamente al baño, para minutos después salir totalmente fresco. Me senté, en una de las sillas y espere el desayuno que Kyouko me dijo que haría. Ella llegó con un plato de tocino y una taza de café, eso dibujó una sonrisa en mi rostro, pero mi sonrisa se borró al ver que ella iba devuelta a la cocina para traer un vaso largo lleno de un líquido blanco tirando a amarillo y lo ponía frente a mí.

—Buen provecho —dijo para darle un sorbo a la taza de café.

—Kyouko...

—¿Sí?

—¿Qué es esto?

—Un licuado, Oogami me dijo que tenías que cumplir una dieta.

Miré el vaso y escuché a mi estomago rugir, tenía hambre. Dirigí una vez más mi mirada a Kyouko, la cual comía tocineta sin importarle que la mirara.

—Pero... es sólo un vaso...

—Oogami dice que tiene todos los nutrientes que necesitas, calla y traga.

Suspiré deprimido y empecé a beberme mi "desayuno". Una vez acabé, me despedí de Kyouko y salí del departamento, para poco después empezar a correr fuera de los terrenos de la escuela. Aún debía conseguir el café de Byakuya. Tengo suerte de que la casa de Byakuya estaba a pocas cuadras de la escuela, así que podía llegar a pie. Tras comprarle su café, seguí mi camino.

Supe de inmediato cual era la casa de Byakuya, no por mirar la dirección, sino por la forma en que destacaba entre el lugar. Era una mansión gigantesca al lado de simples casas, toqué la puerta doble de madera y pocos minutos después un hombre con traje negro y de edad avanzada me abrió.

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora