26

901 60 80
                                    

Pov Makoto Naegi.

Jueves veintiocho de noviembre.

Celes y yo ya habíamos terminado de hacer el vestuario, y nadie mencionaba nada respecto a lo que pasó hace unos días, era difícil saber que si Celes había hablado en serio con eso de incendiar la casa de aquel que ose mencionar que ella lloró.

Y ahora, ahora estábamos aquí, una vez más en el gimnasio. Hoy y mañana íbamos a interpretar la obra completa, sólo para asegurarnos de que nadie se olvidara nada, nuestro único publico eran; Koichi, Kyouko, Yamada y Fujisaki. Todos los demás debíamos actuar. A todos parecieron agradarles los diseños de Celes, en especial a Koichi, sin duda la Apostadora Definitiva tenía talento con la costura.

Nuestros amigos bailaban a nuestro alrededor, y yo tenía a Celes frente a mí. Íbamos por la escena del baile.

—"Si con mi mano indigna he profanado tu santa efigie, sólo peco en eso: mi boca, peregrino avergonzado, suavizará el contacto con un beso" —espeté.

—"Buen peregrino, no reproches tanto a tu mano un fervor tan verdadero: si juntan manos peregrino y santo, palma con palma es beso de palmero".

—"¿Ni santos ni palmeros tienen boca?".

—"Sí, peregrino: para la oración".

—"Entonces, santa, mi oración te invoca: suplico un beso por mi salvación".

—"Los santos están quietos cuando acceden".

—"Pues, quieta, y tomaré lo que conceden..."

Dejé de hablar, puse mi mano en la mejilla de mi coprotagonista y me acerqué, depositando un pequeño beso al lado de sus labios. Curiosamente ahora no me sentía tan nervioso como cuando comenzamos, pero seguramente se debía a todo el tiempo que había compartido con Celes.

—"Mi pecado en tu boca se ha purgado".

Se me quedó viendo unos segundos, yo por mi parte esperé pacientemente a que dijera sus líneas. Ella pareció espabilar, ya que agitó un poco la cabeza y llevó una mano a su frente.

—E-Eh, lo siento, me olvidé mi línea —vociferó Celes.

—No hay problemas, por eso estamos practicando —declaró Asahina.

La morena no tardó en tomar uno de los libretos y entregárselos a Celes, la cual lo empezó a leer de arriba abajo. Miré a mi coprotagonista, ella llevaba aquel vestido negro que habíamos hecho.

—Te queda bien —halagué.

—¿Eh?

—El vestido.

—S-Sí, gracias. Tú también te ves bien.

—¿Estás bien?

—Sí, ¿por qué preguntas?

—Estás un poco roja.

—¿En serio? —cuestionó preocupada.

—Tranquila, yo también estoy algo nervioso, no es fácil ser el centro de atención, ¿verdad?

Ella sonrió nerviosa y asintió, probablemente ella también estaba incomoda por saber que todas las miradas iban a nosotros. Admito que a mí también me preocupaba, saber que en menos de una semana tendríamos que actuar frente a un montón de desconocidos era algo que me ponía nervioso.

Ella respiró hondamente y dejó el libreto a un lado, para luego asentir, esa era la señal de que estaba lista. Todos comprendimos así que volvimos a nuestras posiciones.

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora