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Pov Makoto Naegi.

Miré a los chicos, todos estábamos felices, ellos preparan los fuegos artificiales, clavándolos en la arena, a pesar de faltar un par de horas para que fuera medianoche. Yo simplemente me limitaba a verlos, para luego posar mi mirada en el cielo nocturno y luego en el mar, viendo las olas formarse y deshacerse.

Miré mi reloj, eran las diez de la noche.

—Bien hecho, libro abierto.

Abrí un poco los ojos y giré con sorpresa, Celes estaba a mi lado ahora. Ella pareció notar mi desconcierto, pero no pareció entenderlo.

—¿Qué pasa? —preguntó confundida— Parece como si hubieras visto un fantasma, ¿tan mal me veo?

—Tenemos que hablar, lo que ocurrió en...

—No ocurrió nada, sólo estábamos ensayando.

—Pero...

—No hicimos nada, Makoto. Solamente practicamos para que tú pudieras decirle eso a Kyouko, aunque admito que pensé que se lo dirías en privado.

—Yo...

—Pero tranquilo, estuve hablando con ella, le encantó.

Celes y yo nos quedamos viendo por un segundo, ella hizo una mueca incomoda, parece que notaba mi escepticismo.

—¿Ocurre algo?

—¿Tú querías besarme? —pregunté serio.

—¿Qué? No.

—Celes, eres mi amiga, así que voy a dejártelo bien claro. Yo amo a Kyouko y...

—No quería besarte, Makoto, ¿bien? —me interrumpió— Solamente quería hacerte una broma y hacía frio, deja de hacer un drama.

Fruncí ligeramente el ceño y dejé escapar un poco de aire para calmarme, tal vez me estaba haciendo demasiadas ideas. Tomé unas bocanadas de aire y suavicé mi expresión. Celes simplemente me miraba un poco confundida.

—Lo lamento —me disculpé más calmado—. ¿Dijiste que le gustó?

—Sí, al llegar al dormitorio prácticamente se tiró sobre su futón y usó la almohada para ahogar los gritos. Realmente te luciste.

—Siendo sincero, no sabía que ustedes estaban escuchando. Aunque me hubiera gustado decirle todo eso en otro momento, en una cita o una cena romántica tal vez.

—Los dos solos.

—Sí.

Celes me miraba con una sonrisa algo... falsa, inquieta se agarró el brazo y apartó la mirada hacia otro lado.

—¿Estás...?

—Sí, sí. Es sólo que no esperaba que... te pusieras así...

—Oh... Lo lamento, es que creí que debía dejarlo claro y...

—Entiendo —interrumpió—. Lo entiendo, es sólo que no lo esperaba.

A pesar de que ella trataba de hacer parecer que no le importaba, pude notar como su expresión se volvía un poco triste. Eso me hizo sentir mal.

—Hey, lo lamento, no tuve que tratarte así. Déjame invi...

—No, no. Entendí. Yo no soy Kyouko.

Tras decir eso, su mueca se volvió diferente.

—Es sólo que no me esperaba que la idea te desagradara tanto, no creí ser tan mal partido.

—¡Por supuesto que no es eso! —proclamé.

Obviamente debía contradecirla, como si pudiera bajarle la autoestima de esa forma. Ella lo había malentendido por completo. Ni siquiera se dignaba a mirarme, simplemente permanecía con una mirada triste hacia un costado y con los brazos cruzados.

—Escucha, eres asombrosa, Celes, cualquier chico sería muy afortunado de estar en una relación contigo. Eres un gran partido.

—¿En serio lo crees?

—¡Sí! —respondí al instante— Eres divertida, sabes coser, eres buena guardando secretos y las risas nunca me faltan cuando estoy contigo.

Celes rio un poco y esbozó una ligera sonrisa.

—¿Lo ves? Sabes que eres asombrosa. Hermosa, elegante y cautivadora, esas palabras describen perfectamente a las rosas, pero te describen mucho mejor a ti, a Celestia Ludenberg.

—No olvides inteligente y buena apostadora —habló la voz detrás de mí.

—Oh, s...

Mi sonrisa se congeló, sin dilación me di la vuelta, mi novia me miraba con una sonrisa. Tragué saliva, acababa de halagar a otra chica enfrente de ella. Al contrario de lo que creí, Kyouko simplemente abrazó a mi brazo y miró sonriente a Celes.

—Yo también creo todo eso, sin duda el chico del que te enamores caerá rendido a tus pies —declaró Kyouko—. Tú sólo sé paciente, no te conformes con cualquier idiota.

Celes nos miró a ambos para luego suspirar y sonreír.

—Gracias. Bueno, los dejaré solos, tortolos.

Sin decir más, Celes se despidió y se alejó caminando tranquilamente. Yo simplemente miré a Kyouko y esperé.

—¿Qué? —cuestionó mi novia.

—¿No vas a regañarme?


¿Capitulo corto? Capitulo corto, pero no se preocupen, que mañana publico el siguiente.

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora