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Pov Byakuya Togami.

Las vacaciones en la isla habían acabado, y yo estaba aburrido leyendo un libro en mi habitación. Desconocía la situación de Celes, Makoto y Kirigiri. ¿Qué puedo decir? Tuve que obligarme a pasar los días restantes que tuvimos en la isla junto a Celes, porque ella y Kirigiri se evitaban.

Cerré el libro de tapa dura y lo dejé en la mesa de madera, estaba aburrido de una manera casi exagerada. Tomé mi móvil y marqué su número, esperando a que respondiera.

—¿Hola?

—¿Qué haces?

—¿E-Eh? Estoy en una... ¿cita triple?

—¿Qué?

—Es complicado, somos Nanami, Hinata, Kuzuryuu, Pekoyama, Kyouko y yo. Parece ser que Kyouko y Nanam...

—No quiero saber —interrumpí—. ¿Celes y tu novia ya se arreglaron?

—¿Eh? ¿Cómo sabías que estaban peleadas?

—Sé todo, donjuán. La situación debió ser... difícil.

—Yo... No es algo de lo que quiera hablar por el momento...

—Entonces no preguntaré, ¿sabes si Celes está en la escuela?

—No tengo idea, pero hay varios estudiantes, así que es posible.

—Ya veo.

Sin decir más corté la llamada. Salí de mi recamara y bajé las escaleras, Aloysius estaba parado justo al lado de la entrada.

—¿A dónde, señor?

—A la escuela y necesito que pasemos por una heladería.

Él asintió y fuimos hacia la limosina de fuera, nos tomó menos de diez minutos llegar a la entrada de Kibougamine. Tras despedirme, entré a los terrenos de la institución, a pesar de lo que cualquiera esperaría, podía ver unos cuantos estudiantes del curso principal caminar por el lugar o simplemente descansando bajo los árboles.

Evité mirar de más y atravesé la plaza central, cargando una bolsa que tenía un bote de helado dentro. En pocos minutos llegué a mi destino; la residencia femenina. Sólo cuando estuve frente a la puerta fue que me di cuenta de mi estupidez.

Tal vez debí mandar un mensaje, para cerciorarme de que estaba en su departamento. Maldije, pero ya estaba aquí, así que me decidí por tocar el timbre. Tuve suerte, la puerta se abrió a los segundos, dejándome ver a una Celes casi sin brillo en su mirada.

—¿Togami?

—Estás peor de lo que pensé, muévete.

—¿Qué?

La hice a un lado y me adentré en el departamento, agradecí no encontrar platos sucios con restos de comida y gusanos, ya había tenido suficiente con Makoto. Sí, note que ella estaba desanimada, pero al menos no estaba tan deprimida como Makoto lo estuvo en su momento.

—¿Crees que esta es la forma de entrar en el hogar de una chica?

—La mitad es de menta y la otra mitad de fresa, ¿te parece bien?

—¿Siquiera me estás escuchando...? —suspiró— ¿Qué haces aquí?

—Estaba aburrido, tú estabas sola, y Makoto estaba en una cita.

—Eso quiere decir que soy el remplazo de Makoto...

—En parte...

Ella suspiró.

—¿Dijiste "fresa"?

—Sí.

—Pondré una película, ¿algo que quieras ver?

—Elige lo que tú quieras.

Ella asintió y se encaminó hacia el sofá, sentándose y usando el control remoto para encender la televisión y buscar una película cualquiera. Por mi parte, abrí el pote de helado y busqué dos cucharas, para luego acompañarla, o al menos esa era mi intención hasta que vi a un gordo gato sentado en el sofá. En el momento en que intenté tomarlo para moverlo, éste erizó sus pelos y sacó las garras.

—Ce...

—Deja que lo lleve a la habitación —suspiró la apostadora.

Vi como el fiero animal se volvía manso al ser levantado por su dueña. ¿Qué veía de lindo en aquella bola de pelos? Sinceramente no lo sé. Me senté en el sillón y Celes encerró al gato en su dormitorio. Ella volvió a sentarse, y puso la película.

El film no terminaba de captar mi atención, aun así, me forcé a verlo. Sin embargo, pasados unos minutos, Celes volvió a hablar.

—Siendo sincera, no esperaba que tú vinieras hoy.

—¿Hm? Ya te lo dije, estaba aburrido.

—Al menos pudiste haber llamado.

—Lo olvidé.

—¿Qué hubieras hecho si estaba con las chicas?

—Irme o buscar a alguno de los chicos. ¿Y por qué no estabas con ninguna de ellas?

—Me invitaron al centro comercial —suspiró—, pero... en realidad no tengo ánimos de estar con nadie hoy.

—Pues ya estoy aquí y no me voy a ir por un rato.

—Que empático —declaró sarcástica.

—Lo sé.

Ella llevó una cucharada de helado a su boca. Simplemente con mirarla es fácil darse cuenta de que está triste. Su cabello ligeramente despeinado, sus ropas levemente arrugadas y ni siquiera se molesta en sonreír, nada parecido a la Celestia Ludenberg que nuestros compañeros conocen, incluso si su elegancia y nobleza eran igual de falsos que su nombre, prefería ese acto antes que esto.

—Si estás aquí porque estoy...

—Estoy aquí porque estoy aburrido, ni más ni menos —interrumpí.

Ante su silencio, suspiré.

—¿Cuál es tu sabor favorito?

—¿Eh?

—El helado —expliqué, molesto.

—Fresa... Acertaste...

—Bien, vendré pasado mañana.

—¿Qué?

—Me aburro demasiado últimamente y no tengo nada que hacer. Así que vendré aquí para saciar mi aburrimiento.

—Haz lo que quieras... —suspiró ella.

—Eso haré.

Sin decir más, ella se hundió en el sofá, manteniendo su vista fija en la pantalla. Yo simplemente la vi de reojo e hice lo mismo, hundirme en el sofá para luego fijar mi vista en la televisión.


Escrito el 20/2/2020

Editado el 26/5/2023

Publicado el 24/6/2023

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora