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Pov Makoto Naegi.

Byakuya y yo nos mirábamos, su mirada era estricta, la mía era insegura, no tengo idea de lo que está pasando. Miré a nuestro alrededor, estábamos en el cuarto de Byakuya. Dirigí mi atención a la mesa de madera que rebosaba de expedientes y archivos.

—¿Disculpa?

—¿No escuchaste o eres sordo?

—No es que no haya escuchado es sólo que... no entendí.

—Archivos sobre Ciudad Towa, léetelos.

—Pero...

—No te lo estoy preguntando. Ahí tienes todo, lugares turísticos, sectores peligrosos de la ciudad, información de la familia Towa, algunas estupideces de la primaria Kibougamine. Léetelo todo y mientras lo haces prepara mis juntas de la próxima semana. Voy a estar durmiendo, no hagas ruido. Si quieres algo de beber dile a Aloysius que te lo prepare.

Dándose media vuelta, Byakuya empezó a caminar hacia su cama con el pijama ya puesto.

—Por obvias razones ninguno de esos archivos puede salir de la casa, y ni se te ocurra tomarle foto a algo.

Sin decir más, Byakuya se acostó y se tapó con sus sabanas. Por mi parte yo miré con una sonrisa torcida el montón de documentos y papeles, tenía mucho para leer. Creo que las tareas de todo el año eran menos que esto. Suspiré y salí por la puerta, para luego bajar las escaleras y llegar al vestíbulo, allí estaba ese hombre canoso en la entrada.

—Disculpe, señor Aloysius. Byakuya me dijo que si yo quería...

—¿Té o café?

—Café, por favor.

Asintió y me hizo una seña para que lo siguiera, así hice, siguiéndolo hasta la cocina. Al igual que el resto de habitaciones, la cocina era bastante espaciosa, parecía la cocina de un restaurante, incluso llegué a creer que entrarían varios cocineros, pero obviamente no pasó. Aloysius puso a calentar el agua en una de las muchas hornallas que poseía la cocina de metal, ahora sólo restaba esperar.

—El señor se preocupa por usted.

—¿Eh?

—Dije que el señor se preocupa por usted.

—T-Te escuché, pero, ¿por qué dices eso?

—El señor preparó todos esos archivos porque se enteró de que usted visitara Ciudad Towa. No cualquier persona podría leerlos, por eso debe estar agradecido por poder verlos.

—Yo... Byakuya es muy amable...

—Se ve que le agrada el señor, y se nota que al señor le agrada usted.

—Por supuesto que me agrada, es mi mejor amigo.

—Ya veo... Me alegra que el señor tenga un amigo.

—¿Eh? Tiene varios, muchos de nuestra clase son amigos de Byakuya.

—El señor no me los ha mencionado, sólo me ha hablado de usted.

—¿Él habla de mí?

—De vez en cuando.

Aloysius no dijo nada más, simplemente me entregó una taza de café con un pequeño platito. Entendí la señal y agradecí, subiendo las escaleras de regreso al cuarto de Byakuya. Le di un pequeño sorbo a la taza y la dejé sobre la mesa de madera, para luego mirar la gran cama de Byakuya.

Dirigí mi vista a la ventana cerrada, podía verse el cielo estrellado desde aquí. Suspiré desganado.

Me alegraba saber que se preocupaba por mí y que quería ayudarme con esto de Ciudad Towa, pero... son casi las doce de la noche y mañana es martes. Lo único que quería hacer ahora mismo era estar durmiendo al lado de Kyouko.

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora