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Pov Byakuya Togami.

Mis ojos poco a poco se abrieron, dejándome contemplar un basto cielo azul y unas palmeras moviéndose con el viento. No dije nada, simplemente me incorporé, sentándome y viendo dónde estaba. Por lo que veo parece que me quedé dormido en el césped y parece que no fui el único.

A unos centímetros de mí, una apostadora dormía plácidamente. Me quedé viéndola unos dos minutos, se veía realmente tranquila, comparada con el manojo de emociones que era ayer. Me levanté y me puse a un lado de ella, para empezar a golpear su hombro con la punta de mi pie.

—Celes.

Sin respuesta.

—Celes.

Sin respuesta.

—¡Celestia!

—¡Despierta! —gritó a la vez que se despertaba.

Se incorporó asustada, viendo hacia todas direcciones y luego mirándome a mí, su ceño no tardó en fruncirse. Parece que por poco le había provocado un infarto.

—¿Qué demoni...?

—Nos quedamos dormidos, vamos.

Ella se restregó los ojos con ambas manos, para acto seguido levantarse. Ambos seguíamos ligeramente cansados, por lo cual no evitamos bostezar.

—¿Cómo me veo? —cuestionó la gótica.

La miré de arriba abajo, su ropa y cabello estaban bien, el problema radicaba en el maquillaje que cubría su cara. Se podían ver marcas negras debajo de sus ojos, que la hacían parecer un mapache, pero esas marcas se iban transformando en unas líneas negras que caían por sus mejillas. Se notaba que había estado llorando.

—¿Muy mal? —preguntó ante mi falta de respuesta.

—Sólo deja que...

Sin decir más me le acerqué, rebusqué en mi bolsillo, pero no encontré lo que buscaba, por lo cual fruncí ligeramente el ceño.

—¿Estás...?

—¿Mi pañuelo? —cuestioné.

—Oh, aquí...

Ella sacó de su bolsillo mi pañuelo, su característico blanco puro ahora estaba teñido de partes negras, sin duda ella lo había ensuciado con su maquillaje. Me guardé mi suspiro y llevé aquel trapo a mi boca, poniéndole un poco de saliva con mi lengua en una de las partes menos contaminadas.

Tomé de la barbilla a la niñata y limpié como pude las líneas, aunque tarde un poco en hacerlo. Ella tenía esas marcas negras debajo de los ojos, pero al menos ya no parecía que hubiera estado llorando.

—Eso fue asqueroso.

—Silencio, ingrata.

Guardé el trapo en mi bolsillo y me separé de ella, acto seguido recogí la hielera y metí el táper vacío dentro. Ella se limitó a bostezar una vez más y comenzó a seguirme. Nos tomó unos diez minutos llegar al edificio, cuando entramos, el vestíbulo estaba completamente vacío. Eso me pareció raro, ya que no había nadie en la playa, por lo cual opté por mirar mi reloj, apenas eran las diez de la mañana.

Suspiré, obviamente los simios que tengo por amigos seguirían durmiendo. Miré a la apostadora, ella simplemente me devolvió la mirada.

—¿No deberías ir subiendo a...?

—Aún... estoy un poco nerviosa por verlas. ¿Te molesta si me quedo un poco más contigo?

Suspiré.

—Voy a preparar té helado, ¿quieres?

Ella asintió y se fue a sentar a uno de los sillones, yo simplemente me adentré en la cocina, para minutos salir con dos vasos de vidrio con la fría bebida dentro. Hacía demasiado calor, por lo cual esas bebidas heladas eran lo único que teníamos para combatirlo. Ella tomó el vaso con ambas manos y empezó a beber, yo por mi parte hice lo mismo.

Así estuvimos un par de minutos, tomando nuestras bebidas en silencio. El resto de la clase no tardó en bajar. Lo primero que hice fue mirar a Makoto y Kirigiri, estaban notablemente separados, ninguno se dignó siquiera a mirar a la apostadora, y la susodicha tampoco los miró.

—Celes, ¿dónde estuviste? —preguntó una morena, inclinándose hacia la apostadora.

—Me quedé dormida afuera, era una noche bastante linda como para desperdiciarla.

—¿Y tú, Togami? —preguntó Kuwata con sonrisa ladina.

—Me dio un golpe de calor y me desmayé —respondí.

—¿En medio de la noche?

—Lo sé, a mí también me sorprendió.

—¿Ustedes dos...? —cuestionó Asahina.

—No —respondimos ambos al unisonó.

—Ni que ella tuviera tanta suerte —declaré.

—¿Qué yo no tengo suerte? Ni que tú tuvieras tanta suerte.

—Da igual, ¿vienes? Vamos a ir a la playa —declaró Asahina viendo a la gótica.

Celes sonrió de una manera poco normal que hasta yo pude notar, disimulada desvió su vista hacia Kirigiri y luego volvió a ver a Asahina, sin duda no quería estar con la detective por el momento.

—Me gustaría, pero yo...

—Estará conmigo hoy —interrumpí.

—¿Eh? —espetaron ambas.

—Dijiste que me enseñarías a jugar al póker, ¿recuerdas?

—C-Cierto, lo lamento, querida, voy a estar con Togami hoy.

La nadadora hizo una mueca ligeramente extrañada, no la culpo, no era común verme a mí y Celes conviviendo. Olvidando su desconcierto, esbozó una ligera sonrisita y siguió mirando a Celes. Su expresión delata lo que seguramente rondaba por su cabeza, obviamente se estaba haciendo ideas equivocadas.

—Oh, yo pensé que ella le iba a Naegi —espetó Kuwata.

Celes abrió los ojos y apartó la mirada, yo por mi parte fruncí el ceño.

—¿Sabes? Algo me está llegando a la cabeza, "Chicos, espiemos el dormitorio de...".

—¡Ok, ok, ok, entendí! —rio nerviosamente Kuwata.

Las chicas de nuestra clase miraron al pelirrojo, obviamente sabían lo que estaba por decir. Sin acotar más, todos salieron fuera, dejándonos solos a Celes y a mí.

—¿Kyouko habrá...?

—No —interrumpí—. Kuwata solamente habló desde su ignorancia. Dado que antes te veías bastante cariñosa con Makoto.

—Ya veo —suspiró Celes—. Gracias por mentir por mí.

—No es nada.

—¿Y... sabes jugar póker?

—¿Tienes cartas? —pregunté.

—En mi maleta, puedo traerlas si quieres.

—Adelante.

La apostadora sonrió ligeramente y subió escaleras arriba, tal vez le alegraba un poco tener compañía para jugar. Yo no emití palabra, simplemente me limité a ver como subía los escalones.


Para todos aquellos que se pregunten acerca del por qué de mi ausencia e inactividad, por favor vayan a leer el último capítulo de "JedashLandia"

Nuestro tiempo (Naegiri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora