Capítulo 03

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"No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda"
Bob Marley


Al llegar a la avenida decido no tomar el camino de vuelta a casa, a pesar de haberlo considerado antes, la razón principal es que debo hacer algo importante primero, las palabras de aquel desconocido me han dado valentía. El dolor de cabeza ha crecido, pero me obligo a ignorarlo mientras me movilizo con agilidad por las calles.

Toda mi vida he vivido en este lugar, conozco todas las rutas de memoria, por lo que no se me es difícil apresurar el paso y colarme por algunos callejones que me acortan el camino. Cuando vives en una ciudad grande, la única opción que queda es aprender a moverte por ella más aún si no tienes auto.

Esta hermosa ciudad fue testigo del nacimiento de la historia de amor de mis padres, donde se conocieron, este fue el comienzo de su loco enamoramiento y precisamente fue el sitio que escogieron para formar su familia. Eran dos tontos adolescentes jugando a amarse, nadie hubiese apostado por un amor como el suyo, tan repentino e instantáneo, papá era el capitán del equipo de béisbol de su escuela y mamá era la tímida chica que vivía tras las páginas de un libro. En uno de sus partidos sus miradas se encontraron y fueron el típico cliché del amor a primera vista. Eran tan diferentes que resultaba extraño verlos juntos, sin embargo, lo hicieron funcionar. Fueron muy felices, tal vez demasiado y eso siempre los asustó, nunca se tiene algo tan perfecto y ellos habían empezado a comprobarlo.

El primer golpe nos lo dio la vida con la muerte papá a causa de un accidente automovilístico hace poco más de un año, fue el primero en apagar su luz. Fueron meses difíciles para todos, mi madre se encerraba en su habitación todo el día y solo dormía cuando se cansaba de llorar, mi hermana tuvo que hacerse responsable de nosotros durante ese tiempo, Ben apenas tenía ocho años y no entendía muchas cosas, formulaba tantas preguntas y eran pocas las respuestas que Mara y yo podíamos darle.

Su muerte nos tomó por sorpresa, fue algo que nadie esperaba, fueron semanas donde fingí ser fuerte por mamá, para ayudar a Mara y para consolar a Ben, pero la única verdad es que mi corazón estaba destrozado, echo pedazos y sin intención de reconstruirse. Luego de eso solo siguieron más golpes, uno tras otro, la enfermedad de Mara, la hospitalización de Ben, mi familia perfecta se venía abajo y las únicas sobrevivientes estaban perdiendo la esperanza. Lo único que me quedaba eran Ben y mi madre.

En estos momentos ella me necesitaba, yo tenía que ser su roca, debía estar a su lado para sostenerla.

Y ¿Quién te sostiene a ti, Ellen?

Ignoré a la voz de mi conciencia a la vez que las puertas del hospital se abrían y me permitían introducirme dentro de él, di un breve saludo a las enfermeras que se encontraban en la recepción para luego girar a la derecha para dirigirme a el área de pediatría. Estar para mamá era lo último que había hecho tras enterarme de la muerte de Mara, cada una estaba lidiando con su dolor y nos estábamos alejando, solo nos teníamos la una a la otra y debíamos apoyarnos para darle fuerzas a Ben.

Continué derecho por el gran pasillo del hospital, hasta toparme con la habitación de mi pequeño hermano, me detuve unos cuantos metros antes de llegar a la puerta para observar mi aspecto en el reflejo de una ventana, un suéter de lana que me iba un poco grande cubría mi torso mientras que unos vaqueros ajustados moldeaban mis piernas, acompañados de unas vans que calzaban mis pies, mi rostro estaba pálido y las mismas ojeras de la noche anterior seguían ahí, mis ojos estaban hinchados y había rastros de lágrimas en mis mejillas. Pasé una de mis manos por mi cara tratando de conseguir un mejor aspecto y antes de entrar di un gran suspiro y puse una de mis mejores sonrisas.

—Buenos días, solecito —saludé con entusiasmo adentrándome en la habitación—. ¿Cómo amanece mi pequeño guerrero—pregunté mientras mis ojos observaban el cuarto de aquel hospital. La gran sonrisa que Ben me ofrecía desde su cama fue lo primero en llamar mi atención y fue casi imposible que la mía no creciera aún más.

La lista de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora