Axel Keller
Golpeó la hoja con la punta del lápiz, con mis dedos reacomodo los lentes que comienzan a deslizarse por el tabique de mi nariz. Mi atención está puesta en el dibujo a medio acabar que está sobre la mesa. Ignoro la voz del profesor que no ha parado de hablar desde que inicio la clase.
No puedo concentrarme.
Hay algo, no, alguien que no para de dar vueltas en mi cabeza.
Detallé nuevamente el dibujo. Tracé algunas líneas y oscurecí algunas zonas.
Fruncí un poco mi ceño
Hay algo que no termina de convencerme...
—¿Le parece aburrida mi clase, señor...? —Escucho de repente. Levanto mi vista de la hoja y observo al hombre de mediana edad que está parado frente a mí. Sus brazos están cruzados sobre su pecho y me observa con una de sus cejas levantadas.
—Keller, Axel Keller —me acomodo en el asiento. Tenemos la atención de toda la clase.
—¿Le parece aburrida mi clase señor Keller?
—En lo absoluto.
El profesor asintió lentamente y caminó de regreso a su escritorio. Apoyó sus manos en el borde y se inclinó hacia adelante.
—¿Le gustaría compartir con la clase lo que escribe en su libreta? —su mirada recorrió el lugar hasta detenerse en mí. Tragué grueso cuando vi la seriedad en sus ojos.
Mierda.
—Preferiría no hacerlo señor... —Diablos, creo que acabo de olvidar su nombre. Escucho una risa en el fondo, y pienso en lo jodidamente estúpido que debo verme justo ahora.
Carraspeo mi garganta intentando atenuar la situación.
—¿Podría decirme, al menos, de qué estábamos hablando? ¿Eso está bien para usted? —cruza los brazos una vez más sobre su pecho. Su rostro se tuerce en una mueca cuando pasan unos segundos y no respondo—. Muy bien.
Se pone de pie y comienza a borrar el pizarrón.
—Esto va para todos —pronunció firme—. Si alguno de ustedes no quiere estar aquí puede irse. No obligaré a nadie a quedarse. No es mi trabajo decirles lo que deben hacer, la asignatura...
—Comportamiento humano —dije en voz alta, interrumpiéndolo. Toda la atención recayó sobre mí. Deslice mis lentes por el tabique de mi nariz hasta dejarlos sobre la mesa—. Usted hablaba sobre las leyes que determinan el comportamiento de los seres humanos. Bastante predecible si me lo pregunta.
El silencio fue sepulcral. El profesor me veía, confundió. Sin embargo, sabía que tenía razón. Durante los cuarenta y cinco minutos que iban de la clase ese era el tema sobre el que habían estado hablando. Dejé el lapicero sobre la libreta y comprobé el título que había escrito al iniciar.
"La mierda del primer semestre: conducta"
—¿La conducta humana le parece predecible? —el hombre sale de su aturdimiento y retoma su postura firme. Observándome con curiosidad.
Asentí moviendo la cabeza.
—¿Por qué no iba a serlo? —cuestioné de vuelta, frunciendo ligeramente mi entrecejo—. Con todo respeto señor, si la conducta humana no fuera predecible esta asignatura no tendría ni put... sentido.
Lenguaje
Joder, lo sé
Él parpadeó, como si reaccionara de repente. Me dedicó una mirada complacida, y creo ver sus intenciones de decir algo más, pero se ve interrumpido por el sonido de la campana. Guardé mis cosas en mi mochila y antes de salir me acerqué a la primera caneca de basura que vi y arrojé la bola de papel que tenía entre mis manos. Otro más que termina ahí.
ESTÁS LEYENDO
La lista de los Corazones Rotos
Teen Fiction«Porque incluso, una persona rota y lastimada nos puede enseñar a vivir con las heridas, mostrándonos la forma de encontrar los pedazos de un corazón roto» Una lista sería la encargada de colisionar sus mundos y lo que comenzó como un simple juego t...