Capítulo 09

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"Somos una casualidad llena de intención"

—¡Dios, casi me matas de un susto! —exclamo sujetando mi pecho con mi mano.

Mi mirada se pierde en aquel chico rubio que está viéndome con diversión.

Repito, este día no puede ir peor.

—Creo que me siento un poco ofendido —ríe.

—¿Ofendido? Es a mí a quien casi le da un paro cardíaco, ¡tú no deberías estar ofendido! —niego con mi cabeza con desaprobación

—¡Claro que estoy ofendido! ¿Por qué te has asustado? Según papá no estoy tan feo —expone poniendo su mano en su pecho de forma dramática.

—Has salido de la nada ¿Qué esperabas? —inquiero observándolo.

Se encoge de hombros y se acerca al estante repleto de discos. Al seguir con mi mirada sus movimientos noto que lleva puesto un uniforme, al parecer trabaja aquí.

—Sigo esperando una disculpa —comenta regresando su mirada a mí.

—¿Disculpa?

—Podrías hacerlo mejor, pero me conformo con eso —una media sonrisa aparece en su rostro.

Lo miro incrédula.

—¿Qué? ¡No! Tú eres quien debe disculparse —lo acuso y parece que lo piensa unos segundos.

—Es cierto —se acerca a mí y deja un beso en mi mano—. Lo siento.

Estoy desconcertada, es la conversación más extraña que he tenido en mi vida. Este chico es bastante peculiar.

Asiento en su dirección y desvió mi mirada a los discos.

—¿Trabajas aquí? —pregunto y tarde me doy cuenta de que es una pregunta realmente estúpida.

—Sí ¿Cómo lo supiste?— el tono burlón de su voz no pasa desapercibido para mí.

—Fue una pregunta tonta, lo sé. —reconozco acercándome de nuevo a los estantes.

—Lo fue —afirma y su mirada se desvía por un momento—. ¿Necesitas ayuda?.

—No, solo los estoy viendo —me encojo de hombros—. La verdad estoy aquí por curiosidad, no sé mucho de discos y estas cosas.

Suelta un gran suspiro y yo frunzo mi ceño ante aquel gesto. Mira a su alrededor y al comprobar que nadie nos está viendo susurra:

—¿Te puedo contar un secreto? —asiento, maldita curiosidad—. Estaba rogando porque no necesitaras mi ayuda, porque de haber sido así hubiese quedado como un idiota.

Su confesión me dejo confundida, ¿Qué está tratando de decir?.

—No te entiendo —mantengo mi mirada en sus ojos azules—. ¿Qué se supone que significa eso?.

—Tú, pequeña chica eres un poco lenta —sonríe—. Pero, estoy dispuesto a explicarte. No tengo la más mínima idea de que hago en este lugar y ahora que lo pienso tampoco sé cómo es que todavía no me han corrido, es decir, podrías preguntarme sobre el mejor disco en la historia de la música y yo simplemente fingiría saber que sé dé que hablas y me alejaría. ¿Entiendes?

Abro y cierro mi boca al menos unas tres veces antes de reír con fuerza. Definitivamente este chico está loco.

—¿Cómo es posible que aún trabajes aquí? —pregunto todavía riendo.

—Al parecer nunca lo sabremos —se ríe—. Ahora debes guardar mi secreto...

Deja la oración en el aire en busca de que yo la termine.

La lista de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora