Mis ojos se abren lentamente adaptándose a la luz de lo que parece una habitación de hospital. Me incorporo lentamente y escaneo mi alrededor, ¿Qué fue lo que pasó?
El dolor punzante de mi cabeza me obliga a recostarme nuevamente en la camilla, a la vez que trato de buscar en mi memoria algún recuerdo que me dé una pista de lo que sucedió. Lo último que llega a mi mente es la voz de alguien llamándome antes de que mis ojos se cerraran y todo se volviera negro.
Trato de incorporarme nuevamente y esta vez lo consigo. Me levanto de la camilla y mis pies desnudos tocan el frío piso del hospital mientras camino hasta el sillón donde parece que están mis cosas. Tomo el móvil entre mis manos y lo enciendo, comprobando que son casi las cinco de la tarde, ¿cuánto tiempo he estado dormida?
El sonido de la puerta siendo tocada me sobresalta, para luego ver con claridad a la persona que entra en la habitación. Mi mirada conecta con la suya y todos los recuerdos llegan a mí de forma inmediata.
Ben.
La persona frente a mí parece realmente aliviada de verme despierta, mientras yo solo puedo pensar en alguien en específico.
—¿Dónde está Ben? —mi voz suena desesperada, he repetido esa pregunta demasiadas veces en las últimas horas.
Axel camina con cautela hacia mí. Como si supiera que cualquier movimiento repentino puede alterarme. Su precaución hace que por mi mente crucen pensamientos que me roban el aliento. Niego con mi cabeza en su dirección.
—Axel, ¿dónde está Ben?—mis palabras salen con cautela de mis labios, mientras aprieto con fuerza el móvil que aún tengo entre mis manos.
—Ellen... —sus ojos me observan con compasión e intenta tomar una de mis manos entre las suyas.
La aparto con fuerza antes de que pueda tomarla y doy dos pasos hacia atrás evitando que se acerque más.
—¡No! No me mires así, Axel, me rehúso a que me des esa mirada de compasión —lo señalo con mi dedo índice—. Conozco esa mirada, es la misma que todos usan cuando dirán malas noticias. No quiero saberlo.
Trago grueso y mi barbilla tiembla al igual que la mano con la que estoy señalándolo.
No estoy preparada para escuchar lo que tenga que decir.
—Bonita, necesito que me escuches, pero para decir lo que tengo que decirte tienes que estar tranquila, ¿de acuerdo? Prométeme que te lo tomarás con calma —me señala la camilla y me dirige hasta allí.
Me dejo caer con suavidad sobre ella mientras Axel se pone de cuclillas frente a mí.
—Te desmayaste —empieza—. Los doctores te hicieron unos cuantos exámenes y están esperando los resultados, pero al parecer el desmayo fue a causa del estrés y el cansancio. En unas horas vendrá un doctor a revisarte nuevamente.
—Está bien, pero eso no responde mi pregunta, Axel—intento levantarme, pero coloca sus manos en mis rodillas impidiéndome hacerlo.
Suspira. —No hay noticias de Ben. Nadie quiso decirme nada por no ser familiar directo. Lo siento.
Cierro mis ojos y respiro profundo para luego dejar salir una gran bocada de aire por mi boca. Axel me observa esperando alguna reacción de mi parte.
Me pongo de pie de un salto y voy directamente hacia donde está mi ropa junto con mis zapatos, me dirijo al pequeño baño y me cambio a la velocidad de la luz. Al salir encuentro a Axel hablando con alguien por teléfono y al verme cuelga de inmediato la llamada y se acerca con rapidez.
—¿A dónde crees que vas? —se interpone en el camino hacia la puerta
—Muévete, Axel —gruño.
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La lista de los Corazones Rotos
Novela Juvenil«Porque incluso, una persona rota y lastimada nos puede enseñar a vivir con las heridas, mostrándonos la forma de encontrar los pedazos de un corazón roto» Una lista sería la encargada de colisionar sus mundos y lo que comenzó como un simple juego t...