Es de mis capítulos favoritos. Disfrutenlo.
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Presiono el número cinco cuando las puertas del elevador se cierran. Esta residencia era gigante. Un completo laberinto. Duré casi diez minutos buscando el numero de la torre que June me había indicado cuando hablamos por teléfono ya hace una hora. Solo cruzaba los dedos para que esta al fin fuese la correcta.
Después de salir del departamento de Axel, encontré un mensaje de la castaña para confirmar nuestra cita de hoy, en el mensaje me pedía que nos viésemos un poco más temprano porque le había surgido algo relacionado con una de sus clases y debía resolverlo más tarde. Por suerte, yo tenía toda la mañana libre y no tenía que ir a trabajar hasta las tres, aunque sí que me hubiera ido de maravilla poder dormir unas cuantas horas más. No había dormido casi nada y estaba muy cansada, me había pasado la mitad de la noche cuidando de Axel, asegurándome de que no le aumentara la fiebre. Y la otra mitad había estado perdida en mis propios pensamientos. Haciéndome un lio.
Lo único que me reconfortaba era que Axel se encontraba mucho mejor, cuando me desperté esta mañana la fiebre le había bajado, y cuando salí de su departamento, casi dos horas después, se veía de mejor semblante. Yo, por otro lado, no podía decir lo mismo, sentía que me habían drenado toda la energía. La falta de sueño se reflejaba en el espejo del ascensor: tenía unas ojeras enormes y me veía un poco más pálida de lo normal.
Apenas y había tenido tiempo de pasar por casa a cambiarme de ropa y darme una ducha. Solo esperaba que June pudiera hacer algo que me hiciera ver mucho más... presentable.
Cuando el ascensor se detuvo caminé hasta el número de puerta que me había dicho June y toqué dos veces antes de que ella abriera.
—¡Ellen! —chilló apenas me vio.
Antes de que pudiera decir nada se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza.
—Este lugar es un laberinto —dije después de corresponder a su gesto con una sonrisa.
—Después de un tiempo te acostumbras.
Entramos a la habitación, ella se mantuvo detrás de mí a y yo me quedé por un segundo observando el lugar.
—¿Quieres algo de tomar?
—No, estoy bien —me giré para verla—. Es lindo.
June se encogió de hombros y se acercó a mí.
—Siempre podría ser peor.
Sonreí un poco.
Era una habitación bastante pequeña. Tenía dos camas individuales, una pequeña ventana encima de un largo escritorio, dos sillas, un par de repisas en las paredes blancas y dos armarios. En la pared de la derecha había coloridos cuadros colgados y unas cuantas fotografías regadas en las sábanas y parte del suelo. No fue difícil saber que parte de la habitación era de June.
—Perdona el desorden —se apresuró a decir—. He tenido una semana de locos.
—Descuida —dije sin darle importancia.
—Brenda me mataría si llegase a ver todo este desorden —comentó empezando a recoger sus cosas.
—¿Tu compañera de cuarto?
Asintió.
—Es una adicta al orden —dijo mientras organizaba un par de fotografías y las dejaba sobre el escritorio—. Yo la verdad es que no lo entiendo. No entiendo como lo hace, quiero decir, yo lo intento ¿vale?, pero no puedo mantener todo tan perfecto. En cambio, ella parece que ni siquiera se esfuerza.
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La lista de los Corazones Rotos
Teen Fiction«Porque incluso, una persona rota y lastimada nos puede enseñar a vivir con las heridas, mostrándonos la forma de encontrar los pedazos de un corazón roto» Una lista sería la encargada de colisionar sus mundos y lo que comenzó como un simple juego t...