Capítulo 08

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Mi cuerpo despierta sobresaltado. Por breves segundos barro con mi mirada la habitación tratando de ubicarme y entonces recuerdo...

El sonido del vidrio rompiéndose

A gran velocidad, bajo de la cama y corro hacia la puerta. Al salir de la habitación busco con mi mirada de donde provino tan ensordecedor sonido y a mitad del pasillo encuentro a tía Olivia subiendo por las escaleras.

—¿Qué...? —trato de pregunta, pero tía Olivia me interrumpe.

—La habitación de tu madre —señala con su debo índice la puerta del dormitorio.

Mierda.

Me avecino a paso rápido a la habitación, toco desesperadamente la puerta, pero nadie abre.

—¡Mamá! ¡Mamá! Abre la puerta —pido, pero nada ocurre—. Abre la maldita puerta mamá. ¿Qué carajo fue eso?.

Mi mano viaja al pomo para tratar de abrir, pero este no sede. Tiene seguro, insisto con más fuerza para que mi madre abra, pero esta sigue sin responder.

Me desespero.

¿Por qué no abre?

Mi mente está imaginando miles de escenarios y ninguno de ellos me gusta. Siento una mano en mi hombro que me empuja y me obliga a retroceder.

—Encontré la llave —tía Olivia se apresura en abrir la puerta mientras yo soy un manojo de nervios.

Lo primero que ven mis ojos al entrar a la habitación es la cama totalmente desordenada, las sábanas tiradas en el suelo y las almohadas regadas por todos lados, el problema: no veo a mi madre por ningún sitio. Paso por encima de todo el desastre y me encamino hacia el baño, tía Olivia va tras de mí y ella es quien abre la puerta.

Mi madre se encuentra sentada en el rincón del baño con sus brazos abrazando sus rodillas y su mirada fija en los trozos de vidrio frente a ella. Mis ojos viajan de su cuerpo al espejo roto y los trozos de cristal que se encuentran en el piso, miro con cautela la escena y trato de acercarme a paso lento para no asustarla, pero mi tía me sostiene por el hombro.

—Es mejor que yo me encargue, Ellen, no creo que sea bueno que ella te vea en este momento —da un paso hacia adelante y me retiene en el marco de la puerta.

—¿Qué? —la miro sin poder creer lo que dice—. ¿Qué se supone que significa eso?.

Tía Olivia observa a mi madre y luego regresa su mirada a mí. Pasa una de sus manos por su cabello y luego dice:

—Cariño, tu madre necesita tiempo, están sucediendo muchas cosas en este momento y ella necesita estar tranquila —suspira—. Verte ahora solo la pondría peor porque...

—Le recuerdo a Mara. ¿No es así?.

—Sí, Ellen, le recordarías a la hija que perdió y eso podría alterarla. Deja y yo me encargo, por favor.

Por encima de su hombro veo a mamá, ni siquiera ha notado nuestra presencia sigue en la misma posición en la que la encontramos.

—Está bien, pero ¿Qué se supone que haga? No puedo quedarme aquí sin hacer nada sabiendo que mamá está mal.

Toma mis hombros con ambas manos y me hace dar dos pasos hacia atrás sacándome del baño, le da una rápida mirada a mi madre antes de decir:

—Lo que debes hacer es ir a dormir un poco, te ves cansada y seguramente no has descansado bien. Sé que tampoco es fácil para ti, Ellen, no tienes por qué fingir ser fuerte, está bien llorar y nadie te juzgará por hacerlo —aseguró dándole un suave apretón a mi hombro.

La lista de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora