Capítulo 32

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Pregunta: ¿Qué canción les recuerda a Axel y a Ellen? Tengo curiosidad.

Maratón 2/2

Ni siquiera sabía por qué había dicho aquello, pero después de hacerlo supe que no había forma de retractarme. Si Axel aceptaba, tendría que cumplir mi parte.

Me miró fijamente durante algunos segundos y pude ver la duda en sus ojos, pero también había algo más. Algo mucho más intenso. Profundo. Y quizás fue precisamente ese algo lo que lo llevó a aceptar.

Probablemente, estaba a punto de cometer la peor estupidez de toda mi vida, pero justo en ese momento, bajo la atenta mirada de Axel mientras me acercaba al borde de la piscina, no pensaba con claridad. Cuando estaba con Axel era casi imposible hacerlo. Me nublaba por completo.

Cuándo llegué al borde ya estaba toda empapada por culpa de la lluvia, sentía como mi vestido se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel. El frío de la noche me hace estremecer, y por un instante me planteo la idea de no hacerlo.

—¡Vamos, bonita, no seas gallina!

Ya no había vuelta atrás. Me aparté el pelo mojado de la cara y me apresuré a quitar mis sandalias.

—Esto te va a costar —Me giré hacia él —. Me estoy congelando.

Una pequeña sonrisa se extendió en sus labios cuando me vio.

—Cuando entres al agua se te quitara el frío —bromeó.

Y me reí, lo hice porque ya no podía hacer otra cosa.

—No puedo creer que vaya a hacer esto —siseo para mí.

—O saltas tú o tendré que ir yo a hacerlo por ti.

—Ni se te ocurra moverte de donde estás —le advertí—. Hablo en serio, Axel.

—Yo también.

Y empezó a acercarse sin importarle la lluvia. Sus ojos azules clavados en mí.

Entonces, entré en pánico, y antes de que pudiera terminar de llegar me giré, cerré los ojos y me lancé a la piscina sin pensar. El agua fría me recibe cubriéndome por completo, siento como el vestido se adhiere aún más a mi cuerpo y el pelo se pega a ambos lados de mi cara. Saqué la cabeza a la superficie dos segundos más tarde jadeando por aire.

—¡Dios, está helada! —me quejé, pero no pude evitar sonreír. Axel también sonreía, mirándome.

Gotas de agua me caen en la cara y la sensación de estar en el agua, bajo la lluvia, era... liberador. Tranquilizante. Deseaba sentirme así más tiempo. Olvidándome del frío, cerré los ojos y volví a sumergirme sin miedo. Esta vez me dejé llevar, no hubo arrepentimientos ni limitaciones, me permití sentirlo todo, sin pensar. Disfrutando del momento, dejando de lado los problemas, solo estaba yo.

Cuando volví a salir del agua tenía los pulmones ardiendo, mi pecho subía y bajaba con violencia. Pero nada de eso impidió que una sonrisa apareciera en mi rostro cuando encontré a Axel mirándome desde su altura.

—No ha estado tan mal, ¿eh? —dijo.

Sacudí la cabeza sin dejar de sonreír.

—Ha sido... increíble. —dije jadeando—. Pero aún quiero mi pago.

Se echó a reír y yo respiré hondo.

—Vale, ¿qué quieres?

—Una pregunta —dije sin dudar—. Quiero que respondas una de mis preguntas.

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