Capítulo 25

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Holis :)

Antes que nada, les pido amablemente que desistan de querer matarme por la demora. Al parecer, el tiempo y yo no congeniamos muy bien. Pido perdón por eso.

Entonces, ahora que estamos tranquilos y ya nadie quiere matarme los dejo con el nuevo capítulo, espero les guste.

Disfrútenlo <3

—¿Cuándo empezamos?

Mi respuesta es casi automática, quizás demasiado rápida si me permiten decirlo y tal vez es la razón por la que justo en este momento Axel tiene una pequeña sonrisa en los labios. No planeaba sonar así de desesperada, pero la emoción es notoria en mi voz.
La cercanía de su cuerpo es la misma, no se ha movido ni un solo milímetro y eso está ocasionando que los latidos de mi corazón vayan en aumento.

Alterno mi mirada de sus ojos a sus labios, no puedo evitarlo. Es como si de alguna forma inexplicable aquel arito de metal acaparará toda mi atención. Simplemente, no puedo apartar mis ojos. Es... hipnótico.

De pronto, siento como su dedo se separa de mi boca. La sensación de esa pequeña caricia me hace tragar saliva y, por fin, apartar la mirada del piercing.

—¿Estás libre mañana? —pregunta, alejándose.

Relamí mis labios y lo pensé un momento.

—No tengo nada que hacer por la tarde —respondo, recordando que debo ocuparme de algunas cosas en la librería por la mañana.

—Bien. Paso por ti a las cuatro.

Sonreí como idiota al escucharlo.

—Si lo dices así parece que estuvieras pidiéndome una cita.

Después de que aquellas palabras abandonaron mi boca, me arrepentí de inmediato. Que semejante estupidez había dicho.

—¿Una cita? —Axel elevó una de sus cejas al tiempo que me miraba con diversión—. ¿Así te piden una cita?

Su pregunta me deja un poco descolocada. No soy una experta ni nada parecido pero...

—Pues sí —me encogí de hombros.

Él ladeó la cabeza, mirándome. No logré descifrar la expresión de su rostro.

—Estoy seguro de que hay una mejor forma de hacerlo —frunció su ceño—. Y vaya mierda de sujeto el que le pida salir a una chica de esa forma tan descortés.

Me quedé en blanco durante unos segundos. El tono divertido de su voz fue reemplazado por uno mucho más serio. Luego, fue mi turno de fruncir el ceño.

—¿Y tú sabes hacerlo mejor? —ironicé, cruzándome de brazos.

—El día que te pida salir conmigo lo averiguarás —me guiñó uno de sus ojos y casi quise rodar los míos al escucharlo. Me estaba empezando a acostumbrar a ese tipo de comentarios de su parte.

—Lo estaré esperando con ansias —le dije en un gesto sarcástico y eso lo hizo soltar una risa corta.

—Me aseguraré de que no tengas que esperar demasiado —bromeó. O eso quise creer para evitar que mi corazón diese un vuelco.

—Muy bien... —me aclaré la garganta—. En serio creo que ya deberíamos salir.

Hola, cobardía, eres tú de nuevo.

Él esboza una leve sonrisa.

—Después de ti.

Me permito relajar los músculos de mi cuerpo que sin darme cuenta se encontraban contraídos, había una extraña tensión acumulada en la parte baja de mi estómago y sentía como mi corazón retumbaba en mi pecho. No podía evitar que me afectara de la forma en que lo hacía. Era una sensación que comenzaba a ser habitual cada vez que estaba a su alrededor. ¿Será que a él le sucede lo mismo que a mí? A veces es tan difícil saber en lo que está pensando, podría quedarme horas mirándolo y aun así creo que nunca lo averiguaría.

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