Capítulo 1

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4 años y 11 meses más tarde, en algún lugar de Córdoba.

- ¡Hugo! - oyó que alguien le llamaba desde el salón.

Abrió los ojos acostumbrándose a la claridad de la habitación. Alguien había levantado su persiana y los tempranos e intensos rayos de sol inundaban la estancia.

Mientras se estiraba intentando volver al mundo después de más de diez horas de sueño, sintió la puerta de la habitación en que se encontraba abrirse de manera brusca.

- Tio, por el amor de Dios - se quejó su hermano apareciendo tras dicha puerta -. ¡Quieres hacerle caso a mamá ya para que deje de pegar voces!

El rubio, tirado aún en su cama, rio ante el visible malestar de su hermano pequeño, que ya no era tan pequeño.

- Ya voy, Rafa - le respondió haciendo un gesto con su mano para que le dejara solo.

Se sentó al borde de la cama y se frotó los ojos perdiendo su mirada por la ventana, quedaba aún más de un mes para primavera pero ya se notaba en Córdoba el tiempo propio de esta estación.

Caminó descalzo hasta el salón del piso recibiendo enseguida la regañina de su madre.

- ¿Se puede saber por qué llevo media hora llamándote y no contestas? Son la una y veinte de la tarde - medio gritó su progenitora saliendo de la cocina -, ¿y dónde vas descalzo? ¡qué te vas a resfriar!

El chico sonrió y se acercó a su madre para dejar sobre su mejilla un beso. La mujer estaba algo enfadada con él pero no podía negarle aquel gesto.

- Buenos días a ti también, mamá.

- Contenta me tienes - respondió la mujer -. Vístete y ve a por pan antes de que cierren, haz el favor.

- Vale - contestó el chico alargando la a.

Volvió a dirigirse a su habitación y por el camino se encontró a Sulli, su gato, y a Freddy, el gato de su hermano, jugando con una pelota.
Se agachó a acariciar a los animales y sonrió cuando ellos, de alguna manera, le devolvieron el gesto.

Se vistió y tal y como le había pedido su madre, bajó a la panadería a por el pan del día.

Se paró en varias ocasiones a hacerse fotos con algunos fans que le reconocieron y se entretuvo también charlando con ellos y agradeciéndoles su apoyo.

Había decidido tomarse unos días de descanso en su ciudad natal junto a su familia tras anunciar el lanzamiento de lo que sería su tercer disco el próximo verano. Llevaba muchos meses trabajando sin parar en este nuevo proyecto y un respiro no le vendría nada mal.

Al volver a casa, su madre ya estaba poniendo la mesa.

Se sentó a comer con ella y su hermano mientras charlaban animadamente. A Ana ya se le había pasado el enfado y bromeaba con sus hijos como si nada hubiera pasado.

Hugo, por primera vez en bastante tiempo, se descubrió sintiéndose bien. Se sentía lleno, feliz y en paz, y quizás es porque lo que necesitaba era eso: su madre, su hermano y su casa.

- Ha llamado Marta mientras estabas fuera - le informó su progenitora -, me ha dicho que le escribas cuando puedas, que quiere verte.

- Cuando comamos la llamo - sonrió él.

El rubio ayudó a su madre a lavar los platos mientras su hermano recogía la mesa, y más tarde se volvió a su habitación a llamar a su mejor amiga.

- Si mi madre no se llega a encontrar a la tuya en la pescadería, ni me entero que estás aquí - le recriminó la chica en cuanto descolgó la llamada.

Ni un saludo, un hola, nada. Hugo se echó a reír.

- No exageres, Marta - le dijo -, que llevo dos días en mi casa. Pensaba llamarte este finde.

- Pues ya me he adelantado yo - le respondió la chica -. ¿Haces algo esta tarde?

- No, creo que mi hermano sale y mi madre irá a casa de mi tía a echar la tarde, pensaba acompañarla.

- ¿No puedes ver a tu tía otro día? - le preguntó su amiga poniendo voz infantil.

El chico sonrió negando.

- ¿Dónde quedamos?

No pudo ver la cara de Marta en aquel momento, pero conociéndola como lo hacía, una sonrisa victoriosa se había impuesto en su cara seguro.

- Donde siempre a las seis, no llegues tarde por favor.

- Venga, luego nos vemos pesada.

- Habló el simpático - se despidió bromeando ella.

Soltó el móvil y se tumbó en la cama descansando la vista cuando sintió que entre sus brazos se colaba algo.

Sonrió tocando el pequeño cuerpo de su mascota y lo atrajo hacia él acariciándole dulcemente.
Hacerlo tranquilizaba tanto al animal como a él, y quizás sería porque alguna vez, aquel gesto tan aparentemente insignificante, lo hacía acompañado.

***

Ese mismo día en cualquier lugar del mundo.

- Ya te he dicho que no - repetía la chica al teléfono -. ¡Por Dios, Anne, qué no voy a decir nada a nadie mujer!

Su amiga la había llamado esa misma tarde para anunciarle que se casaba.

Sí, Gérard y Anne, tras casi seis meses separados volvieron a unir sus caminos y ahora, casi cinco años después, decidían dar el siguiente paso en su relación, el matrimonio.

- ¿Pero te alegras? - preguntó la otra chica al otro lado de la línea.

- ¡Claro que me alegro, amor! - exclamó la gallega al notar el miedo en la voz de su amiga -, pero deja de pedirme que no se lo cuente a nadie que me ha quedado muy claro que queréis ser vosotros quiénes deis la noticia - sonrió.

- Hay algo más - añadió nerviosa la más pequeña.

- A ver.

- Quiero que seas mi dama de honor junto a Sam - le soltó -. ¿Qué me dices?

A la mayor de las dos poco le faltó para contestar. Se casaba una de sus mejores amigas; la persona que, después de su familia, probablemente más le apoyaba en el mundo.

- Por supuesto que sí, contad conmigo - respondió sincera.

- Muchas gracias.

- A mí no me tienes que agradecer nada, Anne - sonrió Eva -. Te quiero muchísimo, lo sabes, y me alegro de verdad por todo lo bueno que te pase. Y no hay nada que me haga más ilusión que ser partícipe de lo que te hace feliz.

- Te quiero mucho, Evi - confesó la otra chica emocionada -. Y siento que meta ahora esta conversación, pero si quieres venir a mi boda tendrás que volver.

Y aquello fue como un jarro de agua fría.

¿Cómo no se había planteado durante la media hora que llevaban de conversación que, lógicamente, la boda de su amiga sería en España?

¿Quería hacerlo? No podía fallarle a Anne en algo tan especial para ella como esto.
¿Estaba preparada para volver? Con suerte solo serían unos días, un fin de semana quizás.
¿Haría bien volviendo sabiendo todo lo que eso implicaba? Lo dudaba, lo dudaba muchísimo.


¡Hola de nuevo!

Aquí tenéis el primer capítulo.
Muchísimas gracias por el apoyo al prólogo, de verdad.
Sé que este capítulo es, quizás, un poco aburrido, pero necesitaba una introducción para darle forma a la novela.

¡Ah! He decidido que para organizarme un poco, subiré capítulo lunes y miércoles, dos por semana.

Mil gracias por leer. Comentad que os está pareciendo si os apetece que os estaré contestando un ratito.
🤍🤍🤍

Así que pasen cinco años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora