- ¿Molesto?
Suspiró.
No era él, claro que no, pero quizás lo hubiera preferido.
Esbozó como pudo la mejor de sus sonrisas y se giró hacia la persona que aguardaba a sus espaldas.
- No, tranquila - respondió intentado parecer amable.
Observó como la chica sonreía y se dirigía a su altura para encenderse también un cigarro.
Se fijó en que así, de cerca, era increíblemente guapa y el prototipo social de mujer perfecta, y tuvo que morderse las ganas de llorar.
- Eres Eva, ¿verdad? - le preguntó la rubia expulsando el humo por su boca.
Ella asintió, de nuevo con esa sonrisa que cualquiera que la conociera bien sabría que forzaba.
- ¿Blanca? - preguntó.
- La misma.
Por unos segundos hubo un silencio un tanto incómodo para la gallega.
- Hugo no me ha hablado mucho de ti.
La castaña miró al cielo y pegó de nuevo una calada al cigarro antes de soltar cualquier barbaridad por la boca. Esa tal Blanca podría ser perfecta, pero la estaba incordiando.
- No tenemos mucha relación - contestó indiferente.
- Entiendo.
La chica rio irónica en su cabeza. ¿Qué entendía el qué? Si probablemente no sabría de la mitad la media.
- Pero fuisteis pareja, si no me equivoco.
- Sí, pero no pudo ser - respondió algo molesta.
¿Le estaba haciendo un interrogatorio? Si ni siquiera se conocían, no tenía ningún derecho a preguntarle nada. Si quería saber, que se fuera en busca de su novio.
- Porque te fuistes, ¿no? - insistió la madrileña sonriendo.
Aquello fue la gota que colmó el vaso.
- Perdona, no quiero sonar borde, pero no te conozco de nada y creo que lo que yo hiciera o dejara de hacer en mi relación con Hugo no te incumbe - le dijo borrando la sonrisa de su rostro -. Así que, si me perdonas, vuelvo dentro. Que te cuente él lo que crea conveniente.
Y dicho eso la dejó allí y volvió al interior del local.
***
Hugo había notado la ausencia tanto de Eva como de Blanca y eso le daba a suponer que probablemente las dos estuvieran juntas. Y más que por Blanca, buscó a ambas por Eva, por que de alguna forma sería incómodo para ella y él lo sabía.
Fue a salir justo cuando la gallega entraba.
Sus ojos conectaron, y esta vez no se miraron como aquel día en la discoteca por sopresa; pero tampoco como aquella noche en Australia.
Esta vez se miraron de manera efímera y ambos notaron los ojos del otro apagados.
Hugo se apartó para dejarla entrar y ella agachó la mirada y pasó.
El chico volvió la vista para mirarla volver junto al resto, y tras suspirar salió en busca de Blanca.
La encontró apoyada en un pivote de la calle y sonrió acercándose por detrás para abrazarla y dejar un beso sobre su cuello.
Sintió el vello de la chica erizarse y salir de su boca un suspiro y una risa.
- Son las cuatro de la mañana - susurró en su oído -, ¿qué te parece acabar la noche en mi habitación?
La chica se giró sonriendo y abrazándole por el cuello.
- Me encantaría - respondió -, pero mañana madrugo. ¿Me acercas mejor a casa?
Él sonrió de manera más dulce y asintió.
- Sí anda, entro a despedirme y nos vamos.
Ella dejó un beso en su mejilla y volvió a apoyarse a esperarle mientras el volvía sus pasos al local.
Hugo se despidió de todos sus amigos, y dejó a Eva para el final.
Se acercó a ella y la miró, aunque esta le apartó la mirada.
- Me voy - dijo.
La chica volvió a subir de nuevo la vista hacia la altura de los ojos de él y sonrió levemente, pero de verdad.
Eva asintió y se dispuso a marcharse con el resto pero la mano de Hugo sobre su brazo se lo impidió.
- Me alegra volver a verte - le dijo el chico esbozando una sonrisa.
Aquel gesto la ablandó y suspiró antes de contestar:
- A mí también, que te vaya bien, Hugo.
Y dicho esto volvió junto al grupo de chicos que seguían divirtiéndose en el karaoke, dejando al rubio allí en medio quieto y algo confuso, porque aquello había vuelto a sonar a despedida.
Sacudió su cabeza y volvió algo desanimado junto a Blanca, que ya le esperaba en la puerta del coche y que al verle recuperó la sonrisa.
Él se la devolvió como pudo y ambos subieron al vehículo dirrección a la casa de ella.
El camino lo hicieron en silencio hasta que en un semáforo en rojo poco antes de llegar al destino al que se dirigían, Blanca habló:
- Cuando he salido a fumar me he encontrado a Eva con un cigarro en la boca también - dijo.
Ante estás palabras, Hugo se vio obligado a mirar a su acompañante incrédulo. ¿Eva fumando?
- ¿Por qué me miras así? - rio la chica.
- Nada - dijo él algo seco.
- Bueno, pues he hablado con ella.
El rubio miró por la ventanilla y suspiró.
- ¿Sobre qué? - se atrevió a preguntar.
- Poca cosa - contestó ella mientras Hugo aparcaba frente a su puerta -, a penas han sido cinco minutos.
- Ya - dijo murmurando el chico.
- Gracias por traerme, nos vemos otro día que me lo he pasado muy bien - se despidió la chica bajando del coche.
Hugo solo sonrió y esperó a que ella entrara a su casa para marcharse.
Por el camino solo pudo darle vueltas a la conversación que decía Blanca haber tenido con Eva.
Si hubiera sido él el que hubiera tenido que mantener una conversación con algún ligue de la gallega, probablemente hubiera sido muy incómodo y quizás no hubiera acabado bien.
Aunque tampoco podía esperar aquello de Eva, la chica estaba con otro chaval divirtiéndose en un bar cuando él fue en su busca, eso significaba que había pasado página y que probablemente no sintiera nada por él ya.
Al llegar a su piso fue él quién se encendió un cigarro suspirando y cuestionandose a sí mismo por qué razón le seguía doliendo pensar que Eva podría tener algo con alguien en Australia, cuando él mismo se acostaba de vez en cuando con Blanca.
Miró al cielo y vio la luna menguante en el firmamento. Y mientras la observaba llegó a la conclusión de que podrían pasar los años, que siempre sería Eva.
¡Hola!
Aquí tenéis el capítulo del lunes.
Espero que os esté gustando.
Que tengáis buen comienzo de semana.
Nos vemos el miércoles.
Gracias por seguir leyendo.
🤍🤍🤍
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Así que pasen cinco años.
FanfictionCinco años. Sesenta meses. Mil ochocientos veinticinco días. Hugo y Eva. Eva y Hugo. "No hay que esperar, hay que vivir" Federico García Lorca. ( Así que pasen cinco años. )