El resto del viaje lo hicieron en silencio. Él mirando al frente y ella por la ventanilla, pero sin soltar el agarre de sus manos.
Era como si de repente no hubieran pasado estos años, como si nada hubiera pasado y todo siguiera igual.
Se vieron obligados a deshacer el contacto cuando llegaron al aeropuerto.
Ninguno dijo una palabra.
Hugo bajó y le devolvió las maletas a la chica y ella las cogió. Ambos se sonrieron tímidos.
- ¿Te acompaño? - preguntó el chico señalando con su cabeza el edificio del aeropuerto.
Ella negó suavemente con la cabeza.
- No te preocupes - le dijo -. Muchas gracias por traerme, no tenías porqué.
El chico rio sabiendo que si le contestaba volverían a la misma discusión tonta.
La castaña se contagió de su risa y segundos después volvió sus pasos para adentrarse en el aeropuerto, sintiendo la mirada de Hugo sobre ella.
- Eva, espera - le detuvo.
Se giró y observó como el cordobés se dirigía a ella a paso rápido.
Su corazón empezó a latir con demasiada fuerza y provocando sus nervios.
- No podemos seguir así - se atrevió a decirle el chico cuando llegó a su altura -. Te llamé hace unas semanas, Sam me dio tu número. Descolgaste y no hablé porque no sabía que decirte.
La chica le miró con el ceño fruncido.
- Busca en tu agenda de contactos, ese es mi número - le señaló con el dedo el móvil que llevaba en la mano -. Háblame, por favor.
La única respuesta de ella fue abrazarle como si el mundo se fuera a acabar en aquel instante.
- Cuídate mucho - le susurró él al oído mientras la rodeaba con sus brazos -. Nos vemos pronto.
Al separarse se miraron a los ojos sonriendo.
Eva le acarició suavemente la mejilla y ambos sintieron la necesidad de besar al otro.
Pero no podían, no debían. O lo echarían todo a perder en cuestión de segundos.
Así que se tuvieron que conformar con el beso de ella sobre la mejilla de él y una sonrisa como despedida.
Seguidamente, la chica cogió sus maletas y se fue. Sola, sin él.
Irónico.
Hugo esperó a que desapareciera entre la multitud y solo entonces se pudo ir.
___
Era junio, y en Australia el termómetro no superaba los quince grados desde hacía varios días.
Eva se preparaba esa tarde para la función en el teatro que tendría esa misma noche.
Michael le pasó a recoger sobre las ocho, él también actuaba esa noche y aprovechando que tenía coche, se había ofrecido a llevarla.
- ¿Qué tal? - sonrió la gallega entrando al coche - Dios mío, qué frío hace.
- Buenas tardes - le saludó el chico -, sí, sí que hace frío.
Por el camino charlaron sobre lo nerviosos que estaban por la obra, y se rieron porque todas las semanas les pasaba igual.
Una vez en el teatro, mientras Eva terminaba de pasar por vestuario junto a algunas de sus amigas, Michael salió con cuidado al patio de butacas a observar como la gente iba llegando.
De repente, el chico divisó entre las filas del medio, un grupo de jóvenes que les sonaba bastante, sobre todo el chico rubio.
Volvió de nuevo a los camerinos y sonrió cuando vio a Eva retocarse en un espejo.
- Esto está lleno hoy - le avisó.
- No me digas eso que me pones más nerviosa - rio ella terminando de ponerse el rimmel.
- Si tú siempre lo haces genial - le alabó el chico -, has nacido para esto.
A modo de agradecimiento por sus palabras, la castaña dejó un sonoro beso sobre la mejilla del chico provocando sus risas.
- Venga anda, vámonos ya para el escenario.
- Un segundo que mire el móvil - respondió ella apresurándose a encontrar su teléfono.
- ¿Qué miras tanto? - le preguntó su amigo - Por el camino tampoco lo has soltado.
- Le hablé ayer a mis amigos y aún no me han contestado, y me parece muy raro - respondió.
- Se te olvida que en tu país hay una diferencia horaria de doce horas.
- Ya, pero les hablé cuando allí eran las doce de la mañana y serán ahora casi las nueve del día siguiente y no sé nada de ninguno.
La chica soltó de nuevo su teléfono en el bolso tras comprobar que, efectivamente, ninguno había respondido aún.
Michael la miró extrañado y la siguió por los pasillos hasta colocarse ambos en las bambalinas del escenario.
Pero de repente, algo en el chico hizo clic.
- Tu "amigo" ese - le dijo a Eva haciendo el gesto de las comillas con sus dedos -, Hugo.
La chica asintió dándole a entender que sabía de quién hablaba.
- ¿No será rubio, de mediana estatura y con un pendiente en una oreja?
La chica sonrió de medio lado asintiendo con la cabeza.
- Ese mismo, ¿por qué?
- No es por ponerte más nerviosa ni nada - contestó -, es más, quizás hasta me equivoco.
Eva, que escuchaba como el presentador de la obra estaba a punto de anunciar el incio del espectáculo, metió prisa a su amigo.
- Ve al grano que vamos a salir ya - dijo gritándole en un susurro.
- Juraría haberlo visto entre el público acompañado de otras cinco o seis personas.
La chica hizo cálculos en cuestión de segundos y todo le cuadraba.
Con Hugo, sus amigos más cercanos eran siete, y si mal no recordaba, el último día que pasó en España planearon de manera rápida ir a visitarla ese mismo mes en el que estaban.
Pero no podía ser verdad, era imposible que hubieran decidido ir hasta allí y que esa tarde hablaran enserio.
Y de ser así, le extañaba que no le hubieran dicho nada.
No le dio tiempo a pensar más cuando el telón se terminó de levantar y tuvo que salir a actuar, pero, efectivamente, las primeras caras que vio al salir al escenario, eran la de sus amigos, que aplaudían orgullosos desde las butacas centrales.
No se lo podía creer, estaban todos allí, incluido Hugo.
Se puso tan nerviosa que casi se equivoca al principio de la primera escena que debía interpretar, pero supo remontarlo y seguir el hilo de la actuación a la perfección, demostrándole a todo el mundo que lo suyo era aquello.
Aunque su mente, durante todo el espectáculo, solo podía pensar en acabar para lanzarse a abrazar a sus amigos que la observaban maravillados aún siendo conscientes desde mucho antes del don de la chica para la actuación.
¡Hola!
Pues aquí tenéis un poco de tregua en tanto drama.
¡Ojo, no prometo que vaya a durar mucho!
Contadme vuestras opiniones.
Nos leemos el lunes.
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Así que pasen cinco años.
FanfictionCinco años. Sesenta meses. Mil ochocientos veinticinco días. Hugo y Eva. Eva y Hugo. "No hay que esperar, hay que vivir" Federico García Lorca. ( Así que pasen cinco años. )