Capítulo 4

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Madrid en hora punta era casi intransitable y a ella, eso, se le había olvidado.

Recorría con miedo a ser reconocida las calles madrileñas acompañada de su maleta y su bolso dirección al hotel dónde se iba a hospedar.

Había sido un viaje en avión realmente agotador y tras aterrizar, un taxi le había dejado en plena Gran Vía.

Finalmente dio con el hotel que había reservado y tras terminar el papeleo en recepción, subió a su habitación.

Era jueves, la boda sería el sábado por la tarde y ella volvería a Australia el lunes a primera hora, estaba todo planeado.

Una vez se hubo instalado, cogió su teléfono y marcó el número de Anne.

- ¿Qué tal? - le respondió esta descolgando - ¿Has llegado ya?

- Sí, tranquila - le dijo la gallega -. Me he instalado y todo.

- Genial, pues acuerdate que te paso a recoger a las siete de la tarde para mi despedida.

- Que sí, nos vemos luego.

La despedida de soltera de Anne no iba a ser gran cosa. Habían quedado en salir a cenar, tomarse unas copas y acabar la noche en una discoteca.

La chica le había informado que irían Nia, Samantha, Anaju, Maialen y ellas dos; y esa era otra de las cosas que le preocupaba.

Anne siempre le había apoyado incondicionalmente sin pedir explicaciones nunca, respetó su decisión de marcharse y estuvo ahí siempre que la hubo necesitado.
Nia y Anaju no entendieron el porqué de su marcha e incluso llegaron a recriminarle que se fuera sin dar explicaciones, pero al fin y al cabo eran sus amigas y también estuvieron ahí.
Y Maialen siempre sería Maialen, la apoyó sin pedir explicaciones y solo le deseó que todo le fuera bien en la vida.

Pero Samantha no.

Samantha y ella crearon un vínculo especial, una amistad recíproca donde siempre estaban la una para la otra. Hasta que ella se fue.

No la culpaba, porque siempre había tenido claro que la conexión de Hugo y Samantha era realmente fuerte, y ella, cuando se marchó, le hizo muchísimo daño al chico.

Al principio, Samantha intentó por todos los medios que le diera explicaciones lógicas para poder entender esa inseperada decisión, pero al notar que la gallega era reacia a aquello, terminó alejándose poco a poco, hasta tal punto en el que llevaban cuatro, de los cinco años que habían pasado, sin hablarse.

Y tenía miedo al reencuentro.

***

Hugo se arreglaba esa tarde en la habitación. Flavio, Rafa, Jesús, Bruno, Gérard y él iban a ir a celebrar la despedida de soltero de Gérard.

Mañana era la boda y por temas laborales no habían podido organizar gran cosa, así que iban a cenar fuera, tomarse unas copas y salir a una discoteca. Como las chicas.

El cordobés estaba visiblemente nervioso. Mañana volvería a verla, después de cinco años sin saber absolutamente nada de ella.

Porque cuando se marchó, lo pasó mal hasta tal punto en el que solo verla en las redes le dolía, así que la borró de todas; eliminó todas las fotos en las que ella salía y pidió a sus amigos que nadie le hablara de ella más. Y así había sido hasta hace unas semanas que Anne le llamó para invitarle a la boda.

Mañana la vería, y no estaba preparado, y tampoco sabía si quería hacerlo. Le había hecho tanto daño que tenía miedo que al verla no pudiera sentir más que rencor, porque no quería odiarla, nunca quiso, solo quería poder olvidarla, aunque sin explicaciones a su marcha, lo veía complicado.

¿Qué pasaría cuando mañana sus ojos volvieran a conectar? ¿Cuando volvieran a mirarse tras cinco largos años? ¿Cómo debían saludarse? Si es que debían hacerlo.

Estaba nervioso, por la incertidumbre y el miedo que sentía, más por su reacción que por la de ella.

Cogió sus llaves, su cartera y su teléfono y salió de su habitación para bajar junto a Bruno al coche y llegar al restaurante donde sería la cena.

Una vez todos allí, charlaban animadamente entre bromas.

- ¿Estás bien? - le preguntó Rafa evadiendo a ambos de la conversación que tenían sus amigos.

Hugo le miró extrañado.

- Claro, ¿por qué?

- Por mañana.

Hugo sonrió de medio lado y suspiró levemente.

- Estoy bien - respondió -. Solo serán unas horas en las que con suerte no tendré que compartir con ella mucho tiempo y después se volverá a marchar.

- Estás enfadado con ella.

- No - respondió él intentando sonar convincente.

- No era una pregunta.

Los chicos se miraron.

- Mira Hugo, llevas cinco años sin saber de ella - le dijo Rafa -, creo que este fin de semana es buen momento para hablar.

- Yo no tengo nada que hablar con ella - se excusó el rubio.

- Sí, Hugo. Necesitas explicaciones de su marcha, necesitas entender el porqué de todo para poder pasar página. Llevas cinco años anclado a ella porque no puedes querer a otra persona si la sigues queriendo.

- Yo ya no la quiero Rafa, te equivocas.

- Sí lo haces, claro que lo haces - le recriminó su amigo -. Porque si no lo hicieras, las relaciones que has intentado tener en este tiempo hubieran salido bien.

Hugo le miró interrogante.

- Mira, haz lo que quieras, pero creo que te debe esa conversación para que tú puedas dejar atrás tus miedos y ser feliz sin ella.

El otro chico suspiró, porque su amigo llevaba razón.

- El problema es que no quiero verla Rafa, no es que no pueda o no esté preparado, es que no quiero - le confesó -. Porque tengo miedo, miedo de que al verla la odie, la culpe o a que lo haga ella, y no me miré como me miró la última vez.

- Te entiendo, pero tienes que arriesgar Hugo, o pasarás toda la vida sin respuestas perdido en la misma página del libro.

La conversación quedó ahí.

Hugo pasó el resto de la noche dándole vueltas a esa conversación y decidió que sí, que cogería todo el miedo y la incertidumbre para hablar mañana, o quizás el domingo con ella y pedirle explicaciones, porque se merecía pasar página y ella debía entenderle.

Pero todas sus ideas se vinieron a bajo en cuestión de segundos, cuando al entrar a la discoteca donde pasarían la noche, un grupo de chicas bailaban animadamente en la pista.

Y una de ellas giró sobre sus pies y por suerte o por desgracia conectaron sus ojos.

La música pareció apagarse cuando se miraron.

Ella, tan guapa como la última vez, cesó en sus movimientos al verle y se quedó estática y seria en medio de la pista.

Él, desde la entrada, no pudo seguir los pasos de sus amigos y también la miraba sin ninguna expresión en el rostro.

¡Hola!

Feliz comienzo de semana.
Aquí tenéis el capítulo del lunes, nos vemos el miércoles.
Espero que os guste, os leo en comentarios.
Gracias por leer.
🤍🤍🤍



Así que pasen cinco años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora