La burbuja en la que vivieron el resto de la semana les protegió de todo y de todos.
Se sintieron de nuevo como en la Academia: ellos, sus amigos y su amor.
Pero el sábado llegó y con ello la marcha de los chicos de nuevo a España.
- ¿Te dejas algo? - preguntó Eva entrando en su habitación observando como Hugo terminaba de cerrar las maletas.
No habían puesto etiquetas a su relación aún, les bastaba así.
El chico sonrió girando la cabeza y encontrándose a la castaña apoyada en el marco de la puerta mirándole divertida.
- ¿De qué te ríes mierdas? - pronunció él marcando su acento entre risas.
- Trae anda, que te ayudo.
La gallega se acercó al rubio y entre los dos consiguieron cerrar esa maleta que al andaluz se le resistía.
Una vez listo todo el equipaje en la puerta de la habitación, Hugo la cerró cuidadosamente dejando a ambos dentro.
Eva le miró con una ceja levantada pero sin perder la sonrisa, y las mariposas de su estómago comenzaron a revolotear cuando el chico se acercó a ella a paso lento.
Una vez a la misma altura, a sus cuerpos solo los separaban escasos centímetros y ella había cerrado ya los ojos.
De un momento a otro, Hugo posó sus labios sobre los de Eva, quién recibió el gesto encantada.
No era un beso apasionado ni con segundas intenciones. Era un beso lento, lleno de amor.
Se separaron cuando se vieron obligados a tomar aire y apoyaron sus frentes sonriendo.
- Gracias - susurró él.
Eva abrió sus ojos y le miró.
- Ha sido la mejor semana de los últimos cinco años.
La chica ladeó la cabeza enternecida.
- Gracias a ti - respondió suave.
Sus labios volvieron a unirse unos segundos.
- Venga, que vais a perder el avión - dijo ella separándose cuidadosamente y caminando hacia la puerta.
Sus amigos les esperaban en la puerta.
Hicieron el camino en los dos coches que habían alquilado y los devolvieron al lugar donde lo habían hecho antes de entrar en el aeropuerto.
Eva acompañó a todos su amigos hasta donde los guardias de seguridad del aeropuerto le dejaron, todo el camino sin soltar la manos de Hugo.
Y llegó la despedida.
Uno por uno fueron abrazando a la chica y agradeciéndole su hospitalidad.
Hasta que llegó el turno de Hugo.
Ambos se miraron sonriendo y se funideron en un cálido y fuerte abrazo.
- Nos vamos a ver muy pronto - sonrió el chico besando su hombro.
- Os voy a echar de menos estas semanas - contestó mirando a todos pero sin separase de Hugo a quién ahora abrazaba por la cintura.
- Y nosotros a ti, pero en nada vuelves a España para quedarte y vamos a estar todos juntos otra vez.
Eva levantó su cabeza emocionada conectando al instante su mirada con la de Hugo.
Le acarició suavemente la mejilla y le dejó un dulce beso en los labios bajo la atenta mirada de todos sus amigos.
Los chicos tuvieron que ir pasando por los controles, embarcarían en poco tiempo.
Hugo se quedó el último por culpa de Eva que intentaba retenerle el mayor tiempo posible.
- Venga, Ev - sonrió el chico acariciando ahora él su mejilla -, voy a ir mirando pisos en cuanto llegue para que cuando vuelvas ya tengamos casa.
Ella sonrió y suspiró a la vez.
- Llámame todos los días, por favor - le pidió.
- ¿Piensas que no lo voy a hacer? - ambos rieron - Soluciona todo lo que tengas que solucionar aquí, que yo te espero.
- Te quiero, mucho - susurró ella contra sus labios antes de besarlo.
Al separarse se miraron sonrientes y él también le confesó muy bajito que la quería.
La chica no se marchó hasta que todos hubieron desaparecido a lo lejos camino de la puerta de embarque, y volvió en taxi a su casa con un sabor agridulce.
Las cosas, por suerte, eran diferentes. Los chicos y Hugo se habían marchado con la promesa de que en pocas semanas ella arreglaría todo el papeleo de trabajo y casa en Australia y volvería a España a vivir con el cordobés y a volver a intentar hacerse un hueco en el panorama musical español.
Pero no dejaba de ser una despedida. Había pasado la semana más intensa y bonita de los últimos cinco años, y a pesar de que apenas habían sido unos días, se había vuelto a acostumbrar a despertar y que Hugo la estuviera mirando embobado.
Y sabía que sería poco tiempo, pero también que la diferencia horaria y el horario laboral de ambos, impediría muchos días que el rubio y ella pudieran hablar.
Por ello le atemorizaban estas semanas, porque tenía miedo de que Hugo sintiense que lo que habían vivido estos días hubiera sido fruto de la intensidad de convivir juntos y los años separados; que sintiera que en verdad ya no la quería igual.
¡Hola!
¿Cómo lleváis la semana?
Espero que os guste este capítulo y os informo de que finalmente terminaré la novela la semana que viene porque esta se me hace imposible.
¿Creéis que se viene drama?
Os leo.
🤍🤍🤍
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Así que pasen cinco años.
FanfictionCinco años. Sesenta meses. Mil ochocientos veinticinco días. Hugo y Eva. Eva y Hugo. "No hay que esperar, hay que vivir" Federico García Lorca. ( Así que pasen cinco años. )