- ¿Tú tampoco puedes dormir? - le preguntó el chico casi en un susurro.
Ella sonrió de medio lado y negó.
- Venía a por un vaso de leche, no te he visto en el sofá y me he preocupado - contestó ella hablando también bajito para no despertar a nadie -. Lo siento si te he molestado.
Hugo rio y se acercó a ella pasando ambos de nuevo al salón y cerrando la puerta del jardín para que no entrara el frío.
- Anda ya mujer, si estás en tu casa.
Ella sonrió y se dirigió a la cocina a prepararse el vaso de leche.
- ¿Quieres uno? - le preguntó al rubio que la seguía.
- Si no te importa.
La chica puso a calentar dos vasos de leche en el microondas.
Mientras, un silencio algo incómodo inundó en ambiente. Ninguno sabía qué decir.
Fue ella la que rompió el hielo:
- ¿Estás bien?
Él la miró, sonrió de medio lado y asintió.
- De puta madre.
Y a Eva no le hizo falta más para saber que estaba mal, pero que no quería contárselo, y no iba ella a insistirle.
- ¿Y tú? - le preguntó él.
- Igual - respondió.
Y ambos rieron.
Se sentaron a la mesa, uno enfrente del otro, con sus vasos de leche entre las manos.
Eva notó como el chico miraba a todos lados de la casa.
- Te va bien aquí por lo que veo - le comentó -, no me esperaba que tuvieras una casa tan amplia.
Ella asintió.
- No me puedo quejar - respondió algo desganada -, aunque para mí sola se me hace muy grande a veces - confesó.
Hugo la miró asintiendo.
- No tienes pensado volver a España, ¿verdad?
La chica negó y pegó un sorbo de su vaso.
El chico imitó su gesto, casi habían terminado.
- Esta gente te echa mucho de menos.
"Esta gente" pensó Eva. No se incluía a él.
- Ya - suspiró levantándose para dejar el vaso en el fregadero y marcharse de nuevo a su habitación.
Justo cuando iba a empezar a subir las escaleras, una mano sobre su brazo la detuvo.
- No quería decir eso, lo siento - se disculpó él cabizbajo reteniéndola.
Ella sonrió tristemente.
- Está bien Hugo, tranquilo.
El chico la miró y ella sintió que ambos se rompían un poco.
- Yo también te echo mucho de menos Eva - confesó con un hilo de voz -. Llevo cinco años echándote de menos.
Esa confesión sorprendió a la chica que, con un nudo en el pecho, le pidió que no siguiera.
- No me digas eso, por favor - casi suplicó.
- Lo siento - dijo él soltando su brazo -, pero tenías que saberlo.
Ella permaneció en el sitio mirándole.
Sería la noche, sería el cansancio o simplemente serían muchos años cargando con miles de dudas, que ambos tenían la necesidad de contarse todo.
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Así que pasen cinco años.
FanfictionCinco años. Sesenta meses. Mil ochocientos veinticinco días. Hugo y Eva. Eva y Hugo. "No hay que esperar, hay que vivir" Federico García Lorca. ( Así que pasen cinco años. )