Iba a cruzar la puerta dispuesta a abandonar aquel hostal cuando una voz pronunciando su nombre a sus espaldas la detuvo.
Se giró deseando haber oído bien, y cuando le vio allí parado, en las escaleras que supondría que conducirían a las habitaciones, no se lo pensó y se lanzó a abrazarle.
Claro que no se lo pensó. De haberlo hecho, nunca se hubiera tirado a sus brazos, y cuando los suyos rodearon su cuello y volvió a sentirle tan cerca, miles de mariposas volvieron a revolotear en su estómago como hacía años que no lo hacían.
Y en ese instante se arrepintió.
***
Llevaba casi una hora sentado en la arena pensando muy bien que hacía allí.
Se levantó y caminó en busca de algún hotel u hostal que le acogiera aquella noche, y dio con uno donde un señor bastante amable le ofreció alojamiento aquella noche.
Subió las escaleras que llevaban a la habitación que se le había indicado y tras dejar sus cosas sobre la cama decidió darse una ducha, más tarde reservaría el vuelo más temprano de vuelta a España, era inútil estar allí ya.
Se sentía impotente y mal, y no lo entendía. Algo que tenía muy claro era que él ya había superado a Eva, que ya no la veía como años atrás. Pero era indudable que la belleza de la castaña seguiría atrayéndole por mucho que pasaran los años y eso, a pesar de que lo intentaba, era incontrolable. Y no quería sentirse así si se trataba de Eva por miedo a volver a caer en ella y que la chica se volviera a marchar, si es que alguna vez volvió.
Antes de meterse a la ducha se dio cuenta de que no había toallas y bajó a recepción en busca de algunas.
Y justo cuando bajaba la vio marcharse. Era ella, por supuesto que era ella. Estaba de espaldas pero para él, su silueta y todos sus perfiles eran únicos, y eso no había cambiado con el tiempo.
¿Pero qué hacía ella allí? ¿Le estaría buscando?
Y por segunda vez tras cinco años, sus labios volvieron a pronunciar su nombre.
- Eva - la llamó.
La chica se giró y juraría que sus ojos se iluminaron cuando sus miradas se encontraron, y sin esperárselo, de un momento a otro, se vio envuelto en sus brazos.
Tan chocante fue el gesto que ni siquiera se inmutó mientras los brazos de ella rodeaban su cuello y la distancia entre sus cuerpos era mínima.
Pero no pudo. Le fue incapaz de devolver el abrazo porque había sentido tantas emociones que creía olvidadas, que no podía arriesgarse, a estas alturas ya no.
***
Se separó de él con la cara pálida presa de la vergüenza y el nerviosismo.
Como una tonta se había lanzado a él sin pensar y la realidad le había sorprendido de lleno, pero ¿qué esperaba? ¿qué le devolviera el abrazo?
- Perdone señorita - interrumpió el señor de recepción -, no puede estar más tiempo aquí si no se va a alojar.
Miró a los ojos a Hugo sin saber muy bien que hacer. Tenía que marcharse pero no tenía claro si quería hacerlo sin haber hablado con él, al fin y al cabo, era el chico quién había ido a buscarla a la otra punta del mundo, literalmente.
- Vamos fuera - le dijo con un tono calmado el cordobés.
La madrugada australiana se prestaba cálida pero tampoco sofocante, en aquel continente, a diferencia que en España, era verano, bueno, casi otoño.
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Así que pasen cinco años.
FanfictionCinco años. Sesenta meses. Mil ochocientos veinticinco días. Hugo y Eva. Eva y Hugo. "No hay que esperar, hay que vivir" Federico García Lorca. ( Así que pasen cinco años. )