Capítulo 10

878 86 13
                                    

Bajó del avión maleta en mano sin saber muy bien que hacía ahora.

Con el paso del tiempo había aprendido a defenderse con el inglés por lo que, a estas alturas, no le resultó difícil pedir un taxi.

Antes de ir a su casa, paró en un bar cercano a la zona para comer algo, había sido un viaje agotador.

Pero al entrar se topó de frente con la cruda realidad, pero al fin y al cabo, ¿qué esperaba?

***
Había sido un viaje realmente agotador, llegó pasadas las nueve y media de la mañana del día siguiente al que había salido. En Asutralia eran once horas más que en España, por lo que mientras allí era martes por la mañana, en su país natal seguía siendo lunes por la noche.

Llegó a su casa y cayó rendida en la cama sin siquiera comer algo y tras ocho largas horas de sueño, se despertó pasadas las seis de la tarde.

Encendió su teléfono y se encontró con cientos de mensajes.

Anne le daba las gracias por haber asistido a la boda y le deseaba buen viaje.
Samantha le decía que se alegraba de haber hablado con ellas tras todos estos años y esperaba que su relación no  volviera a enfriarse.
Y después, entre muchos otros mensajes, Michael, un compañero de trabajo allí en Australia le escribía:

" No recuerdo muy bien cuando vuelves, pero vamos a salir a cenar al bar de siempre, por si te apetece pasarte. "

Miró el reloj y confirmó que si se daba prisa llegaba para la cita. No le apetecía mucho, pero tras el fin de semana tan intenso que había vivido necesitaba desconectar y que mejor que con sus amigos.

Y salió, y se divirtió dejando un poco de lado el dolor que le había causado la última mirada de Hugo antes de dejar España.

Cenó entre risas y finalmente solo quedaron en aquel bar Michael y ella, pues el resto madrugaba y se habían ausentado ya.

Eran pasadas las once de la noche y charlaban animadamente, pero su amigo notó que algo le pasaba.

- ¿Le has vuelto a ver? - preguntó el chico.

Aquel joven era una de las pocas personas en aquel país que conocía su situación de principio a fin.

Ella asintió desganada y le relató todo, desde el encuentro inesperado en la discoteca, pasando por la conversación fría durante la boda, hasta acabar con la despedida en el portal de él.

- Le sigues queriendo.

- No - se apresuró a negar.

Su amigo rio.

- No era una pregunta - le sonrió -, lo dicen tus ojos.

Y ella se sorprendió, ¿tan evidente era, que podrían pasar los años y ella no le superaría jamás?

- Lo hice muy mal, Michael - sorbió de su refresco -. Para él soy agua pasada, no me quiere y no le culpo, me lo merezco.

- Tú no te mereces el odio de nadie Eva, de nadie - le dijo su amigo acariciando una de sus manos -. Hicistes las cosas mal, sí, pero porque te engañaron, por lo tanto la culpa no es solo tuya, tú también has sido víctima de todo esto.

La chica suspiro.

- Haberle perdido es algo que no me voy a perdonar en la vida.

- Ve a por él.

La gallega le miró con una ceja levantado sin entenderle.

- ¿Estás loco? - rio - ¿Cómo voy a volver a España a por él? En primer lugar me echaría, su mirada me confirmó que no quiere ni verme; y en segundo lugar, yo no puedo dejar Australia ahora que tengo un trabajo estable y me va bastante bien, no puedo irme.

- Estás anteponiendo tu vida aquí por tu vida allí, o lo que es lo mismo, antepones tu estabilidad laboral a tu felicidad, y eso, querida mía, acabará pasándote factura.

El chico se levantó sin decir nada más y la abrazó fuerte.

- Te invito a un helado y te acerco a casa, vamos - le sonrió caminando con ella sin soltar su abrazo.

***

Era ella, abrazada a un chico y sonriendo. Parecía feliz, y él, como un iluso, había cogido un vuelo a las doce de la madrugada aterrizando en Australia a las once de la noche solo para decirle que la perdonaba, que a fin de cuentas nunca estuvo enfadado con ella porque su subconsciente se lo impedía sabiendo que tendría motivos. Porque un día se aferró a la esperanza de que habría explicaciones lógicas para su marcha y que ella le quería.

Salió de aquel bar antes de que le vieran y caminó maleta en mano sin rumbo alguno hasta que a lo lejos divisó un cartel que le sonaba.

Flashback (hace cinco años)

- Vámonos de viaje - propuso de repente ella.

Estaban tumbado en la cama, desnudos, cubiertos por una simple sábana y abrazados. Acababan de querese como solo ellos sabían hacerlo y charlaban de todo y de nada mientras la luna llena de aquella madrugada les observaba tras la ventana.

- Vámonos de viaje - volvió a repetir la chica.

- Estas loca - rió el joven besando su cabeza.

Ella, suavemente, deshizo el abrazo y estiró la mano hasta la mesita de noche para alcanzar su teléfono y teclear algo en Google.

- Mira - le pidió tendiéndole el móvil donde se podía ver una preciosa imagen de una playa de agua cristalina -, es Australia.

El chico la miró sintiendo las mariposas que solo ella le hacía sentir.

- Te prometo que algún día veremos el atardecer allí.

Ella sonrió y sellaron la promesa con un dulce beso en los labios.

Fin del Flashback.

Era esa playa, la de aquella noche.

Por su mejilla resbaló una lágrima y condució sus pasos hasta la orilla del mar, donde se sentó a mirar el agua correr en aquella noche sin luna.

¡Hola!
Espero que hayáis tenido un buen finde, aquí os dejo el capítulo de hoy.
Terminamos el maratón mañana con dos capítulos.
Espero que os esté gustando, os leo en comentarios.
🤍🤍🤍

Así que pasen cinco años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora