La muerte es la madre de la belleza
—Cassandra Clare.
Esa noche leí hasta las dos d
e la mañana. Sentía mucha ansiedad por la reunión de mañana— hoy— y lo que pasaría, era imposible que durmiera algo.Acababa de mirar la hora en mi despertador cuando escuche el grito de la mujer; fue escalofriante e hizo que saltara en mi sitio. Cerré el libro para pasarme a la silla de rueda, curioso por lo que había pasado. Afuera de mi habitación los chicos recorrían el camino hacia el puesto de enfermería en pijama los seguí lentamente hasta llegar al punto de reunión.
Trataba de ver entre los cuerpos y por mi descuido choque mi silla de ruedas con otra silla de ruedas. El rubio me fulmino con la mirada y se apartó de mí.
—¿Qué paso? — cuestione al aire.
Ellos murmuraban, algunos hablaban entre gritos y los enfermeros subían y bajaban las escaleras mientras los guardias nos apartaban constantemente para que dejáramos libre las escaleras. Alguien a mi lado menciono que habían llamado una ambulancia. Más murmullos y preguntas al azar, todos no encontrábamos curiosos por el escándalo que estaba montándose el personal.
Entonces bajaron el cuerpo y en ese momento enmudecimos. Al principio pensé que alguien había colapsado. La camilla era llevada por tres hombres los cuales la dejaron un momento en el medio del vestíbulo para preguntar por la ambulancia, al estar al frente del tumulto de cuerpos pude observar los ojos verdes del chico.
No se movían.
Hasta esa noche pensaba que mis ojos se veían tristes y vacíos, cuan equivocado estaba, la vida había escapado de ellos dejando a su paso solo un par de órganos. No me lo creía. Pasé mi vista a su pecho con la esperanza de estar equivocado, pero para mí pesar este tampoco se movía, mi vita se clavó en los ojos verdes de nuevo entonces llegué a la conclusión que habían cubierto su cabeza, pero la sabana se había rodado.
—Está muerto— exclame en estupefacto. con la voz ahogada por el nudo que se había formado en mi garganta.
Alguien tuvo que escucharme porque mi murmullo se extendió por todos los presentes. Uno de los guardias tapo su cabeza y rodo la camilla hacia la salida con ayuda de los otros.
Apenas pude notar que los guardias volvían a sus puestos y que los enfermeros bajaban uno a uno, ellos seguían con su vida como si de robots se tratasen, pero no solo eran humanos que vieron morir a otros humanos bajo su cuidado en este internado. El silencio sepulcral en la residencia de hombres seguía, algo muy extraño. De pronto un cuerpo paso a toda velocidad frente a nosotros, sin embargo, fue detenido por dos guardias antes de llegar a la salida.
—¿A dónde se lo llevan? — grito el pelinegro mientras era arrastrado nuevamente hacia las escaleras— ¡ES MI HERMANO! ¡Suéltenme!
Lo conocía porque lo veía por los pasillos todos los días junto a su hermano menor. Él tiene autismo y el menor tenía cáncer, el primero no debería estar aquí pero cuando su hermano menor empeoro obligo a sus padres a inscribirlo. El chico que arrastraban por las escaleras se soltó, pero fue interceptado esta vez por una de las enfermeras, ella lo abrazó con fuerza para luego decirle:
—Está muerto, cariño.
La mujer llora con él, la mujer derrama lágrimas en silencio, él grita de dolor.
Es trágico, horrible e injusto. Simplemente no puedo entender porque cosas así suceden. Alguien se acercó al chico y le inyecto un calmante, todo termino ahí; nos obligaron a regresar a nuestras habitaciones en total silencio y nadie se opuso.

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Hurt
Teen FictionLa salud de Axel es inestable, por esto es enviado a los diecisiete a un internado de salud. El mismo al que ha asistido por cuatros extenuantes años. Este último año es decisivo para él pero siquiera ha puesto un pie dentro de la helada edificación...